'He visto temblar entre bastidores a muchos monstruos del cine'
Pregunta. Si su libro fuera una pel¨ªcula, ?a qu¨¦ g¨¦nero cree que pertenecer¨ªa?
Respuesta. Aunque cada lector puede clasificarlo a su antojo, creo que en el fondo es un relato de aventuras.
P. Aparte del propio festival, de entre los protagonistas, ?qui¨¦n es el chico, qui¨¦n la chica y qui¨¦n el pirata malo?
R. Es una aventura coral, y el protagonismo pasa de mano en mano. Tambi¨¦n el personaje del malo. A veces fue una autoridad, otras un distribuidor y, en ocasiones, hasta uno de esos mitos. Mickey Rooney, por ejemplo, pero m¨¢s que malvado era un pirata que quer¨ªa recuperar la perdida gloria de su infancia.
P. Bette Davis, como en el cine mismo, chupa mucho plano en su libro.
R. Hombre, claro. Supuso la experiencia m¨¢s fuerte. Ella sab¨ªa que ¨¦se iba a ser el ¨²ltimo viaje de su vida, y quiso despedirse rodeada de aplausos. Defendi¨® ante el p¨²blico su imagen de leona, pero nosotros la vimos llorar cuando sus fuerzas no la acompa?aban. Tuvo el coraje de mantener su leyenda hasta el final. Era una mujer tan brava como fr¨¢gil. Nos dio una lecci¨®n. Yo no he visto, ni creo que vea ya, un espect¨¢culo tan conmovedor.
P. Tambi¨¦n hay un fantasma: Jack Lemmon. ?Puede explicar la raz¨®n del t¨ªtulo?
R. Es la historia de un amor imposible, lo que significar¨ªa vincular el libro a otro g¨¦nero cinematogr¨¢fico. Desde mi primer a?o, en 1985, le invit¨¦ para que viniera al festival. Me respondi¨® siempre con cortes¨ªa, prometiendo aceptar la invitaci¨®n al a?o siguiente. Le he escrito a ¨¦l el libro, para que sepa lo que se perdi¨®.
P. No se queje. Al frente del festival, viaj¨® usted m¨¢s, vio m¨¢s pel¨ªculas y conoci¨® a m¨¢s estrellas que el resto de los mortales. Adem¨¢s, cobrando. ?Esas fiestas neoyorquinas con Robert de Niro!
R. Fue una sorpresa su timidez. Al Pacino le incitaba a confundirse entre los dem¨¢s invitados, y ¨¦l se reclu¨ªa en un rinconcito. No se corresponde su energ¨ªa en la pantalla con el miedo a las multitudes. Es el m¨¢s atemorizado, pero no el ¨²nico. He visto c¨®mo temblaban entre bastidores otros monstruos del cine.
P. ?Por ejemplo?
R. La propia Davis, Lana Turner, Mel Gibson, Susan Sarandon, Fern¨¢n-G¨®mez, Antonio Banderas... Cada uno a su modo, pero todos temerosos de enfrentarse al p¨²blico siendo ellos mismos, sin la protecci¨®n de un personaje.
P. ?Es Pedro Almod¨®var el director espa?ol que mayor partido ha sabido extraer del Festival de San Sebasti¨¢n?
R. No le asusta el p¨²blico. Ha presentado pel¨ªculas suyas y homenajes a otros invitados, logrando siempre que los focos se dirijan a ¨¦l. Admiro su capacidad para el protagonismo, sabe sacar partido de cualquier situaci¨®n.
P. En el pasado, usted fue cr¨ªtico. ?Se pierden m¨¢s amigos por una mala cr¨ªtica o por no seleccionar una pel¨ªcula para el certamen?
R. Una mala cr¨ªtica. Es jodido decirle a un amigo que su trabajo no es bueno. Frente a los festivales, los directores son ambiguos: los desean tanto como los temen. Para el cine espa?ol, el de San Sebasti¨¢n es a veces un arma de doble filo. Pero bueno, un amigo/a es un amigo/a... Suele superarlo con el tiempo y unas copas...
