La aventura m¨¢s arriesgada de Camacho
El due?o de Gescartera manipul¨® a clientes y funcionarios en el mayor esc¨¢ndalo financiero del PP
Siempre, incluso en las farsas m¨¢s disparatadas, algo que el caso Gescartera ha rozado en diversas ocasiones este verano, existe un raro momento en el que, excepcionalmente y s¨®lo por un instante, se deja entrever la verdad, desnuda. Uno de esos momentos se produjo, probablemente, durante la ¨²ltima declaraci¨®n que el principal imputado, Antonio Camacho, realiz¨® ante la juez del caso el pasado 9 de agosto, d¨ªa jueves:
-Hay un momento clave en la vida m¨ªa, y por favor, lo que s¨ª rogar¨ªa es que eso no se fuera..., al menos que no salga todo esto este fin de semana..., que es cuando mi padre contrae el c¨¢ncer y cuando yo estoy con ¨¦l en Pamplona, que es cuando coincide con una de las supervisiones de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV), con un enfrentamiento muy directo, o sea, con una situaci¨®n muy violenta que ocurri¨®, y fue cuando mi padre, all¨ª en Pamplona, recibiendo la quimioterapia, pues me puso m¨¢s al d¨ªa de todo esto.
Un amigo de la infancia relata que, de ni?o, era 'el due?o del colegio'; all¨ª entabl¨® amistad con los curas y con el director, es decir, con el poder
Todo esto, la expresi¨®n que utiliza Camacho, gran hacedor de eufemismos, como revelar¨¢ su declaraci¨®n, folio tras folio, quiere decir todo lo siguiente: 18.000 millones de pesetas evaporados, m¨¢s de 2.000 clientes de una agencia de valores afectados, la credibilidad de las instituciones encargadas de la vigilancia (con la CNMV y los Ministerios de Econom¨ªa y Hacienda al frente) bajo sospecha, funcionarios y ex diputados del PP que aceptan regalos, un descr¨¦dito que poco a poco comienza a salpicar la imagen de Espa?a en los grandes peri¨®dicos internacionales (Le Monde, Financial Times), y en definitiva, el mayor esc¨¢ndalo pol¨ªtico-financiero desde que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y el Partido Popular han llegado al Gobierno.
Shakespeare dice que 'es de tontos confiar en la salud de un caballo, o en el juramento de una puta'. Tampoco parece razonable creer a pies juntillas la declaraci¨®n de un imputado. Y de hecho, una lectura atenta de los m¨¢s de 60 folios de la declaraci¨®n de ese d¨ªa ante la juez Teresa Palacios, en la Audiencia Nacional, muestra como Antonio Camacho trata una y otra vez de esconder la verdad, de enredarla con palabras, de ocultar sus responsabilidades, las de sus amigos. De enmascarar la operativa sobre c¨®mo una agencia de valores, supuestamente vigilada de cerca por la CNMV, ha logrado estafar a la Mutualidad de la Polic¨ªa, a la Armada, a arzobispados diversos, a monjas, a curas. Pero cuando habla de su vida privada, sus palabras tienen una extra?a resonancia de sinceridad:
-O sea, yo llevo 17 a?os de mi vida, pues, horrorizado.
?Por qu¨¦ 17 a?os? Camacho, el broker de vida deslumbrante, de los 100 trajes de Armani, de los coches de lujo, del tren de vida irrefrenable, intuye, desde el d¨ªa en que entra a trabajar con su padre, que no sabe nada de mercados financieros. Que no tiene intuici¨®n para las operaciones en Bolsa. Que ha vivido una vida de lujo e irresponsabilidad y que, quiz¨¢ lo m¨¢s dram¨¢tico, nunca va a estar a la altura de su padre, que es quien lleva el negocio.
Pero durante esos 17 a?os, sabe que un d¨ªa heredar¨¢ la empresa, algo para lo que nunca ha estado preparado.
-Yo, al fin y al cabo soy un don nadie. El reconocimiento profesional era de mi padre, y era el mejor profesional que yo he conocido, independientemente de que sea mi padre. Pero eso era conocido perfectamente por el mercado.
