El misterio del vuelo 93 de United Airlines
La falta de datos oficiales ha suscitado diversas teor¨ªas ?Fue derribado por aviones militares o lo estrellaron los pasajeros para impedir que lo hicieran los terroristas suicidas contra un edificio?
La suerte del vuelo 93 de United Airlines, el ¨²ltimo de los cuatro aviones secuestrados que se estrell¨® en EE UU el 11 de septiembre, no es ning¨²n misterio para Lee Purbaugh. Vio lo ocurrido con sus propios ojos. Era la ¨²nica persona presente en el terreno en el que, a las 10.06, el avi¨®n choc¨® contra el suelo. 'Hubo un estruendo incre¨ªble y de pronto lo vi ah¨ª, justo encima de mi cabeza, a unos 16 metros de altura', dice Purbaugh, que trabaja en un desguace desde el que se domina el lugar del accidente. 'No fue m¨¢s que una fracci¨®n de segundo, pero pareci¨® que ocurr¨ªa a c¨¢mara lenta, que no iba a acabar nunca. Lo vi oscilar de un lado a otro y, de pronto, se inclin¨® y cay¨® en picado contra la tierra, con una gran explosi¨®n. Enseguida supe que no era posible que hubiera sobrevivido nadie'.
El juez de instrucci¨®n, Wally Miller, reconoce que no puede comprobar lo que ocurri¨®
Hoy sigue habiendo una serie de preguntas cruciales sin respuesta alguna
En cualquier caso, la presencia del avi¨®n misterioso sigue siendo un gran enigma
Lo m¨¢s sospechoso de todo es que ni el FBI ni nadie identific¨® al piloto del famoso Falcon
'No hab¨ªa nada incompatible con que el avi¨®n estaba intacto cuando toc¨® suelo'
De aqu¨ª a unas d¨¦cadas habr¨¢ cineastas que propondr¨¢n sus propias teor¨ªas
Aparte de alg¨²n dedo o alg¨²n diente suelto, los ¨²nicos restos que quedaron, incrustados en el suelo o colgados de las ramas de ¨¢rboles cercanos, fueron peque?os fragmentos de tejidos y huesos. El avi¨®n tambi¨¦n qued¨® pulverizado, deshecho en pedazos diminutos. Wally Miller, el juez local de instrucci¨®n, en un rinc¨®n hasta ahora olvidado de la Pensilvania rural, es el hombre encargado, por ley, de recopilar los restos humanos y establecer las causas de la muerte. 'Tuve que redactar los certificados de defunci¨®n', explica Miller, que es, adem¨¢s, el due?o de la funeraria local. 'Puse 'asesinado' para las 40 personas que formaban la tripulaci¨®n y el pasaje; 'suicidio' para los cuatro terroristas'.
Sin embargo, Miller, que colabor¨® estrechamente con el FBI durante los 13 d¨ªas que pasaron investigando el lugar del siniestro, reconoce que, al final, no puede probar lo que ocurri¨®. S¨®lo puede deducirlo. Tampoco saben, ni ¨¦l ni nadie m¨¢s, qu¨¦ fue exactamente lo que hizo que el vuelo 93 cayera y, como dice Miller, 'nos trajera los problemas mundiales, de golpe, a nuestra puerta'. O, si alguien lo sabe, no lo ha dicho.
Ahora bien, la escasez de datos no ha impedido la creaci¨®n de una leyenda instant¨¢nea, una leyenda que el Gobierno y los medios de comunicaci¨®n de EE UU se han apresurado a propagar y que el p¨²blico norteamericano, en su mayor¨ªa, se ha mostrado deseoso de aceptar como realidad. La leyenda dice lo siguiente: los heroicos pasajeros del vuelo secuestrado de United, tras saber gracias a sus tel¨¦fonos m¨®viles lo que hab¨ªa ocurrido con los otros tres aviones secuestrados, deciden que, si no pueden salvarse, al menos van a actuar con patriotismo y van a salvar las vidas de los que constituyen el objetivo de los terroristas; as¨ª que avanzan por el pasillo, irrumpen en la cabina -donde un terrorista maneja los mandos- y luchan para derribar el avi¨®n.