P. Y ante los colegas periodistas que hemos querido aprovecharnos de su amistad para sonsacarle chismes, ?cu¨¢l ha sido su t¨¢ctica?
R. Echar balones fuera, responder sin decir nada..., aunque en alguna ocasi¨®n pequ¨¦ de ingenuo.
P. Elija entre tres Antonios: ?Hopkins, Quinn o Banderas?
R. El m¨¢s cercano, Banderas. Sali¨® atropelladamente del ba?o, envuelto en espuma, para leerme el discurso que hab¨ªa preparado para Hopkins. Fue un momento fascinante.
P. ?Gregory Peck, Glenn Ford o Robert Mitchum?
R. Bien distintos los tres. Peck fue el primer premio Donostia: llov¨ªa torrencialmente, no vio nada de la ciudad, pero, todo un caballero, se transform¨® en nuestro mejor publicista. A Glenn Ford se le acababa de morir Rita Hayworth y lloraba como un hu¨¦rfano. Mitchum derrochaba tanto humor como consum¨ªa an¨ªs: le perdieron las maletas, le compramos ropa de urgencia, y nos devolvi¨® la no usada cuando recuper¨® la suya... Cada uno sorprend¨ªa a su manera.
P. Entre las damas, ?Susan Sarandon, Catherine Deneuve, Anjelica Huston?
R. Anjelica se comport¨® como una amiga de toda la vida, atenta a lo que necesit¨¢ramos. La Sarandon no daba cr¨¦dito a ser tan conocida entre nosotros e hizo buenas migas con Pilar Mir¨®, hablando de los hijos. La Deneuve, bueno, la Deneuve fue un caso aparte: no nos gustamos, no se dej¨® querer, me pareci¨® que le molestaba ser tan famosa como miedo ten¨ªa ante la posibilidad de dejar de serlo.
P. Las circunstancias pol¨ªticas del Pa¨ªs Vasco ofrecieron no pocas situaciones tensas. Parece que Michael Douglas fue el que tuvo m¨¢s aguante.
R. Recuerdo tambi¨¦n a Vittorio Gassman oyendo c¨®mo chocaban las pelotas de goma contra las ventanas del hotel y hacer chistes como si nada estuviera ocurriendo, y a Robert Mitchum ir a un restaurante en medio de una manifestaci¨®n violenta y quedarse perplejo cuando, a la salida, la calle era un remanso de paz... S¨ª, ha habido situaciones dif¨ªciles. Es algo exclusivo de este festival.
P. ?Qu¨¦ le ha sido m¨¢s dif¨ªcil, dirigir el festival o escribir el libro?
R. Dirigir el festival ha sido vivir en una zozobra constante, pero, cr¨¦ame, apasionante: puede que sea el trabajo m¨¢s bonito del mundo. Escribir el libro ha sido recomponer cuanto ocurri¨®, revivirlo, aclararlo, compartirlo, verlo todo desde otra ventana. Usted sabe m¨¢s de eso que yo...
P. ?En su pr¨®logo, P¨¦rez-Reverte dice que 'Diego Gal¨¢n no ten¨ªa derecho a irse del festival sin contarnos todo eso'. ?Escribi¨® el libro por sus ganas de compartir?
R. Me daba pena que tantas experiencias se fueran por el desag¨¹e. El mundillo de un festival de cine es algo desconocido para quien no trabaja en ¨¦l, y el de San Sebasti¨¢n es muy especial. Ocurren en ¨¦l cosas que lo diferencian de cualquier otro festival del mundo.
P. Estar al frente del de San Sebasti¨¢n, ?es la culminaci¨®n del sue?o de un cin¨¦filo?
R. Es una manera de que la cinefilia ponga los pies en el suelo. Los mitos se hacen de carne y hueso, y las entretelas de la industria eliminan falacias en las que uno cre¨ªa.
Babelia
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