As¨ª que, desde ni?o, Camacho ha tratado de compensar estas insuficiencias como fuese: aparentando, comprando voluntades, seduciendo, corrompiendo si hac¨ªa falta. Un amigo suyo de la infancia relata que en el colegio al que acudi¨®, el de los padres Capuchinos, en Santa Mar¨ªa de la Cabeza, en Madrid, entabl¨® amistad con los curas m¨¢s j¨®venes, con el director de la instituci¨®n, con el poder, en definitiva. Lleg¨® a dirigir el peri¨®dico del colegio. Se mezclaba poco con sus compa?eros. 'Le llam¨¢bamos el due?o del colegio', afirma su antiguo amigo.
A?os despu¨¦s, aplicar¨¢ met¨®dicamente estas cualidades en asuntos m¨¢s graves. Y en instituciones que, por principio, deber¨ªan de haber puesto l¨ªmite a estos acercamientos. Camacho consigue que Enrique Gim¨¦nez-Reyna, a la saz¨®n secretario de Estado de Hacienda, le organice dos comidas con Pilar Valiente, presidenta de la CNMV.
Y Valiente acude. Acude adem¨¢s con otro cargo important¨ªsimo del organismo, cuya tarea, en principio, es vigilar al propio Camacho, tras los enfrentamientos que ¨¦ste ha tenido con los t¨¦cnicos de la comisi¨®n, que han descubierto las irregularidades de Gescartera, en la que faltan ya miles de millones de pesetas.
En esos almuerzos a finales del a?o pasado y a principios de este, comparte mantel con Antonio Alonso Ureba, secretario del consejo de la CNMV. Antonio Alonso Ureba, de quien depende en gran parte el futuro de Gescartera, seg¨²n lo que se decida en la c¨²pula de la CNMV, es hermano de un abogado cuyo despacho ha sido contratado por Camacho. ?ste, adem¨¢s, afirma que es amigo personal de Antonio Botella, hoy director de Supervisi¨®n de la CNMV. Regala un reloj de dos millones de pesetas a Luis Ramallo, ex diputado del PP y vicepresidente de la Comisi¨®n hasta octubre del a?o pasado. Env¨ªa regalos comprados en tiendas de lujo de Madrid a la propia Pilar Valiente, que ¨¦sta no acepta, seg¨²n ha declarado. Trata de convertirse en el due?o de la CNMV, como anta?o lo fue de su colegio. No sabr¨¢ de mercados financieros, como afirma ante la juez:
-Porque yo, t¨¦cnicamente, en eso, no estoy yo preparado.
Pero lo que s¨ª sabe hacer bien es torcer voluntades. Hasta el punto de que, aparentemente, ha logrado en los dos a?os anteriores casi todo lo que se ha propuesto: que David Vives, el director de supervisi¨®n que ha descubierto la verdad de Gescartera, deje el caso, que pasa precisamente a manos de Antonio Botella. Que los inspectores dirigidos por este ¨²ltimo den por buenos en noviembre de 1999 unos certificados falsos de La Caixa que tapan un agujero de 4.000 millones de pesetas. Que la CNMV no le intervenga Gescartera ese a?o, pese a su grave situaci¨®n y al incumplimiento reiterado de sus promesas.
Ante la juez, de nuevo con un imaginativo uso del espa?ol, Camacho reconoce el grado de cumplimiento que ha otorgado a las sugerencias de las autoridades:
-Ah¨ª, en ese sentido, pues cumplimos con caso omiso lo que la Comisi¨®n orden¨®.
Haga lo que haga, lo que nunca le ha fallado a Camacho es la intuici¨®n. Pilar Gim¨¦nez-Reyna fue durante muchos a?os una comercial, m¨¢s o menos oscura, de Gescartera, hasta el momento en el que su hermano, Enrique Gim¨¦nez-Reyna, comienza a ascender en el Ministerio de Hacienda. Y, en paralelo, lo hace Pilar. Cuando Gim¨¦nez-Reyna es nombrado secretario de Estado de Hacienda, Camacho ve la gran oportunidad.
