Ovaciones para Woody Allen y Amen¨¢bar
Helen Hunt y Nicole Kidman bordan sus papeles en dos pel¨ªculas muy distintas entre s¨ª
Fue ayer un d¨ªa de buen cine muy distinto entre s¨ª, casi opuesto. Por un lado, Woody Allen nos regal¨® otra de sus impagables comedias neoyorquinas llamadas ligeras, La maldici¨®n del escorpi¨®n de jade, pero cuya ligereza a veces encubre cargas de profundidad. Este es uno de esos casos y el resultado es enormemente vivo y divertido, tiene aut¨¦ntica gracia, aumentada por la presencia de una Helen Hunt de nuevo eminente. Divertida es tambi¨¦n, aunque en sentido opuesto, Los otros, donde Alejandro Amen¨¢bar alcanza el don de la sencillez para contar una historia enrevesada y compleja, en la que galvaniza a un gran reparto del que tira una Nicole Kidman que borda con elegancia y gran pegada fotog¨¦nica el mejor trabajo que ha hecho en su vida.
'Los otros' es una pel¨ªcula sagaz y brillante, con derroches de inteligencia
Ambas pel¨ªculas calaron en el p¨²blico de la Mostra, que abarrot¨® la enorme sala Palagalileo, para al final ovacionarlas, aunque frente a Los otros se oyeron algunos ruidos de disidencia, ciertamente escasos, muy minoritarios y explicables por tratarse de una pel¨ªcula ostensiblemente producida con l¨®gica de mentalidad comercial m¨¢s que con busca de expresi¨®n art¨ªstica, lo que siempre encuentra alg¨²n razonable despunte de hostilidad en una sala llena por casi 3.000 cin¨¦filos en medio de un festival que se hace llamar Mostra d'Arte Cinematogr¨¢fica.
En lo que respecta al filme de Woody Allen, la ovaci¨®n fue un¨¢nime, como un¨¢nime fue el tenso e intenso silencio, casi audible, de esos que indican aguante de la respiraci¨®n, que escolt¨®, junto a algunas esponjosas risas acogedoras del talento interpretativo de los ni?os protagonistas, a la proyecci¨®n del emocionante y astuto filme de Nicole Kidman y Alejandro Amen¨¢bar.
Allen dice que La maldici¨®n del escorpi¨®n de jade es una de esas pel¨ªculas en que disfruta de verdad haci¨¦ndolas. Cuenta su g¨¦nesis lac¨®nicamente: 'Amo el Nueva York de la ¨¦poca dorada, que a mi parecer abarca los a?os veinte, treinta y cuarenta. He situado la acci¨®n de la pel¨ªcula en 1940, en un mundo de criminales, de investigadores privados, de mujeres sensuales y de intrigas. Yo crec¨ª con ese tipo de pel¨ªculas y por eso quer¨ªa regalarme a m¨ª mismo la experiencia de realizar uno de aquellos filmes que tanto am¨¦'.
Este origen, la mirada del ni?o absorto de donde, como su rocambolesco t¨ªtulo, procede La maldici¨®n del escorpi¨®n de jade explica que Woody Allen se haya dejado esta vez en el tintero la tinta de sus retorcidas y tronchantes obsesiones ¨ªntimas, de sus jugueteos verbales con el sexo y sus miserias y glorias, el ¨¢mbito dram¨¢tico y la sorna derivadas del despacho del intelectual y del div¨¢n del psicoanalista; y tambi¨¦n de la materia oscura natural de su humor y su comedia. Y Allen retrocede y viaja sin equipaje a un mundo limpio, a¨²n no contaminado por la conciencia de inutilidad, de decadencia y de muerte. Dice el cineasta: 'Quiero ser inmortal no a causa de mis obras sino porque no me muera nunca'. Hay algo de nostalgia de eternidad en este alado y transparente retroceso nost¨¢lgico de Woody Allen a una de las fuentes de felicidad de su ni?ez, aquel inmortal g¨¦nero de comedia de intriga loca del gran Hollywood cl¨¢sico.
Alejandro Amen¨¢bar tambi¨¦n acude a su infancia para desvelar el origen de Los otros. Dice: 'Mi primera memoria del terror me lleva a un sue?o que tuve de ni?o. So?ar es como mirar un filme y en mi sue?o hab¨ªa unos ruidos que me pon¨ªan carne de gallina y me anunciaban que se acercaba una presencia invisible'. La primera -muy dura, bella y formalmente comprometedora, pues hace arrancar a la pel¨ªcula por todo lo alto- imagen de Los otros es un grito, s¨®lo eso, un alarido de horror absoluto de Nicole Kidman, que conmueve, inquieta y presagia todo el compulsivo recorrido de esta mujer con alma en pena a trav¨¦s de los meandros de horror que serpentean por las oscuridades de su casa, hacia el desvelamiento final de algo impreciso, indefinible, pero poderosamente presente: un estado secreto de su existencia y de su conciencia, que tiene finalmente sabor a armon¨ªa, a serenidad de un esp¨ªritu torturado y por fin encalmado.
Los otros es una pel¨ªcula sagaz, brillante e inteligente, con derroches de esa forma pr¨¢ctica de inteligencia que es la astucia. Despliega desde el primer plano con admirable orden los indicios de un enigma que poco a poco, lejos de aclararse, se oscurece m¨¢s y m¨¢s, se hace cada vez m¨¢s intrincado, hasta que, por un efecto dram¨¢tico repentino y explosivo, estalla ante los ojos en forma de violenta evidencia. Hay potencia perturbadora en algunas fases de Los otros, sobre todo motivadas por la contagiosa hondura de las composiciones de Nicole Kidman y sus seis acompa?antes en los entresijos de su oscuro y conmovedor viaje hacia dentro de ellos mismos.
El inquietante recorrido del enigma de esta mujer en busca de luz tiene un tal¨®n de Aquiles en la ca¨ªda de Amen¨¢bar en la tentaci¨®n de la l¨ªnea f¨¢cil, de menor resistencia, que lleva a jugar al escondite con el espectador en algunos momentos esenciales del filme, en lugar de proponerle una partida con las cartas boca arriba. Juguetea Amen¨¢bar al secreto, a ocultar o dar con cuentagotas pistas de la verdad, a embaucar al espectador con la golosina de las apariencias -hay, por ejemplo, dos o tres sustos que empobrecen el suave terror que emana de todo el filme- y a sustituir con la superficial mec¨¢nica del secreto a las honduras de la din¨¢mica del misterio. Esto hace que Los otros sea a ratos una pel¨ªcula resultona y efectista a su pesar, lo que la empobrece, pues de haber sido m¨¢s di¨¢fana, m¨¢s confiada en la eficacia emocional de la luz, del enigma descifrado, habr¨ªa ganado mucho en su condici¨®n de poema, hasta alcanzar la condici¨®n de obra magistral que toca con las yemas de los dedos pero que no consigue agarrar a manos llenas.
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