Venecia dedica la mayor retrospectiva a Balthus y su pintura del silencio
El Palazzo Grassi re¨²ne 250 obras del artista a los seis meses de su muerte
La primera obra que se conserva del pintor Stanislas Klossowski, Balthus, el libro Mitsou, publicado en 1921 e ilustrado con 40 dibujos, tiene un prefacio escrito por Rainer Maria Rilke. El poeta alem¨¢n era uno de los muchos artistas e intelectuales amigos de la familia Klossowski, y en ese ambiente estimulante del Par¨ªs de los a?os veinte y treinta creci¨® Balthus, un pintor pol¨¦mico, perfeccionista e inclasificable. Seis meses despu¨¦s de su muerte, ocurrida en Suiza a los 92 a?os de edad, la Fundaci¨®n Palazzo Grassi, de Venecia, le dedica una gran exposici¨®n retrospectiva que se inaugura ma?ana en Venecia. Est¨¢ integrada por 250 obras prestadas por 90 instituciones y museos de 10 pa¨ªses, entre ellos Espa?a.
La de Balthus, un artista admirado por las ¨¦lites y poco conocido del gran p¨²blico, es, en palabras de Jean Clair, comisario de la exposici¨®n, 'la pintura del silencio, como la de Rilke es la poes¨ªa del silencio'. Una pintura que convoc¨® ayer en el Palazzo Grassi a no pocos famosos ligados a la vida de Balthus. Empezando por su segunda esposa, Setsuko Ideta, que acudi¨® a Venecia acompa?ada por los dos hijos que tuvo con el artista (se casaron en Jap¨®n en 1968) y por el fot¨®grafo Henri Cartier-Bresson, amigo personal y a su modo bi¨®grafo de Balthus, al que tom¨® decenas de fotograf¨ªas, algunas de las cuales forman parte de la exposici¨®n en la sala dedicada a los documentos sobre la vida del artista. La muestra, la m¨¢s completa de cuantas se organizaron en vida del artista, estar¨¢ abierta hasta el 6 de enero pr¨®ximo y re¨²ne 250 obras, entre ellas un centenar de pinturas.
A simple vista, Stanislas Klossowski, hijo de arist¨®cratas polacos, crecido en el exilio dorado, entre Par¨ªs y Berl¨ªn, rodeado de belleza y talento desde que abri¨® por primera vez los ojos al mundo en Par¨ªs, el 29 de febrero de 1909, fue un tipo afortunado. Pintor e historiador el padre, pintora la madre, Balthus tuvo contacto desde muy joven con la cultura y el arte.
Los muchos admiradores de la obra de Balthus se encontrar¨¢n en los salones de Palazzo Grassi (la exposici¨®n ha sido organizada por la Fundaci¨®n cultural del mismo nombre del Grupo Fiat) con la agradable sorpresa de poder ver muchos de sus cuadros con luz natural. Algo que siempre dese¨® el artista y que no fue posible lograr en ninguna de las grandes retrospectivas sobre su obra organizadas en los a?os ochenta (en Nueva York y Par¨ªs). Al mismo tiempo, la exposici¨®n veneciana supera ampliamente por n¨²mero de obras a muestras relevantes como la presentada por el museo Reina Sof¨ªa de Madrid en 1996. La relativa escasez de exposiciones hace que la obra de Balthus sea todav¨ªa territorio ignorado para el gran p¨²blico, que a menudo s¨®lo conoce del pintor algunos de sus cuadros de ni?as y muchachas semidesnudas, escenas cargadas de ese erotismo de voyeur un tanto morboso, que escandaliz¨® a la cr¨ªtica y al p¨²blico en la primera gran exposici¨®n del artista en la galer¨ªa Pierre de Par¨ªs, en 1934.
Pero Balthus, que se inici¨® en la pintura realizando minuciosas copias de los pintores renacentistas italianos, es tambi¨¦n el autor de delicados paisajes de influencia oriental, realizados a principios de los a?os setenta cuando el artista polaco, nombrado por Andr¨¦ Malraux director de la Academia de Francia en Roma, en 1962, tuvo la oportunidad de comprarse el castillo medieval de Monte Calvello, cerca de la Ciudad Eterna. Balthus, perseguidor de la belleza por encima de todas las cosas, consideraba que el verdadero arte 'debe ser expresi¨®n de una b¨²squeda de universalidad y no una mera manifestaci¨®n individual'. Por ello despreciaba el excesivo personalismo de los pintores de su ¨¦poca, ansiosos de encontrar su propio camino o de comunicar algo de s¨ª mismo a trav¨¦s de su obra.
A lo largo de la exposici¨®n, organizada linealmente en nueve salas, acondicionadas por la arquitecta Gae Aulenti, el visitante recorre todo el proceso ascendente del artista, desde la infancia expresiva a la madurez pict¨®rica. La impresi¨®n inicial est¨¢ dominada por la visi¨®n, nada m¨¢s pisar el vest¨ªbulo de Palazzo Grassi, de su obra Passage du Commerce-Saint-Andr¨¦, un lienzo gigantesco de casi diez metros cuadrados pintado por Balthus en los a?os de m¨¢ximo esplendor, entre 1952 y 1954, y una de las obras de referencia del artista. Pero est¨¢n tambi¨¦n los retratos a la acuarela de Balthus ni?o, hechos por su madre, una pintora de talento, y los primeros dibujos del pintor, apuntes e ilustraciones en tinta china como las realizadas para Cumbres borrascosas, una novela que, seg¨²n el propio Balthus, resum¨ªa bien su propia juventud, fogosa, apasionada y tempestuosa.
Durante los 16 a?os que residi¨® en Villa Medicis, el pintor tuvo oportunidad de conocer a fondo el arte italiano, pero tambi¨¦n de hacer un viaje trascendental. El que le llev¨® a Jap¨®n en 1967, donde conoci¨® a Setsuko Ideta, la mujer con la que pasar¨ªa el resto de su vida. La impronta de la cultura y la est¨¦tica japonesas se deja ver tambi¨¦n en la serie de apuntes y lienzos, como La habitaci¨®n turca, realizados en esos a?os. La personalidad del artista est¨¢, sobre todo, m¨¢s que en la t¨¦cnica o el estilo, en una tem¨¢tica que le lleva a dibujar y pintar, una y otra vez, los cuerpos en flor de jovencitas m¨¢s o menos an¨®nimas. Desnudos plenamente sexuales y sensuales que denotan una pasi¨®n casi obsesiva por una idea de pureza inaccesible. Balthus era consciente de ser el pintor de un mundo que desaparec¨ªa ante sus ojos.
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