Pilar Gim¨¦nez-Reyna pasa r¨¢pidamente a vicepresidenta de Gescartera e inmediatamente a presidenta. Algo parecido sucecde con sus clientes. Tras el triunfo del PP en las elecciones de 1996, la base de clientes se ampl¨ªa de forma espectacular: asociaciones religiosas, arzobispados, empresas p¨²blicas. La derecha tradicional, ahora en el poder, ofrece muchas posibilidades. Tambi¨¦n sus conexiones con periodistas econ¨®micos, que a su vez ampl¨ªan su radio de operaci¨®n. Se trata de aprovecharlas a fondo. De explotar las conexiones (fich¨® a dos t¨¦cnicos de la CNMV). De recurrir a amigos. De tener conocidos en el Gobierno. Y todo eso, Camacho lo tiene.
El due?o de Gescartera no parece encontrar trabas legales. Mientras cumple con caso omiso las indicaciones de la CNMV, sin que suceda nada, el consejo de este organismo celebra el 16 de abril de 1999 una reuni¨®n clave para Gescartera, y que, vista en retrospectiva, parece destinada a convertirse en uno de los mayores problemas pol¨ªticos del Gobierno en este caso en cuanto arranque la comisi¨®n de investigaci¨®n del Parlamento, junto a la actuaci¨®n de Enrique Gim¨¦nez-Reyna.
Ese d¨ªa, los consejeros de la CNMV tienen un 'documento de trabajo' elaborado por David Vives, que durante tres meses ha estado investigando en profundidad a Gescartera. El documento, seg¨²n todas las fuentes consultadas, es demoledor.
En los tres meses anteriores, Vives ha acumulado evidencias del desfalco en Gescartera. Sospecha que faltan miles de millones de pesetas. Que Camacho falsifica documentos bancarios. Que no hay m¨¢s remedio que intervenir la agencia.
Todo eso explota en una reuni¨®n en la sede de la CNMV en Madrid el 30 de marzo de 1999, a la que acuden Vives y siete de sus inspectores, por una parte, y Camacho y su equipo, de otra. El encuentro resulta 'tens¨ªsimo y muy desagradable', seg¨²n el relato de uno de los asistentes. Y para cuando acaba, Vives tiene las pruebas que confirman sus sospechas: Camacho falsifica documentos bancarios.
Quince d¨ªas despu¨¦s, sin embargo, el consejo de la CNMV delibera sobre el caso y en lugar de intervenir Gescartera, aprueba simplemente 'reforzar' la vigilancia. Vives pierde despu¨¦s el caso, que pasa a Antonio Botella, de quien Camacho presumir¨¢ luego ser amigo. Botella es ascendido a director general de Supervisi¨®n por Pilar Valiente, en cuanto el Gobierno la nombra presidenta de la CNMV. Vives abandona la instituci¨®n.
En esos meses, el descontrol se ha acelerado en Gescartera. Camacho y sus colaboradores se dedican a li quidar a toda velocidad las inversiones de la empresa en Bolsa. Y el dinero inicia una senda misteriosa, que hasta ahora nadie ha podido determinar con precisi¨®n. Todas las pistas han resultado falsas. Todos los caminos, sin salida. Martin Investment, la primera esperanza de encontrar parte de los 18.000 millones en Delaware (EE UU), no es m¨¢s que un invento, torpemente urdido, de Camacho:
-Martin Investment fue, o sea, vamos a ver. Martin Investment es una de las miles de sociedades que se venden a nivel internacional y vas a un despacho, incluso al colegio de abogados y compras cualquier sociedad de ¨¦stas, o sea, que eso no es, ... o sea, yo asumo toda la responsabilidad de todo esto, su se?or¨ªa.
Sociedades fantasma en el par¨ªso fiscal de Jersey, como Euroinvestment (UK) o Stock Selection, en las que inicialmente se sospech¨® que pod¨ªa estar oculto el dinero, se revelan tambi¨¦n como cascarones vac¨ªos, sin actividad, fundadas originalmente por Camacho. Lo que indica que, en lo que de verdad sobresale Camacho, es en borrar sus propias huellas.Siempre, incluso en las farsas m¨¢s disparatadas, algo que el caso Gescartera ha rozado en diversas ocasiones este verano, existe un raro momento en el que, excepcionalmente y s¨®lo por un instante, se deja entrever la verdad, desnuda. Uno de esos momentos se produjo, probablemente, durante la ¨²ltima declaraci¨®n que el principal imputado, Antonio Camacho, realiz¨® ante la juez del caso el pasado 9 de agosto, d¨ªa jueves:
-Hay un momento clave en la vida m¨ªa, y por favor, lo que s¨ª rogar¨ªa es que eso no se fuera..., al menos que no salga todo esto este fin de semana..., que es cuando mi padre contrae el c¨¢ncer y cuando yo estoy con ¨¦l en Pamplona, que es cuando coincide con una de las supervisiones de la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV), con un enfrentamiento muy directo, o sea, con una situaci¨®n muy violenta que ocurri¨®, y fue cuando mi padre, all¨ª en Pamplona, recibiendo la quimioterapia, pues me puso m¨¢s al d¨ªa de todo esto.
