El toro de Madrid
Sali¨® el toro de Madrid.
Parecer¨¢ una redundancia porque est¨¢bamos en Madrid, pero lo que se acaba de informar merece una explicaci¨®n pues tiene su busilis.
Muchas veces en Madrid no echan el toro de Madrid. Muchas veces en Madrid lo que echan es a gusto del consumidor -o sea, el torero, si goza fama y cach¨¦ de figura- y su gusto consiste en que le echen el toro de los pueblos y de las ferias y fiestas de Espa?a, ?ole!
El toro de Madrid se lo echaron a tres novilleros j¨®venes e inexpertos. Tambi¨¦n manda bemoles el asunto porque al toro de Madrid lo caracteriza su seriedad y fortaleza, las dificultades y peligros que ambas caracter¨ªsticas conllevan, y no deber¨ªan torearlos novilleros j¨®venes e inexpertos sino diestros con edad, saber y categor¨ªa consolidada de figuras.
V¨¢zquez / L¨®pez, Azuquita, Alberto
Novillos de Alejandro V¨¢zquez, con presencia, muy serios, cuajados y bien armados; 1? de encastada nobleza, resto mansos dificultosos. 6?, segundo sobrero, inv¨¢lido, en sustituci¨®n del primer sobrero y el titular devueltos por inv¨¢lidos. Tom¨¢s L¨®pez: metisaca atravesado que asoma, media -aviso- y descabello (ovaci¨®n y salida al tercio); pinchazo, estocada y rueda de peones (escasa petici¨®n y vuelta con protestas). Azuquita, de Sevilla, nuevo en esta plaza: bajonazo descarado (silencio); pinchazo, dos m¨¢s baj¨ªsimos, estocada corta atravesada -aviso- y se echa el novillo (protestas y algunas palmas cuando saluda por su cuenta). Juan Alberto: pinchazo, otro hondo delantero, pinchazo, otro hondo tendido -aviso- y se echa el novillo (pitos); dos pinchazos bajos, pinchazo en lo alto, otro hondo, dos descabellos -aviso- y dos descabellos (silencio). Plaza de Las Ventas, 9 de septiembre.Media entrada.
O sea, el mundo al rev¨¦s.
Claro que el mundo estar¨¢ al rev¨¦s mas el mundillo taurino permanece al derecho, seg¨²n quiere y le conviene, pues precisamente lo que le va y le dejan ejecutar impunemente es ponerse el mundo por montera.
Sueltan esos novillos de Alejandro V¨¢zquez que se ense?orearon del ruedo vente?o en la mayor¨ªa de esas plazas de Dios -y, por supuesto, en todas las ferias que ahora se est¨¢n celebrando- y mientras comentan los aficionados del lugar que as¨ª deben ser las corridas de toros van las figuras y dicen que los toree Rita la Cantaora.
Por eso el toro de Madrid (el leg¨ªtimo) es ferozmente denostado por los taurinos. Aparece uno de esos y lo llaman zambombo. Hay aficionados de la nueva ola que pican y en cuanto ven saltar a la arena un toro de trap¨ªo lo llaman zambombo. Consecuentemente y en pura l¨®gica, si es chico le auguran bravura y afirman que tiene cara de embestir. C¨®mo los enga?an, angelicos m¨ªos.
La desinformaci¨®n, unida a la falta de criterio, propicia estas modas absurdas que han convertido la fiesta en un coladero, terreno abonado para todo tipo de corruptelas, fraudes y tropel¨ªas.
Pues bien, con el toro de Madrid se midieron los tres novilleros j¨®venes e inexpertos, y cuantas gentes asistieron al coso (procedentes de todos los puntos del Globo) admiraron la decisi¨®n que pusieron y el m¨¦rito de su desigual confrontaci¨®n. Cuando hubo aplausos, aplaud¨ªan todos; cuando petici¨®n de oreja, la mayor vehemencia la pon¨ªan los chinos. Las tensiones exclamativas del ?ay! y el ?ol¨¦! proced¨ªan de todos los grupos que poblaban medio grader¨ªo as¨ª fueran grupos de respetuosos iran¨ªes con turbante o aficionados conspicuos con una toba socarr¨¢ndoles la comisura de los labios.
Buen toreo interpret¨® con capote y muleta Tom¨¢s L¨®pez, torero toledano que se conoce la papeleta y ya ten¨ªa encandilado al personal nada m¨¢s empezar por unas ce?idas chicuelinas que dio.
Ese novillo primero de la tarde, al que mulete¨® L¨®pez con excelentes hechuras, templando y ligando los pases -sobre todo los derechazos- sac¨® una encastada nobleza que pudiera calificarse de excecional y permiti¨® generar excelentes augurios respecto a lo que ser¨ªa la novillada. Pero fallaron totalmente. Porque el resto desarroll¨® mansedumbre, dio inciertas embestidas, plante¨® problemas insolubles para unos novilleros j¨®venes e inexpertos.
Tom¨¢s L¨®pez s¨®lo pudo exhibir en el cuarto su voluntad de agradar y algunos desahogos tremendistas. Azuquita, falto de templanza y recursos dominadores -y en situaci¨®n de inferioridad por su baja estatura- bull¨® y se afan¨® cuanto pudo con resultados aleatorios. Juan Alberto tambi¨¦n mostr¨® estupendas maneras y valor para desarrollarlas si bien sus novillos, uno reserv¨®n, otro incierto, le desluc¨ªan las faenas.
El incierto era segundo sobrero, que sustitu¨ªa a otro sobrero y al titular, devueltos por inv¨¢lidos. Estos, de toro de Madrid s¨®lo ten¨ªan la fachada. La verdad es que la fachenda se da mucho en Madrid. Pero no precisamente en toros. Aunque se dan casos.
Babelia
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