'?Dame un beso, hombre!'
Las comunidades de Navarra, La Rioja y Valenciana han sido las primeras en regresar a las aulas, el pasado jueves
'Yo quiero ir al otro'. El 'otro' es la guarder¨ªa del barrio, lo malo conocido para Javier. Con tres a?os y medio despliega, esperando el autob¨²s que le llevar¨¢ al colegio por primera vez en su vida, una inusitada panoplia de medios para impedir que su madre lo introduzca en un espacio desconocido y lleno de peque?os personajillos, somnolientos y asustados como ¨¦l.
Javier es uno de los 5.750 nuevos escolares navarros de educaci¨®n infantil que van a vivir el primer d¨ªa de colegio de sus vidas. Nervios, sollozos, expectaci¨®n y caras que entremezclan preocupaci¨®n y cierto alivio en las madres y padres que dejan a sus hijos en la escuela tras un largo verano de atenciones.
'Me duele la tripa', 'estoy enfadado', 'no me dejes', 'quiero ir al otro'. Las excusas de Javier, que luce su flamante mochila nueva con los ya pesados materiales escolares en su interior, no le sirven para nada. La profesora lo recoge con cuidado y lo introduce en el autob¨²s. A¨²n le falta media hora para llegar a su colegio, ?ngel de Aralar, en Villava, junto a Pamplona.
El autob¨²s se aleja y las cafeter¨ªas cercanas se llenan r¨¢pidamente de padres que toman el segundo caf¨¦ de la ma?ana y se cuentan las experiencias del verano. ?Qu¨¦ alivio! Todo el d¨ªa por delante... y con los hijos 'aparcados' en el cole.
Una escena similar a ¨¦sta se desarrolla a unos cientos de metros m¨¢s all¨¢. En el patio de entrada al centro p¨²blico San Juan de la Cadena, del barrio de San Juan, en Pamplona.
'?Ana!', '?Est¨ªbaliz!'. Rugen las gargantas de Alejandra y Arantxa, dos de las alumnas de primaria, que acaban de reconocer a sus amigas. All¨ª, al filo de las nueve de la ma?ana, no hay lloros. Ya se conocen todos. Parecen estar como en familia, su otra familia.
Los chavales improvisan un partido de f¨²tbol antes de empezar la jornada. Tiran los libros nuevos al suelo sin ning¨²n pudor. Las ni?as arrastran carritos de ruedas con los materiales. Madres y padres se re¨²nen a las puertas del centro. Hay una considerable proporci¨®n de ni?os inmigrantes: ecuatorianos, chinos, cubanos. Sus hijos se mezclan r¨¢pidamente con los dem¨¢s. Las madres, no. Las madres observan en silencio.
Empieza el cole un a?o m¨¢s. Suena la sirena. Son las nueve en punto. La marabunta de mochilas pasa acelerada por delante de un gran acuario de peces tropicales que parecen mirar, asombrados, la repetida invasi¨®n del centro en un nuevo curso.
En el alboroto del reencuentro con los amigos, muchos ni?os se olvidan incluso de despedirse de sus madres. '?Dame un beso, hombre!', espeta una joven madre a su hija. La peque?a se vuelve sobre sus pasos. '?Jo, mam¨¢aaa!', es su ¨²nica respuesta. No hay beso.
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