Todo esto, la expresi¨®n que utiliza Camacho, gran hacedor de eufemismos, como revelar¨¢ su declaraci¨®n, folio tras folio, quiere decir todo lo siguiente: 18.000 millones de pesetas evaporados, m¨¢s de 2.000 clientes de una agencia de valores afectados, la credibilidad de las instituciones encargadas de la vigilancia (con la CNMV y los Ministerios de Econom¨ªa y Hacienda al frente) bajo sospecha, funcionarios y ex diputados del PP que aceptan regalos, un descr¨¦dito que poco a poco comienza a salpicar la imagen de Espa?a en los grandes peri¨®dicos internacionales (Le Monde, Financial Times), y en definitiva, el mayor esc¨¢ndalo pol¨ªtico-financiero desde que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y el Partido Popular han llegado al Gobierno.
Shakespeare dice que 'es de tontos confiar en la salud de un caballo, o en el juramento de una puta'. Tampoco parece razonable creer a pies juntillas la declaraci¨®n de un imputado. Y de hecho, una lectura atenta de los m¨¢s de 60 folios de la declaraci¨®n de ese d¨ªa ante la juez Teresa Palacios, en la Audiencia Nacional, muestra como Antonio Camacho trata una y otra vez de esconder la verdad, de enredarla con palabras, de ocultar sus responsabilidades, las de sus amigos. De enmascarar la operativa sobre c¨®mo una agencia de valores, supuestamente vigilada de cerca por la CNMV, ha logrado estafar a la Mutualidad de la Polic¨ªa, a la Armada, a arzobispados diversos, a monjas, a curas. Pero cuando habla de su vida privada, sus palabras tienen una extra?a resonancia de sinceridad:
-O sea, yo llevo 17 a?os de mi vida, pues, horrorizado.
?Por qu¨¦ 17 a?os? Camacho, el broker de vida deslumbrante, de los 100 trajes de Armani, de los coches de lujo, del tren de vida irrefrenable, intuye, desde el d¨ªa en que entra a trabajar con su padre, que no sabe nada de mercados financieros. Que no tiene intuici¨®n para las operaciones en Bolsa. Que ha vivido una vida de lujo e irresponsabilidad y que, quiz¨¢ lo m¨¢s dram¨¢tico, nunca va a estar a la altura de su padre, que es quien lleva el negocio.
Pero durante esos 17 a?os, sabe que un d¨ªa heredar¨¢ la empresa, algo para lo que nunca ha estado preparado.
-Yo, al fin y al cabo soy un don nadie. El reconocimiento profesional era de mi padre, y era el mejor profesional que yo he conocido, independientemente de que sea mi padre. Pero eso era conocido perfectamente por el mercado.
As¨ª que, desde ni?o, Camacho ha tratado de compensar estas insuficiencias como fuese: aparentando, comprando voluntades, seduciendo, corrompiendo si hac¨ªa falta. Un amigo suyo de la infancia relata que en el colegio al que acudi¨®, el de los padres Capuchinos, en Santa Mar¨ªa de la Cabeza, en Madrid, entabl¨® amistad con los curas m¨¢s j¨®venes, con el director de la instituci¨®n, con el poder, en definitiva. Lleg¨® a dirigir el peri¨®dico del colegio. Se mezclaba poco con sus compa?eros. 'Le llam¨¢bamos el due?o del colegio', afirma su antiguo amigo.
A?os despu¨¦s, aplicar¨¢ met¨®dicamente estas cualidades en asuntos m¨¢s graves. Y en instituciones que, por principio, deber¨ªan de haber puesto l¨ªmite a estos acercamientos. Camacho consigue que Enrique Gim¨¦nez-Reyna, a la saz¨®n secretario de Estado de Hacienda, le organice dos comidas con Pilar Valiente, presidenta de la CNMV.
