Fraga y punto
El presidente de la Xunta de Galicia lleva exactamente medio siglo subido a un coche oficial y a sus 78 a?os no ve ninguna raz¨®n m¨¦dica o pol¨ªtica para apearse
Los periodistas tragaban saliva cada vez que ten¨ªan que preguntar a Manuel Fraga si de verdad iba a retirarse de la presidencia de la Xunta de Galicia una vez cumplido su segundo mandato, como ¨¦l mismo hab¨ªa anunciado, 'siguiendo el consejo de George Washington'. Furioso porque se dudase de su palabra, Fraga aullaba: 'Yo he dicho lo que he dicho. Y punto'. Un d¨ªa de comienzos de 1997, el presidente gallego convoc¨® a los mismos periodistas a fin de anunciarles que concurrir¨ªa a las elecciones por tercera vez para continuar 'sirviendo a Galicia'. Y no hubo lugar a m¨¢s explicaciones. Del mismo modo que antes hab¨ªa decidido no presentarse, ahora decid¨ªa presentarse. Y punto.
Si los periodistas hab¨ªan insistido en formular la pregunta fat¨ªdica, aun sabiendo la arremetida que les esperaba, era porque ya se intu¨ªa que las recomendaciones de Washington estaban caducadas y que Fraga se miraba en otros espejos. Alg¨²n tiempo atr¨¢s, en una de sus interminables giras por Am¨¦rica, hab¨ªa recalado en la Rep¨²blica Dominicana. Tras hacer la habitual visita a los emigrantes gallegos, se fue a ver al entonces presidente del pa¨ªs, Joaqu¨ªn Balaguer, quien, octogenario y ciego, resist¨ªa en el poder investido por las urnas. Cuatro d¨¦cadas antes, Balaguer hab¨ªa servido lealmente a la dictadura de Trujillo, tras cuyo asesinato devino en abanderado de la democracia. Fraga sali¨® diciendo que Balaguer era un 'ejemplo' para ¨¦l. La vapuleada oposici¨®n gallega se lo tom¨® muy en serio. Mientras estuviera vivo, iba a ser muy dif¨ªcil derrotarle.
Los dirigentes regionales del PP le llaman hombre irrepetible, estadista magistral, orgullo de Galicia, o el l¨ªder que nos situ¨® a la cabeza de Europa
Fraga a¨²n no ha llegado a los 80 a?os -cumple 79 el pr¨®ximo 22 de noviembre- y s¨®lo 'un cretino o un bellaco' puede dudar de su estado de salud despu¨¦s de saber que a¨²n es capaz de abatir corzos y pescar en alta mar, y tras haber visto los certificados m¨¦dicos que ¨¦l mismo divulg¨® al tiempo que convocaba las elecciones auton¨®micas para el 21 de octubre. 'Estoy mejor que nunca', repite desde hace meses. Ya lo hab¨ªa avisado el secretario general del PP, Javier Arenas: 'Fraga es la renovaci¨®n del partido'. Fraga se enfund¨® las botas de la pol¨ªtica hace justo medio siglo -en 1951 obtuvo su primer cargo p¨²blico-, envejeci¨® con ellas y todo indica que est¨¢ dispuesto a tenerlas calzadas hasta el momento postrero.
Las im¨¢genes que transmite tienen el color de otra ¨¦poca: las haza?as con la escopeta y el sedal, las piezas disecadas en las paredes de su casa, sus esfuerzos para descorchar una botella de orujo ante las c¨¢maras, las inauguraciones entre gaitas y sollozos, las fiestas gastron¨®micas en las que es condecorado por cosecheros de vino o apicultores, los titulares de prensa como el que abr¨ªa esta semana a toda p¨¢gina un peri¨®dico gallego: Entusiasmo electoral de un Fraga feliz con su gesti¨®n... Fraga usa palabras como 'mentecato' o 'capitidisminuido' y, frente a la asepsia centrista que se impone, grita en p¨²blico a sus subordinados, se toma a broma una carga policial ('?Y qu¨¦ quer¨ªan que hici¨¦ramos? Decirles: ?qu¨¦ gente m¨¢s simp¨¢tica!, ?la calle es suya! ...'), golpea con sarcasmo al h¨ªgado de sus adversarios ('creo que ese se?or no ha acabado el bachillerato', dijo de un dirigente socialista) y disfruta mostr¨¢ndose bravuc¨®n ('salgo en televisi¨®n cinco veces m¨¢s porque hago cinco veces m¨¢s cosas'). Un hombre capaz de justificar que la mayor¨ªa de los aprobados en unas oposiciones fuesen hijos de dirigentes del PP con el argumento de que 'en las familias prominentes salen mejor preparados' o de descalificar la intervenci¨®n de una diputada diciendo que 'lo ¨²nico interesante que mostr¨® esa se?orita fue su escote'.