El presidente George W. Bush, el fiscal general, John Ashcroft, el jefe del FBI, Robert Mueller, y muchas otras autoridades han rendido homenaje a los 'h¨¦roes' del vuelo 93 y han defendido, en repetidas ocasiones y sin vacilar, la versi¨®n de los hechos descrita la nueva leyenda nacional. Lo mismo han hecho los grandes peri¨®dicos nacionales y las grandes cadenas de televisi¨®n. The New York Times, normalmente un modelo de precisi¨®n legalista, public¨® el 22 de septiembre -despu¨¦s de saber, a trav¨¦s de fuentes 'oficiales' an¨®nimas, que la grabadora de la cabina del avi¨®n hab¨ªa registrado 'una lucha salvaje y desesperada' a bordo- estas palabras vagas e imprecisas: 'Y, a pesar de que no ofrec¨ªa una imagen clara ni completa', se le¨ªa en el peri¨®dico, 'parece indudable que hubo un enfrentamiento ca¨®tico que, al parecer, provoc¨® la ca¨ªda del avi¨®n'. Vanity Fair, con pocos datos m¨¢s, decidi¨® publicar un reportaje muy detallado sobre el vuelo 93, un relato que, seg¨²n la revista, 'podr¨¢ recordarse como una de las mayores historias de hero¨ªsmo jam¨¢s contadas'. No obstante, Vanity Fair confesaba que, a la hora de definir qu¨¦ hizo que el avi¨®n cayera en picado, todo era 'pura conjetura'.
Dos meses despu¨¦s, Newsweek obtuvo lo que le dijeron que era una transcripci¨®n parcial de dicha grabaci¨®n y, a partir de ah¨ª, narr¨® la historia de 'los h¨¦roes del vuelo 93' de forma todav¨ªa m¨¢s detallada, emocionante y hollywoodiana que Vanity Fair. Los pasajeros eran 'soldados civiles... que se alzaron, como sus antepasados, para enfrentarse a la tiran¨ªa', entonaba la revista. 'Con su desaf¨ªo y su muerte, los pasajeros y los tripulantes del vuelo 93 obtuvieron una victoria para todos nosotros'.
Es cierto que la transcripci¨®n obtenida por Newsweek indicaba que se produjeron luchas a bordo, se lanzaron imprecaciones y hubo oraciones tanto al dios musulm¨¢n como al cristiano. Pero, con todo el dramatismo del relato, a los autores del reportaje de la revista se les olvid¨® llamar la atenci¨®n sobre el detalle de que, en realidad, s¨®lo estaban imaginando c¨®mo o por qu¨¦ se estrell¨® el avi¨®n; que estaban erigiendo un monumento para la posteridad a base de unas cuantas briznas de realidad y grandes dosis de suposiciones y deseos ilusos; que nadie sab¨ªa, ni siquiera, si los valientes pasajeros llegaron a entrar en la cabina, que no ten¨ªan ni idea de qu¨¦ ocurri¨® sobre los decisivos y desesperados ocho minutos finales del vuelo 93.
Esto no significa que la historia del 'hero¨ªsmo' sea mentira, ni inveros¨ªmil. Es posible que la leyenda corresponda exactamente a la realidad. Y desde luego, bas¨¢ndose en las grabaciones de las llamadas telef¨®nicas hechas desde el aparato, no hay duda de que varios pasajeros ten¨ªan la intenci¨®n de llevar a cabo unas acciones valientes. Ahora bien, que esas acciones se hicieran realidad o no es algo que no se sabe, o que s¨®lo sabe un peque?o grupo de personas que conocen todo el material extra¨ªdo de la grabadora de la cabina -recuperada en perfecto estado despu¨¦s del choque-, pero que no est¨¢n dispuestas a revelarlo.
La falta de datos oficiales ha producido un debate animado y, a menudo, bien documentado en ese medio de comunicaci¨®n extraoficial que es Internet [v¨¦ase la p¨¢gina web www.flight93crash.com]. Pero tambi¨¦n hay, seg¨²n ha sabido EL PA?S, varias personas del sector de la aviaci¨®n convencidas de que existen otras interpretaciones perfectamente posibles de lo que ocurri¨®. Porque es evidente que sigue habiendo -debido tanto a las pruebas como a la falta manifiesta de transparencia por parte de las autoridades- una serie de preguntas cruciales sin respuesta, que los medios estadounidenses de ¨¢mbito nacional, normalmente tan esc¨¦pticos e inquisitivos, se han mostrado curiosamente reacios a plantear.
