Los pasajeros supieron que viajaban en un vuelo 'kamikaze'
Dijeron a sus familiares que les quer¨ªan y que iban a morir luchando. Poco a poco, la madeja de lo que ocurri¨® en el vuelo 93 de United Airlines, que se estrell¨® sobre el campo en Pensilvania en vez de sobre un objetivo estrat¨¦gico de Estados Unidos, se empieza a deshacer: los pasajeros del Boeing 757-200, con 45 personas a bordo que viajaban desde Nueva Jersey a San Francisco, lucharon para frustar los planes de los terroristas.
En llamadas por tel¨¦fono m¨®vil durante sus momentos finales, dos hombres dijeron a las que estaban a punto de convertirse en sus viudas que intentar¨ªan detener a los secuestradores y, al saber lo que acababa de pasar en el World Trade Center de Nueva York, que luchar¨ªan para impedir la muerte de otras personas, aunque sab¨ªan que era imposible salvar sus propias vidas.
Lyzbeth Glick, de 31 a?os, de Hewitt (Nueva Jersey), dijo que su marido, Jeremy, le explic¨® que tres o cuatro hombres planearon c¨®mo actuar y que bromearon sobre atacar a los piratas con los cuchillos de mantequilla que les hab¨ªan dado para el desayuno del avi¨®n. Lyzbeth se?al¨® que su marido le hab¨ªa relatado que 'tres hombres con aspecto ¨¢rabe y con bandas rojas en sus cabezas', armados con cuchillos y hablando de una bomba, se hicieron con el control del aparato.
'Era un hombre que no dejar¨ªa que las cosas pasasen sin m¨¢s', dijo sobre quien era su novio desde el instituto, y con el que estaba casada desde hace cinco a?os. Hace s¨®lo 12 semanas hab¨ªan tenido su primera hija, Emerson. 'Fue un h¨¦roe por lo que hizo. Me dijo que no estuviese triste y que me ocupase de nuestra hija y que, pasase lo que pasase, me apoyar¨ªa en cualquier decisi¨®n que tomase'.
Otro pasajero, Thomas E. Burnett Jr., un ejecutivo de una compa?¨ªa farmac¨¦utica de San Francisco, afirm¨® a su mujer, Deena, que un pasajero hab¨ªa sido apu?alado hasta la muerte, pero que un grupo estaba 'prepar¨¢ndose para hacer algo'. 'Le rogu¨¦ que se sentase y que no llamase la atenci¨®n', afirm¨® Deena, madre de tres hijas, a una televisi¨®n de San Francisco. 'Pero me respondi¨®: 'No, no. Si quieren estrellar este avi¨®n vamos a tener que hacer algo'. Y entonces colg¨® y no me volvi¨® a llamar nunca m¨¢s'.
Estos testimonios revelan un esp¨ªritu de desaf¨ªo a pesar de la desesperaci¨®n y la tragedia que se avecinaba. Familiares, amigos y un congresista que representa al ¨¢rea cercana a donde se produjo el impacto han se?alado a los pasajeros del vuelo 93 como los h¨¦roes de uno de los d¨ªas m¨¢s negros de Estados Unidos.
'Jeremy y todos los dem¨¢s h¨¦roes patriotas salvaron a muchas personas en tierra que hubiesen muerto, sin duda, si los terroristas ¨¢rabes llegan a completar su terror¨ªfica misi¨®n', afirm¨® Tom Crowley, t¨ªo de Lizbeth Glick, en un correo electr¨®nico. 'Deberemos recordar a Jeremy y a las otras almas valientes, soldados y americanos, que viajaban en el vuelo 93 y que no dudaron en entregar sus vidas para salvar a otros'.
Como muchos otros, Glick, de 31 a?os, y Burnett, de 38, cambiaron sus planes en el ¨²ltimo minuto para tomar el vuelo de las ocho de la ma?ana. Glick, que trabajaba en una compa?¨ªa de Internet llamada Vividence, ten¨ªa que viajar a la costa Oeste por negocios, y Burnett, jefe de operaciones de la compa?¨ªa Thoratec Corp., volv¨ªa a casa despu¨¦s de una visita a la sede de la compa?¨ªa en Nueva Jersey. Lauren Grandcolas, de San Rafael, California, dej¨® un mensaje a primera hora de la ma?ana en el contestador de su familia diciendo que llegar¨ªa antes a casa para asistir al funeral de su abuela. Mark Bingham, de 31 a?os, que dirig¨ªa una peque?a empresa de relaciones p¨²blicas, no pudo volar el lunes porque no se sent¨ªa bien, pero decidi¨® tomar el avi¨®n el martes para llegar a una reuni¨®n en San Francisco.
La primera llamada que realiz¨® Bingham desde su asiento, el 4D, fue a su amigo Matthew Hall, que hab¨ªa intentado llegar al aeropuerto a trav¨¦s del denso tr¨¢fico para tomar un caf¨¦. 'La conversaci¨®n fue del tipo: 'Viajo en primera clase y estoy tomando un zumo de naranja', record¨® Hall, de 30 a?os. El avi¨®n despeg¨® a las 8.44 horas y enfil¨® hacia el oeste, aparentemente sin problemas durante los 50 primeros minutos de vuelo a una altura de 35.000 pies. A las 9.37 horas dio la vuelta. En ese momento, Bingham, un tipo muy fuerte, antiguo jugador de rugby y que corri¨® los encierros de San Ferm¨ªn este verano, llam¨® a su madre, Alice Hoglan. 'Me dijo que hab¨ªa tres tipos que hab¨ªan tomado el avi¨®n y que dec¨ªan que ten¨ªan una bomba. Y luego afirm¨®: 'Quiero que sep¨¢is que os quiero mucho a todos'.
La cadena CNN inform¨® de que hab¨ªa obtenido una transcripci¨®n parcial de las conversaciones que envi¨® la cabina del avi¨®n a una torre de control y que, seg¨²n esta fuente, un hombre que hablaba ingl¨¦s con acento ¨¢rabe dijo: 'Les habla el capit¨¢n. No se muevan de sus asientos. Hay una bomba a bordo. Permanezcan tranquilos. Estamos escuchando sus peticiones y estamos volviendo al aeropuerto'.
'No es una broma'
Se produjeron m¨¢s llamadas desde este avi¨®n, que iba medio vac¨ªo. Otro pasajero se escondi¨® en el cuarto de ba?o y llam¨® al n¨²mero de emergencia, 911, insistiendo en que 'no era una broma'.
Glick and Burnett llamaron una y otra vez, desde el momento del secuestro hasta las 10.10 horas, cuando se produjo el impacto, relatando a sus mujeres lo que estaba sucediendo, pidi¨¦ndoles que llamasen a las autoridades, despidi¨¦ndose, asegurando que iban a luchar. En una entrevista con la televisi¨®n KCBS en San Francisco, Deema Burnett dijo que su marido llam¨® cuatro veces: la primera, diciendo que acababan de secuestrar el avi¨®n; luego, pidiendo informaci¨®n sobre lo que ocurr¨ªa en el World Trade Center; posteriormente, relatando que los piratas ya controlaban el avi¨®n, y la ¨²ltima, sugiriendo que los pasajeros estaban planeando la lucha contra los secuestradores.
Un agente del FBI que pidi¨® el anonimato asegur¨®: 'Tres de los cuatros aviones alcanzaron su objetivo. S¨®lo el vuelo 93 se estrell¨® en el campo. La teor¨ªa de que los pasajeros lo impidieron es razonable, pero creo que nunca lo sabremos a ciencia cierta'.
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