Y Valiente acude. Acude adem¨¢s con otro cargo important¨ªsimo del organismo, cuya tarea, en principio, es vigilar al propio Camacho, tras los enfrentamientos que ¨¦ste ha tenido con los t¨¦cnicos de la comisi¨®n, que han descubierto las irregularidades de Gescartera, en la que faltan ya miles de millones de pesetas.
En esos almuerzos a finales del a?o pasado y a principios de este, comparte mantel con Antonio Alonso Ureba, secretario del consejo de la CNMV. Antonio Alonso Ureba, de quien depende en gran parte el futuro de Gescartera, seg¨²n lo que se decida en la c¨²pula de la CNMV, es hermano de un abogado cuyo despacho ha sido contratado por Camacho. ?ste, adem¨¢s, afirma que es amigo personal de Antonio Botella, hoy director de Supervisi¨®n de la CNMV. Regala un reloj de dos millones de pesetas a Luis Ramallo, ex diputado del PP y vicepresidente de la Comisi¨®n hasta octubre del a?o pasado. Env¨ªa regalos comprados en tiendas de lujo de Madrid a la propia Pilar Valiente, que ¨¦sta no acepta, seg¨²n ha declarado. Trata de convertirse en el due?o de la CNMV, como anta?o lo fue de su colegio. No sabr¨¢ de mercados financieros, como afirma ante la juez:
-Porque yo, t¨¦cnicamente, en eso, no estoy yo preparado.
Pero lo que s¨ª sabe hacer bien es torcer voluntades. Hasta el punto de que, aparentemente, ha logrado en los dos a?os anteriores casi todo lo que se ha propuesto: que David Vives, el director de supervisi¨®n que ha descubierto la verdad de Gescartera, deje el caso, que pasa precisamente a manos de Antonio Botella. Que los inspectores dirigidos por este ¨²ltimo den por buenos en noviembre de 1999 unos certificados falsos de La Caixa que tapan un agujero de 4.000 millones de pesetas. Que la CNMV no le intervenga Gescartera ese a?o, pese a su grave situaci¨®n y al incumplimiento reiterado de sus promesas.
Ante la juez, de nuevo con un imaginativo uso del espa?ol, Camacho reconoce el grado de cumplimiento que ha otorgado a las sugerencias de las autoridades:
-Ah¨ª, en ese sentido, pues cumplimos con caso omiso lo que la Comisi¨®n orden¨®.
Haga lo que haga, lo que nunca le ha fallado a Camacho es la intuici¨®n. Pilar Gim¨¦nez-Reyna fue durante muchos a?os una comercial, m¨¢s o menos oscura, de Gescartera, hasta el momento en el que su hermano, Enrique Gim¨¦nez-Reyna, comienza a ascender en el Ministerio de Hacienda. Y, en paralelo, lo hace Pilar. Cuando Gim¨¦nez-Reyna es nombrado secretario de Estado de Hacienda, Camacho ve la gran oportunidad.
Pilar Gim¨¦nez-Reyna pasa r¨¢pidamente a vicepresidenta de Gescartera e inmediatamente a presidenta. Algo parecido sucecde con sus clientes. Tras el triunfo del PP en las elecciones de 1996, la base de clientes se ampl¨ªa de forma espectacular: asociaciones religiosas, arzobispados, empresas p¨²blicas. La derecha tradicional, ahora en el poder, ofrece muchas posibilidades. Tambi¨¦n sus conexiones con periodistas econ¨®micos, que a su vez ampl¨ªan su radio de operaci¨®n. Se trata de aprovecharlas a fondo. De explotar las conexiones (fich¨® a dos t¨¦cnicos de la CNMV). De recurrir a amigos. De tener conocidos en el Gobierno. Y todo eso, Camacho lo tiene.
El due?o de Gescartera no parece encontrar trabas legales. Mientras cumple con caso omiso las indicaciones de la CNMV, sin que suceda nada, el consejo de este organismo celebra el 16 de abril de 1999 una reuni¨®n clave para Gescartera, y que, vista en retrospectiva, parece destinada a convertirse en uno de los mayores problemas pol¨ªticos del Gobierno en este caso en cuanto arranque la comisi¨®n de investigaci¨®n del Parlamento, junto a la actuaci¨®n de Enrique Gim¨¦nez-Reyna.