Las teor¨ªas alternativas, ambas desmentidas por el Ej¨¦rcito norteamericano y por el FBI, son: 1?) que el vuelo 93 de United fue derribado por un avi¨®n del Gobierno de Estados Unidos, y 2?) que estall¨® una bomba a bordo (varios pasajeros dijeron en sus llamadas de tel¨¦fono que uno de los secuestradores ten¨ªa algo que parec¨ªa una bomba atado a su cuerpo. Si persisten las dudas a pesar de los desmentidos, si florecen las teor¨ªas de la conspiraci¨®n, se debe, en gran parte, al hecho de que las autoridades no han abordado con decisi¨®n estos cuatro interrogantes:
1?) La amplia dispersi¨®n de los restos del avi¨®n, una de cuyas explicaciones podr¨ªa ser alg¨²n tipo de explosi¨®n a bordo antes de la ca¨ªda. Se han encontrado cartas -el vuelo 93 llevaba 3.400 kilos de correo a California- y otros papeles a 13 kil¨®metros del lugar del siniestro. Una pieza de uno de los motores, de una tonelada de peso, apareci¨® a 2.000 metros de distancia. Es el fragmento m¨¢s pesado recobrado entre los restos y el m¨¢s grande, aparte de un trozo de fuselaje del tama?o de una mesa de comedor. El resto del aparato, como corresponde a un impacto que se calcula que se produjo a 780 kil¨®metros por hora, se desintegr¨® en pedazos de no m¨¢s de 5 cent¨ªmetros.
2?) La situaci¨®n de varios reactores de las fuerzas a¨¦reas estadounidenses y la posibilidad de que hubieran estado lo suficientemente cerca como para disparar contra el aparato secuestrado. Las informaciones transmitidas en directo por los medios de comunicaci¨®n durante la ma?ana del 11 de septiembre se contradicen con diversas declaraciones oficiales posteriores. Lo que s¨ª reconoce el Pent¨¢gono es que los primeros cazas con la misi¨®n de interceptar el avi¨®n despegaron a las 8.52; que otro grupo despeg¨® de la base a¨¦rea de Andrews, cercana a Washington, a las 9.35, justo el momento en el que el vuelo 93 dio un giro de casi 180 grados respecto a su trayectoria y se desvi¨® hacia Washington, y los controladores a¨¦reos oyeron decir al secuestrador que pilotaba que hab¨ªa 'una bomba a bordo'. El vuelo 93, cuyo rumbo amenazador se dio a conocer a trav¨¦s de los medios audiovisuales de forma pr¨¢cticamente inmediata, no cay¨® hasta 31 minutos despu¨¦s. Aparte de la l¨®gica conclusi¨®n de que, al menos, un F-16 de la fuerza a¨¦rea deber¨ªa haber alcanzado a la cuarta 'bomba volante' mucho antes de las 10.06 -se encontraba en Washington, a 190 kil¨®metros de distancia, a las 9.40, es decir, a 10 minutos o menos del vuelo 93 volando a velocidad supers¨®nica-, existe el testimonio de un controlador federal, publicado d¨ªas despu¨¦s en un peri¨®dico de New Hampshire, de que un F-16 hab¨ªa 'perseguido sin descanso' al avi¨®n secuestrado de United y 'debi¨® de ver todo lo sucedido'. Adem¨¢s, en la cadena de televisi¨®n CBS se dijo brevemente que antes de la ca¨ªda dos F-16 iban siguiendo al vuelo 93. El vicepresidente, Dick Cheney, reconoci¨® cinco d¨ªas m¨¢s tarde que el presidente Bush hab¨ªa autorizado a los pilotos militares a derribar el aparato comercial secuestrado.
3?) Una llamada telef¨®nica del desgraciado avi¨®n cuyo contenido no encaja con la leyenda de los h¨¦roes y, por consiguiente, se omite en las historias tipo Independence Day que tanto gustan a los medios norteamericanos. La agencia de noticias Associated Press inform¨® el 11 de septiembre de que ocho minutos antes de la colisi¨®n un hombre que se encontraba entre los pasajeros llam¨®, fren¨¦tico, al n¨²mero de urgencias, el 911. A la persona que le atendi¨® en el tel¨¦fono, de nombre Glen Cramer, le dijo que se hab¨ªa encerrado en el interior de uno de los aseos del avi¨®n. Cramer cont¨® a AP -una noticia que se difundi¨® ampliamente el 11 de septiembre- que el pasajero hab¨ªa estado hablando durante un minuto. '?Nos est¨¢n secuestrando, nos est¨¢n secuestrando!', grit¨® el hombre por el tel¨¦fono. 'Lo confirmamos con ¨¦l varias veces', contaba Cramer, 'le pedimos que repitiera lo que dec¨ªa. Estaba muy alterado. Dijo que le parec¨ªa que el avi¨®n se estaba cayendo. Hab¨ªa o¨ªdo una especie de explosi¨®n y ve¨ªa humo blanco que sal¨ªa del aparato, pero no sab¨ªa de d¨®nde. Entonces perdimos contacto con ¨¦l'. Seg¨²n la informaci¨®n de la que se dispone, ¨¦sta fue la ¨²ltima de las distintas llamadas hechas desde el vuelo. No se recibi¨® ninguna m¨¢s en los ocho minutos que transcurrieron desde que el hombre del aseo dijo que hab¨ªa o¨ªdo una explosi¨®n.