Como Balaguer, Fraga sobrevivi¨® a la ca¨ªda de un r¨¦gimen del que hab¨ªa sido un puntal: contribuy¨® al boom econ¨®mico llenando Espa?a de turistas, organiz¨® un refer¨¦ndum para mayor gloria de los 25 a?os de paz franquista, promovi¨® las m¨¢s floridas loas al caudillo y afloj¨® los grilletes de la prensa sin soltar la llave. Pero en su conversi¨®n a la democracia tuvo menos ¨¦xito que Balaguer. Hace 12 a?os, listo para retirarse, se le present¨® una oportunidad de continuar. Su querido basti¨®n gallego, que le hab¨ªa permanecido fiel mientras el resto de Espa?a lo tachaba de dinosaurio franquista, se desmoronaba carcomido por luchas intestinas. S¨®lo Fraga pod¨ªa salvarlo. El 5 de febrero de 1990 tom¨® posesi¨®n como presidente de la Xunta y por primera vez se vio llorar en p¨²blico al que hab¨ªa sido rudo ministro del Interior.
Fraga hab¨ªa salvado de la ruina a la derecha gallega y los dirigentes comarcales y provinciales depusieron las armas y le rindieron pleites¨ªa. Desde entonces, esos mismos le llamaron el gran timonel o el gran conductor. Advertidos de las ominosas connotaciones de tales t¨¦rminos, ahora usan otros: hombre irrepetible, estadista magistral, orgullo de Galicia, el l¨ªder que nos situ¨® a la cabeza de Europa...
Su reinado en Galicia ha sido una formidable muestra de adaptaci¨®n al medio. Un hombre que aspiraba a dirigir el destino de Espa?a y codearse con las grandes personalidades del mundo descendi¨® a caminos enlodados para discutir con los alcaldes sobre una tra¨ªda de aguas. Recorri¨® los ministerios uno por uno hasta lograr que se anticipase la construcci¨®n de las autov¨ªas a Galicia o que se instalasen tel¨¦fonos en todas las aldeas. Contrat¨® un ej¨¦rcito de operarios para controlar los incendios forestales y triplic¨® el presupuesto general de la Xunta. Habl¨® de reyes antiguos con la gente de alcurnia y de gaiteiros legendarios junto a las cuadras de vacas. Y, a golpe de subvenci¨®n, fue tendiendo un cerco pol¨ªtico, econ¨®mico y medi¨¢tico que asfixi¨® a sus oponentes.
A veces, dormita en p¨²blico, un efecto secundario que le ha provocado con los a?os su capacidad para echar una cabezada en cualquier momento (siempre tiene un coj¨ªn en el coche para descansar sobre ¨¦l). Anda con cierta dificultad y algunos d¨ªas se le ve desganado. Pero a¨²n llega al despacho con las primeras luces o se mete en un avi¨®n a Am¨¦rica y aguanta 40 horas sin acostarse. Fraga quiere demostrar que conserva la escopeta al hombro y el 21 de octubre, el mismo d¨ªa que iba a empezar la temporada de caza -se ha retrasado una semana para que no coincida con las elecciones-, saldr¨¢ para cobrarse su cuarta mayor¨ªa absoluta. Si vuelve a triunfar, no hay que descartar que los periodistas traguen saliva de nuevo para preguntarle qu¨¦ va a hacer en 2005.
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