'Si hay un h¨¦roe, es el cocinero'
El capit¨¢n del 'Tampa' y uno de los tripulantes cuentan su experiencia con los 433 refugiados que rescataron del mar
Arne Rinnan, capit¨¢n del buque noruego Tampa -que rescat¨® el pasado 26 de agosto a 438 refugiados de un barco pesquero que se hund¨ªa en aguas de Indonesia-, cont¨® ayer desde Singapur los detalles de la pesadilla vivida a bordo durante m¨¢s de una semana. Rinnan, que iba en ruta hacia Singapur desde el puerto de Fremantle (oeste de Australia), se vio obligado a cambiar la direcci¨®n hacia la isla australiana de Navidad despu¨¦s de que algunos de los rescatados, en su mayor¨ªa afganos, amenazaran con lanzarse por la borda si regresaba a Indonesia. Pero, contra el pron¨®stico de la tripulaci¨®n, Australia no acept¨® a los refugiados y deneg¨® la entrada al Tampa. A Rinnan no le qued¨® m¨¢s remedio que quedarse frente a la isla hasta que se encontrara una soluci¨®n. Indonesia tambi¨¦n se neg¨® a aceptarles.
'Ha sido la experiencia m¨¢s especial de mi vida. No quiero que esto pase de nuevo, pero si ocurriera, volver¨ªa a hacer lo mismo', dijo Rinnan, que ha pasado m¨¢s de cuarenta a?os en el mar. Canberra acord¨® el domingo repartir a los refugiados entre la rep¨²blica de Nauru, que se ofreci¨® a acoger a 283, y Nueva Zelanda, que se comprometi¨® a recibir a 150. Ninguno lleg¨® a pisar suelo australiano.
'La ma?ana despu¨¦s de que se marcharan fui al puente a las cuatro de la madrugada y mir¨¦ hacia la cubierta. Estaba limpia y vac¨ªa. Era como un sue?o, muy irreal', se?al¨® Christian Maltau, otro miembro de la tripulaci¨®n. Maltau, de 33 a?os, recordaba c¨®mo lleg¨® hasta el decr¨¦pito barco de pesca que se hund¨ªa para conocer la situaci¨®n y preparar la operaci¨®n de rescate: 'No estaba asustado en absoluto. Todo pas¨® tan r¨¢pido que no te da tiempo a pensar'.
'La embarcaci¨®n estaba en unas condiciones terribles, golpe¨¢ndose contra las olas en un mar embravecido. No hab¨ªa medicinas, ni GPS [un sistema de ubicaci¨®n por sat¨¦lite], ni radio, ni nada'. Los ni?os y las mujeres fueron los primeros transferidos al Tampa por medio de escaleras. 'Tuvimos que cargar a algunos en brazos. Imagino que tuvimos suerte de que ninguno resultara herido'.
Los refugiados fueron confinados en un ¨¢rea abierta de unos 25 metros cuadrados en la cubierta, y protegidos con contenedores. 'Estaba oscuro. Mirando desde el puente, normalmente lo que se ve es la carga y los contenedores, pero en ese momento aquello parec¨ªa un campo de refugiados', dijo Maltau. Los inmigrantes celebraban reuniones, cantaban y rezaban varias veces al d¨ªa. La tripulaci¨®n ocupaba a los ni?os con juegos. 'Les ofrecimos comidas calientes. Si hay alg¨²n h¨¦roe en esta historia, es el cocinero. Suele cocinar s¨®lo para 27 personas'.
Maltau estaba convencido de que el Tampa atracar¨ªa en el puerto m¨¢s cercano una vez que la operaci¨®n de rescate concluyera. 'Nos sorprendi¨® mucho que s¨®lo se nos permitiera permanecer frente a la isla de Navidad'. La tripulaci¨®n pidi¨® a los refugiados que se involucraran en las tareas de limpieza, que se desarrollaron, seg¨²n Maltau, en condiciones 'primitivas, pero funcionales'. 'Ol¨ªa muy mal. Imaginen que s¨®lo tenemos 10 lavabos provisionales, y est¨¢n fuera, al calor'. El Tampa est¨¢ construido para albergar entre 30 y 40 personas. 'El Gobierno australiano me dijo muchas cosas. Prometi¨® darnos medicinas, pero no lleg¨® nada. Y la situaci¨®n en cubierta empeoraba', apunt¨® Rinnan. 'Ten¨ªamos a 10 personas inconscientes'. El capit¨¢n evit¨® atacar al Gobierno australiano. 'Estoy muy desilusionado. No tengo m¨¢s que comentar'.
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