Tras la peste, desolaci¨®n
Ganaderos de Lleida cargan contra Agricultura por el rebrote de la epidemia
El rebrote de la peste porcina cl¨¢sica en las comarcas de Lleida pocos d¨ªas despu¨¦s de que el Departamento de Agricultura anunciara el final de la epidemia ha vuelto a sumir a muchos ganaderos en la desolaci¨®n, ya que sus granjas han vuelto a quedarse vac¨ªas y no saben c¨®mo se las apa?ar¨¢n para devolver los cr¨¦ditos que hab¨ªan solicitado en la anterior crisis de hace tres a?os. Aunque esta vez las p¨¦rdidas econ¨®micas est¨¢n siendo menos importantes que entonces (m¨¢s de 1.200 millones de pesetas frente a los casi 20.000 millones de la crisis de 1997), el efecto psicol¨®gico es mayor porque nadie sabe c¨®mo y cu¨¢ndo se podr¨¢ ganar definitivamente a un enemigo invisible que causa aut¨¦ntico p¨¢nico entre los criadores de cerdos.
De las granjas de Bellmunt no saldr¨¢ ning¨²n gru?ido durante mucho tiempo
'Para quienes nos dedicamos a esto, la palabra peste nos produce terror porque implica destrucci¨®n y ruina. Estamos indefensos, nunca sabes cu¨¢ndo te visitar¨¢', dec¨ªa ayer un compungido granjero de la peque?a localidad de Bellmunt d'Urgell (Noguera), donde esta semana se ha declarado el ¨²ltimo foco, el decimos¨¦ptimo desde que el pasado 14 de junio surgi¨® el primer brote en una granja de Soses (Segri¨¤). Desde entonces se han sacrificado unos 65.000 cerdos.
Bellmunt, de 240 habitantes, es el mejor ejemplo del clima de desesperaci¨®n que viven estos d¨ªas los ganaderos afectados por la epidemia. Aqu¨ª el 80% de los ingresos econ¨®micos procede de la producci¨®n de cerdos y ahora, en aplicaci¨®n de las medidas establecidas para luchar contra la peste, se ha quedado sin caba?a porcina. Agricultura empez¨® a sacrificar ayer los 4.000 lechones de engorde y las 1.000 reproductoras que hab¨ªa en las granjas situadas en un radio de un kil¨®metro alrededor de la explotaci¨®n infectada, a pesar de que todos los animales estaban sanos. Es lo m¨¢s parecido a un drama: 'Si lo matan todo, ?de qu¨¦ viviremos?', se preguntan los vecinos.
De las granjas que rodean el casco urbano de Bellmunt no saldr¨¢ ning¨²n gru?ido durante una larga temporada. Las instalaciones, muchas de ellas a¨²n sin amortizar, se quedar¨¢n vac¨ªas, mientras que sus titulares se limitar¨¢n a observarlas con gestos de impotencia. El panorama de muchas familias de este pueblo es bastante incierto. D¨ªdac Garc¨ªa, un joven granjero traumatizado a¨²n por la experiencia de ver c¨®mo mataban a tiros a la totalidad de sus cerdos, confiesa: 'Llevo muchos d¨ªas sin poder dormir. Yo viv¨ªa de esta granja y con el dinero que me dar¨¢n por los animales sacrificados no podr¨¦ ponerla en marcha de nuevo en las mismas condiciones', a?ade. 'Tendr¨¦ que pedir un cr¨¦dito, estar¨¦ toda la vida para devolverlo y qui¨¦n me asegura que dentro de dos a?os, cuando est¨¦ en pleno funcionamiento, no volver¨¢ la peste y me quedar¨¦ otra vez sin animales. ?Tendr¨¦ que irme a coger fruta?', se pregunta.
Todos los vecinos, incluso los que no tienen ganado, est¨¢n abatidos. Los pocos que acceden a hablar con los periodistas no pueden disimular el mal trago que est¨¢n pasando y lo demuestran con lamentos y cr¨ªticas a la Administraci¨®n por la forma de conducir la crisis. Mientras los t¨¦cnicos del Departamento de Agricultura vac¨ªan las granjas de forma indiscriminada, algunos ganaderos no pueden reprimir las l¨¢grimas y otros avisan de que no est¨¢n de humor para explicar las circunstancias que les pueden llevar a la ruina. La poblaci¨®n ha suspendido la fiesta que ten¨ªa previsto celebrar el 11 de septiembre. 'No estamos para fiestas', dice otro ganadero que tambi¨¦n se plantea dejar el negocio para siempre.
Pero m¨¢s all¨¢ de las repercusiones econ¨®micas de la peste est¨¢ la cuesti¨®n emocional, la sensaci¨®n que les queda a los granjeros de haber trabajado durante mucho tiempo in¨²tilmente, que de la noche a la ma?ana se quedan sin animales y con el dolor a?adido de haber presenciado la escena de c¨®mo los cargaban en un cami¨®n y los mataban a tiros uno a uno. 'Es una sensaci¨®n que no se puede explicar y, al mismo tiempo, es dif¨ªcil de entender para quien no vive el problema', explica uno de los granjeros a las pocas horas de quedarse sin reproductoras.
Los ganaderos aseguran que la culpa de que la peste haya rebrotado no es suya, como dio a entender el consejero de Agricultura, Josep Grau, al acusar a un granjero de Bellmunt de ocultar la enfermedad durante 10 d¨ªas. Ellos dicen que han actuado como les exige la normativa. El sector tiene la impresi¨®n de que alguien no ha hecho bien las cosas, devuelve las cr¨ªticas al Departamento de Agricultura y lo acusan de no saber gestionar la crisis.
'Si las cosas se hubieran hecho bien, no tendr¨ªamos el problema que tenemos. Es una verg¨¹enza que un pueblo que vive de las granjas de reproductoras se quede sin animales porque la Administraci¨®n no ha sabido vigilar suficientemente el aspecto sanitario. El consejero Grau deber¨ªa velar m¨¢s por los intereses de la ganader¨ªa', dice el ganadero Joan Par¨ªs.
Una de las cosas que m¨¢s duele a los criadores de cerdos es que la Generalitat haya ordenado el sacrificio indiscriminado de todos los animales, incluidas las reproductoras, en un radio de un kil¨®metro de la granja apestada. Antes se intentaba salvar las granjas de reproductoras porque volverlas a poner en marcha requiere un periodo m¨ªnimo de dos a?os. 'S¨®lo pido que los animales de engorde que est¨¦n sanos puedan ir al matadero y que no nos hagan sufrir tanto a nosotros', imploraba ayer un granjero.
Los afectados no quieren m¨¢s cr¨¦ditos, sino garant¨ªas de que podr¨¢n continuar con el negocio. Por ello reclaman unas indemnizaciones m¨¢s justas y el reconocimiento del derecho a recibir compensaciones por el tiempo que las explotaciones deber¨¢n permanecer inactivas. El sindicato Uni¨® de Pagesos pide una ayuda a fondo perdido de 3.500 pesetas mensuales por cerda durante el periodo improductivo. S¨®lo de esa manera, dice, los ganaderos no tendr¨¢n problemas para volver a empezar.
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