Jos¨¦ Tom¨¢s hizo el milagro
Ser¨ªan las 19.10 cuando, a media luz, Jos¨¦ Tom¨¢s y el toro compart¨ªan soledad en el centro del gran anillo de la plaza de Ronda. Se empe?aba el madrile?o en citar al natural, de largo, dando distancia y ofreciendo el medio pecho; de repente, con violencia, el toro se arranca en zigzag, imitando el recorrido de la serpiente, hacia afuera, hacia dentro, en una b¨²squeda que pone la angustia en la garganta porque la cabeza presiente la cogida: en mitad del grito, Jos¨¦ Tom¨¢s, sin mover un m¨²sculo, sin dar un toque, mete la violencia en la muleta y la vac¨ªa inveros¨ªmilmente, sin otra explicaci¨®n que el milagro torero, porque no hab¨ªa tiempo, ni terreno, ni posibilidad. La plaza tard¨® segundos en reaccionar y muchos m¨¢s segundos en bajar las manos de la cabeza para aplaudir enloquecida.
Garcigrande / Rivera, Tom¨¢s, Morante
Toros de Garcigrande, faltos de casta y fuerzas. Rivera Ord¨®?ez: estocada algo desprendida (ovaci¨®n y saludos); estocada (oreja). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada desprendida (dos orejas); media estocada (dos orejas). Morante de la Puebla: estocada trasera ca¨ªda (ovaci¨®n y saludos); tres princhazos, estocada desprendida (ovaci¨®n y saludos). Plaza de la Maestranza de Caballer¨ªa, 45? corrida goyesca, 8 de septiembre. Lleno.
Desde ese momento, el toreo fue de seda, perfecto en los naturales, especialmente en una serie, as¨ª como en un remate por bajo tras el ¨²ltimo natural de otra, en los pases por alto y en los ayudados por bajo. Jos¨¦ Tom¨¢s, con un solo pase, mand¨® al resto de la torer¨ªa al andamio. Puede que no se repita, pero quien lo ha visto, quien ha sido testigo del milagro, sabe que la pol¨¦mica no tiene sentido y que tampoco cabe la duda. El toreo es as¨ª, a la antigua, a la eterna, haciendo m¨¢s que los dem¨¢s y lo que los otros no pueden.
En el segundo, cascarilla: tal cual natural, ¨²ltimo de serie, bien ligado, y gracias. Lo grande vino en el quinto.
Del amplio abanico de ver¨®nicas que Rivera Ord¨®?ez luci¨® en su lote hay que decir que las hubo marcando las afueras; otras, atrasando la pierna; otras, en fin, a pies juntos, medias de costadillo... En tan extenso cat¨¢logo s¨®lo se ech¨® a faltar el lance a comp¨¢s abierto cargando la suerte. Al cuarto lo recibi¨® con una larga cambiada, que hubo de mutar en cuerpo a tierra al par¨¢rsele el toro primero y venirse cruzado despu¨¦s. Como tiene casta, repiti¨® lance en mejor situaci¨®n. Con la muleta, poco que hacer hab¨ªa en su primero, que se raj¨® enseguida al abrigo de las pilastras de piedra. Rivera templ¨® en el inicio de faena, para seguir largando trapo hacia afuera por el lado izquierdo o marcando el viaje con el pico de la muleta por el derecho, hasta diluirse la faena, que fue rematada con dignidad.
Morante pas¨® de puntillas en el tercero y se esforz¨® en dos series de redondos en el sexto; falt¨® continuidad en la faena tanto como en el remate.
En la tradicional corrida goyesca, el pase¨ªllo fue de tiempos modernos, incluso premonitorios, ya que se realiz¨® sin picadores. Ni falta que hac¨ªan. Lo malo es que tampoco salieron las mulillas y todo hac¨ªa presagiar un laborioso arrastre a brazo; menos mal que todo se arregl¨® y salieron los imprescindibles mulilleros y los prescindibles picadores. ?sta puede ser una original manera de enlazar el pasado con el presente, pero la ¨²nica manera de proyectar el futuro es atenerse a los c¨¢nones de la autenticidad, que en la tarde de ayer fue encarnada por Jos¨¦ Tomas. S¨®lo con la emoci¨®n, el toreo puede tener futuro; s¨®lo con el reconocimiento expl¨ªcito de que lo que se hace en el ruedo es superior e impensable, adem¨¢s de poco predecible. ?sta no es sino la rama eterna del arte, que se tiene que traducir en valent¨ªa y en estremecimiento del p¨²blico.
Babelia
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