Paco
Creo que la primera vez que le vi en el teatro fue con la compa?¨ªa Lope de Vega, de Tamayo; ya estaba Asunci¨®n junto a ¨¦l. Era en Tetu¨¢n; ellos, de gira; yo, sirviendo, como se dec¨ªa, a la patria. Los veinte a?os... Ya hab¨ªamos ido al Gij¨®n: juntos unos y otros, fachas y rojos, sin ning¨²n odio personal, con respeto. ?l era rojo. No se habla apenas de teatro en las necrolog¨ªas, aunque s¨ª se cita y se respeta su ideolog¨ªa de siempre: uno de los que no cambiaron.
Rabal llen¨® los teatros durante mucho tiempo. Ya podemos gritar que las recaudaciones son mayores a?o tras a?o, o que ahora hay m¨¢s salas: el teatro no importa. No se sigue. Rabal lo dominaba con su voz y con su gesto. Si cito algunos nombres de esa generaci¨®n de grandes actores no se los imagina juntos en las carteleras: Fernando Rey, Paco Rabal, Marsillach, Fern¨¢n-G¨®mez. Cito a los que lo fueron dejando poco a poco, llevados al cine y a la televisi¨®n. He visto sus vidas completas en los escenarios. Sigo creyendo que el texto representado va transmigrando por estas v¨ªas y que actores o directores han sido los que lo han llevado. Las mismas personas, el mismo arte. A la hora de recordar, recuerdo igual a Paco haciendo el chico de La muerte de un viajante que el campesino tierno y arrebatador de Los santos inocentes o el Juncal de Armi?¨¢n en la televisi¨®n. Bueno, tambi¨¦n le recuerdo en otros tiempos tangenciales, en los que nos cruz¨¢bamos: alguna madrugada de tablao, alg¨²n amanecer en Chamart¨ªn, cuando Teresa adolescente sal¨ªa de su cuarto para ir directamente a la piscina de su casa; o conspirando en casa de Domingo Domingu¨ªn, que se suicid¨® en Colombia. O en Par¨ªs, cuando no hizo ? bout de souffle. Creo que la ¨²ltima vez que comimos juntos fue una paella con el doctor Barros y Ra¨²l del Pozo, para hablar de pol¨ªtica... Barros tambi¨¦n ha muerto hace poco. Recuerdo la voz de Paco leyendo a Alberti, recuerdo el reloj de su padre, minero, colgado de la cabecera de su cama. A Asunci¨®n, tan entera siempre, tan amante, tan querida... Recuerdo unos versos que me hizo, que no pudo publicar en Abc, pero que ley¨® en la radio. En la SER, claro.
Es muy duro irlos perdiendo. Supongo que algo, una brizna, habr¨ªa de m¨ª en Rabal, como hay mucho de Rabal en m¨ª: siendo tan distintos, estando tan alejados los caminos. El dolor de la muerte es, sobre todo, el de la muerte de los otros. Los que nos hicimos juntos.
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