Ese d¨ªa, los consejeros de la CNMV tienen un 'documento de trabajo' elaborado por David Vives, que durante tres meses ha estado investigando en profundidad a Gescartera. El documento, seg¨²n todas las fuentes consultadas, es demoledor.
En los tres meses anteriores, Vives ha acumulado evidencias del desfalco en Gescartera. Sospecha que faltan miles de millones de pesetas. Que Camacho falsifica documentos bancarios. Que no hay m¨¢s remedio que intervenir la agencia.
Todo eso explota en una reuni¨®n en la sede de la CNMV en Madrid el 30 de marzo de 1999, a la que acuden Vives y siete de sus inspectores, por una parte, y Camacho y su equipo, de otra. El encuentro resulta 'tens¨ªsimo y muy desagradable', seg¨²n el relato de uno de los asistentes. Y para cuando acaba, Vives tiene las pruebas que confirman sus sospechas: Camacho falsifica documentos bancarios.
Quince d¨ªas despu¨¦s, sin embargo, el consejo de la CNMV delibera sobre el caso y en lugar de intervenir Gescartera, aprueba simplemente 'reforzar' la vigilancia. Vives pierde despu¨¦s el caso, que pasa a Antonio Botella, de quien Camacho presumir¨¢ luego ser amigo. Botella es ascendido a director general de Supervisi¨®n por Pilar Valiente, en cuanto el Gobierno la nombra presidenta de la CNMV. Vives abandona la instituci¨®n.
En esos meses, el descontrol se ha acelerado en Gescartera. Camacho y sus colaboradores se dedican a li quidar a toda velocidad las inversiones de la empresa en Bolsa. Y el dinero inicia una senda misteriosa, que hasta ahora nadie ha podido determinar con precisi¨®n. Todas las pistas han resultado falsas. Todos los caminos, sin salida. Martin Investment, la primera esperanza de encontrar parte de los 18.000 millones en Delaware (EE UU), no es m¨¢s que un invento, torpemente urdido, de Camacho:
-Martin Investment fue, o sea, vamos a ver. Martin Investment es una de las miles de sociedades que se venden a nivel internacional y vas a un despacho, incluso al colegio de abogados y compras cualquier sociedad de ¨¦stas, o sea, que eso no es, ... o sea, yo asumo toda la responsabilidad de todo esto, su se?or¨ªa.
Sociedades fantasma en el par¨ªso fiscal de Jersey, como Euroinvestment (UK) o Stock Selection, en las que inicialmente se sospech¨® que pod¨ªa estar oculto el dinero, se revelan tambi¨¦n como cascarones vac¨ªos, sin actividad, fundadas originalmente por Camacho. Lo que indica que, en lo que de verdad sobresale Camacho, es en borrar sus propias huellas.
La claridad de la prisi¨®n
Ante la juez, en la Audiencia Nacional, el pasado 9 de agosto, Antonio Camacho camin¨® por la cuerda floja durante varias horas, en las que quiso hacer creer que quer¨ªa explicar todo lo sucedido, pero no pudo. -El objeto de esta declaraci¨®n voluntaria es hacer una rectificaci¨®n con la primera que hice en este juzgado, y embarcar el establecimiento del desfase patrimonial acontecido en Gescartera. 'Embarcar el establecimiento del desfase' constituye una f¨®rmula extra?a cuando se quiere explicar la verdad. Lo cierto es que Camacho afirma que la prisi¨®n le ha hecho reflexionar y quiere contar lo sucedido en Gescartera 'con toda la claridad concisa que me permite tambi¨¦n el hecho de estar ahora mismo en prisi¨®n'. Pero una y otra vez fracasa en su intento de lograr claridad, pese a su aparente sinceridad. Su gran defensa es el desconocimiento. Y el hecho de que su padre, Jos¨¦ Camacho, era de verdad qui¨¦n llevaba la compa?¨ªa hasta su muerte en el a?o 1999. -Yo, al final, su se?or¨ªa, cuando yo cojo las riendas, o sea, no las riendas, es decir, yo... desconozco mi responsabilidad, mi material, en fin, todo esto (...) Porque realmente, o sea, el alma de todo esto y el gran profesional, y como la copa de un pino, ?no?, era mi padre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.