?rdago para El Cabanyal
Los primeros calores del verano debieron ser la causa de que, un buen d¨ªa, paseando con mi vieja Olympus por El Cabayal, mis neuronas se sobrexcitaran y ?zas! , parida al canto. Un poco cansado de tanta pol¨¦mica sobre la media docena de temas de siempre, decid¨ª no entrar en liza, en la confianza de que mi opini¨®n, acertada o no, iba a resultar inocua, pues en este tema -como en el resto- est¨¢ de moda la fe inquebrantable en los evangelios de las plataformas salv¨ªficas itinerantes o, como ¨²nica opci¨®n alternativa, el peloteo baboso a las sacrosantas instancias del poder. Mal lo tenemos, me susurr¨® mi conciencia esc¨¦ptica, mientras que mi conciencia quijotesca (tengo tres o cuatro conciencias que se divierten conmigo) dejaba caer un... ?y porqu¨¦ no? Ten¨ªa quehaceres m¨¢s perentorios y decid¨ª cabrearlas, aplazando la decisi¨®n.
De vuelta al cole he repensado el tema y, habida cuenta de que una excomuni¨®n m¨¢s o menos, de unos o de otros, no deber¨ªa ser el criterio decisional, pues... ?a jugar! Y puestos a elegir juego, el mus, que es juego de rancio abolengo aunque yo no tenga la m¨¢s remota idea. Me sonaba lo de '¨®rdago' y el Corominas me ha sacado de dudas : 'Envite del resto en el juego del mus, del vasco 'or dago', 'ah¨ª est¨¢', frase empleada a modo de intimidaci¨®n en dicho juego de cartas'. Queda bien, por tanto -o eso creo-, utilizar la palabreja en el t¨ªtulo. Como han popularizado unos conocidos humoristas, no es por intimidar, pero, si hay que intimidar, se intimida.
Ah¨ª va el ¨®rdago. Supongamos que ninguna instancia judicial anula la decisi¨®n municipal de prolongar la avenida de Blasco Ib¨¢?ez hasta el Paseo Mar¨ªtimo y que Rita Barber¨¢ se mantiene en sus trece por aquello de la legitimidad democr¨¢tica, pasar a la historia etc. sin que el salvem de turno consiga cambiar el rumbo fijado. Pues bien, si se produjera o produjese dicha circunstancia -la orden de b¨²squeda y captura que sea contra mis neuronas, por favor- podr¨ªamos tomar ejemplo del mus y proponer hacer las paces y aceptar la decisi¨®n municipal si y s¨®lo si va acompa?ada de la peatonalizaci¨®n no s¨®lo de la prolongaci¨®n sino de todo el per¨ªmetro delimitado por la v¨ªa del tranv¨ªa -Paseo Mar¨ªtimo-avenida del Puerto-Serrer¨ªa-.
Antes de defender las ventajas de la propuesta, quiero elevar la m¨¢s en¨¦gica de mis protestas (?qu¨¦ l¨¦xico, Dios m¨ªo!) ante la ausencia , en este proyecto y en otros del pasado y del futuro, de cualquier cosa que se parezca a un an¨¢lisis coste-beneficio, lo cual obliga a utilizar en demas¨ªa la imaginaci¨®n y/o el sentido com¨²n. Creo recordar que la alcaldesa es economista. Pues que se note.
?Que por qu¨¦ propongo tan peregrina transacci¨®n? Simplemente porque estoy convencido de que la avenida de 50 metros proyectada, de ser peatonal, tendr¨ªa muchos menos impactos negativos y, por el contrario, ser¨ªa un elemento de revitalizaci¨®n de un barrio en declive. Los espacios peatonales unen y no separan, son lugares de encuentro, activan el comercio, revalorizan el espacio y, en definitiva, nos devuelven a un modelo de ciudad que la invasi¨®n de veh¨ªculos privados y la proliferaci¨®n de centros comerciales y de ocio y de ciudades tem¨¢ticas zaplaniles est¨¢n echando a perder a toda pastilla. Peatonalizar la prolongaci¨®n s¨®lo exige poner esos pivotes tan cucos que se activan con un mando a distancia y del que dispondr¨ªan autobuses, bomberos, ambulancias, servicios p¨²blicos, taxis, veh¨ªculos de carga y descarga (a horas prefijadas) y residentes en la zona. Es decir, la avenida no ser¨ªa peatonal al 100% pero les puedo asegurar que la diferencia ser¨ªa abismal. Y ya puestos, no veo especial inconveniente a que el mismo tipo de peatonalizaci¨®n se extienda al per¨ªmetro se?alado que, en definitiva, es un centro hist¨®rico aunque no est¨¦ en el centro. En Santiago de Compostela lo hicieron hace bastantes a?os (en Toledo la cosa no ha pasado de la propuesta ) y el ¨¦xito ha sido total. Peatonalizar y urbanizar adecuadamente, con prolongaci¨®n incluida, ¨¦ste es el ¨®rdago.
Y la Malva-rosa y Natzaret no pueden quedarse al margen. An¨ªmense y hagan juego. Son barrios diferentes y diferentes deben ser las propuestas. Y aunque la piel del oso est¨¢ vendida (y revendida), aprovecho la ocasi¨®n para protestar por la extensi¨®n de los PAI m¨¢s all¨¢ de la l¨ªnea f¨¦rrea, desaprovechando la ocasi¨®n de plantear una operaci¨®n de renovaci¨®n profunda de todos los espacios mar¨ªtimos. Porque el proyecto -si se puede llamar as¨ª- del Balc¨®n al Mar (en castellano, com il faut), adem¨¢s de malo es el timo del tocomocho: les pongo una feria, un polideportivo, una pista de hielo y, por detr¨¢s, doy marcha (aunque haya exceso de oferta y crisis a la vista) a estos buenos chicos de los promotores. Y luego digo que he aumentado los espacios libres y equipamientos, sin decir que tambi¨¦n he aumentado la poblaci¨®n residente y que el ratio (metros cuadrados de zona verde o equipamientos por habitante) no cambia demasiado. Ferpecto, que dir¨ªa Forges.
Bueno, estimado p¨²blico. Pues eso. Discrepen, por favor. No vean demasiado la caja tonta, practiquen el sentido del humor y recuerden que ciudadano, ciudad y civilizaci¨®n tiene la misma ra¨ªz. Y que los ciudadanos somos clientes y copropietarios de nuestra ciudad. ?O no?
Josep Sorribes es profesor de Econom¨ªa Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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