Los reyes del lujo firman la paz
Bernard Arnault permite que Fran?ois Pinault logre el control de Gucci
Durante m¨¢s de dos a?os, Bernard Arnault y Fran?ois Pinault, dos de los hombres m¨¢s ricos de Francia, han mantenido una peculiar guerra. Las armas eran bolsos, botellas de champa?a, pa?uelos de fantas¨ªa, abrigos de piel, camisas de gasa o perfumes, y los soldados eran decenas de abogados y de modistas. Los dos quieren ser reyes de la moda o, mejor dicho, del sector lujo, y los dos cuentan con argumentos arrojadizos suficientes como para creer en la legitimidad de su t¨ªtulo. Arnault, el gran patr¨®n de LVMH, primer grupo mundial de marcas de lujo, se escuda tras firmas de tanto renombre como Christian Dior, Louis Vuitton, Kenzo, Lacroix, Givenchy, Berluti, Guerlain, Mo?t Chandon, Dom P¨¦rignon, Sephora, Loewe, Ch?teau d'Yquem y otros nombres menores; Pinault cuenta con Yves Saint Laurent, Balenciaga, Ch?teau Latour, Artemis, Bouygues, Bottega Veneta, Stella McCartney, Alexander McQueen o Christie's. Y los dos quer¨ªan el control de Gucci.
Arnault es un millonario discreto. A Pinault le gusta que le vean y opinar sobre todo
La historia viene de lejos. En 1999, Arnault era el socio mayoritario de Gucci, pero Pinault, sigilosamente y con la complicidad de Domenico del Sole y Tom Ford -presidente de la marca italiana y dise?ador de la misma, respectivamente-, fue adquiriendo acciones hasta conseguir que el 34% de Arnault quedara reducido en un 20%. Desde aquel d¨ªa, en marzo de 1999, Francia era demasiado peque?a para los dos hombres. Si uno se compraba una isla en el Sena para instalar ah¨ª su futuro museo de arte contempor¨¢neo, el otro respond¨ªa apoder¨¢ndose de unos grandes almacenes modernistas justo delante del Pont Neuf de Par¨ªs, con la idea de convertirlos a su vez en su museo y en un hotel de gran lujo; si uno se hace construir un rascacielos en Nueva York por un arquitecto franc¨¦s y obsequia a sus invitados con un concierto de piano protagonizado por ¨¦l mismo y su esposa, dos virtuosos del teclado, entonces el otro abre la mayor perfumer¨ªa del mundo en la Quinta Avenida.
Arnault es un millonario discreto. Su fortuna procede de la reconversi¨®n del sector textil. A Pinault le gusta que le vean, hablar, tener opiniones sobre todo. De Arnault s¨®lo se sabe que piensa como un millonario, mientras que Pinault es un millonario que patrocina la candidatura de Chirac, invierte en televisi¨®n y tiene un equipo de f¨²tbol (el Rennes). Pinault hizo su fortuna en el sector de la madera, salt¨¢ndose intermediarios, negociando directamente con los proveedores n¨®rdicos. Desde entonces ha ido diversificando inversiones hasta concluir que en pocos sectores como en los productos de lujo el valor a?adido era tan importante.
Para Arnault lo inadmisible en el caso Gucci era que fuese Pinault el que se llevase el gato al agua. Como la marca italiana est¨¢ legalmente radicada en Amsterdam, al amparo de una fiscalidad y reglamentaci¨®n beneficiosas para las empresas, ha sido en la capital holandesa donde se han desarrollado las batallas jur¨ªdicas. Primero, Pinault pareci¨® cobrar ventaja al dejar los jueces holandeses que fuesen las autoridades burs¨¢tiles las que dictaminasen, pero luego Arnault recuper¨® el terreno perdido cuando se puso de relieve que la ampliaci¨®n de capital s¨®lo hab¨ªa beneficiado a Ford y Del Sole, pero no al conjunto de los accionistas. El pr¨®ximo d¨ªa 25, el organismo regulador de la Bolsa deb¨ªa dar su fallo, y parece que Pinault tem¨ªa el dictamen, y de ah¨ª que se haya apresurado a pagar lo que antes no quer¨ªa abonar en modo alguno.
Bernard Arnault vender¨¢ un 8% de su 20%, y ganar¨¢ con ello unos 120.000 millones de pesetas. Adem¨¢s, respecto a las otras acciones tambi¨¦n ganar¨¢, puesto que Pinault se ha comprometido a pagar un dividendo de siete d¨®lares por acci¨®n a todos los accionistas. Pinault controlar¨¢ ahora m¨¢s del 50% de Gucci y podr¨¢ consolidar su estrategia multimarcas, aunque deber¨¢ esperar a que el mercado recupere la alegr¨ªa. Este a?o. acci¨®n de Pinault-Printemps-Redoute (PPR) ha perdido el 36% de su valor.
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