4?) Las afirmaciones de testigos presenciales sobre un 'avi¨®n misterioso' que pas¨® volando bajo sobre el lugar del impacto del vuelo 93 poco despu¨¦s del siniestro. Adem¨¢s de Lee Purbaugh, al menos media docena m¨¢s de personas han dicho que vieron un segundo aparato que volaba sobre el sitio a baja altura y en un rumbo err¨¢tico, casi sobre las copas de los ¨¢rboles, minutos despu¨¦s de que cayera el aparato de United. Dicen que era un reactor peque?o, blanco, con motores posteriores y sin se?ales distintivas visibles. Purbaugh, que sirvi¨® tres a?os en la Marina estadounidense, declar¨® que no era un avi¨®n militar. Si eso es cierto, en los grupos de discusi¨®n de Internet se ha sugerido que el servicio de aduanas estadounidense utiliza aviones de esas caracter¨ªsticas para interceptar env¨ªos de drogas por v¨ªa a¨¦rea. En cualquier caso, la presencia del avi¨®n misterioso sigue siendo un gran enigma.
?C¨®mo han respondido el Gobierno y sus diversos organismos a las dudas suscitadas por estas preguntas? La aparici¨®n de papeles del avi¨®n a 13 kil¨®metros de distancia, dice el FBI, se debe a que hab¨ªa un viento de 15 kil¨®metros por hora; la pieza del motor sali¨® despedida a 2.000 metros por la enorme fuerza con la que impact¨® el avi¨®n contra el suelo. Conclusi¨®n del FBI: 'No hab¨ªa nada incompatible con la suposici¨®n de que el avi¨®n estaba intacto cuando toc¨® suelo'. Los expertos en aviaci¨®n con los que ha tenido contacto EL PA?S manifiestan sus dudas. Uno de ellos expres¨® su asombro ante la idea de que las cartas y los dem¨¢s papeles hubieran podido mantenerse en el aire casi una hora antes de caer al suelo.
Los aparatos de la fuerza a¨¦rea se encaminaban hacia all¨ª pero no llegaron a tiempo, afirma el general Richard Myers, que preside el Estado Mayor conjunto. Los cazas lograron aproximarse al vuelo 93, reconoce, 'momentos' antes de que cayera a tierra, pero no lo derribaron. De ser as¨ª, surge la pregunta de por qu¨¦ no pudieron llegar antes para interceptar un aparato que claramente ten¨ªa terroristas a bordo y que se dirig¨ªa hacia Washington, m¨¢s de una hora despu¨¦s de que otro avi¨®n de United Airlines se hubiera estrellado contra la segunda torre del World Trade Center. No se ha dado ninguna explicaci¨®n a prop¨®sito de la informaci¨®n que apareci¨® en el peri¨®dico de New Hampshire ni de la de CBS, y los controladores a¨¦reos de Cleveland, que fueron quienes siguieron los ¨²ltimos minutos del vuelo 93 en el radar, han recibido de las autoridades la prohibici¨®n de hablar p¨²blicamente sobre lo que vieron en sus pantallas.
Ni el FBI, ni Newsweek, ni ninguna autoridad han explicado la llamada telef¨®nica al 911 desde el aseo del avi¨®n, pese a que parece que fue la ¨²ltima llamada realizada desde el aparato y que indica algo tan significativo como que hubo una explosi¨®n a bordo. El FBI ha confiscado la cinta de la conversaci¨®n y ha ordenado al telefonista, Glen Cramer, que no hable m¨¢s con los medios. En cuanto a la explicaci¨®n que ha dado el FBI sobre el avi¨®n misterioso -cuya existencia neg¨® en un principio-, es tan peculiar y tan aparentemente absurda que ha servido para alimentar las sospechas, entre los detectives de Internet, de que hay en marcha alguna maniobra para encubrir las cosas, que el Gobierno manipula la verdad para presentar lo que consideran que busca el p¨²blico norteamericano. El FBI ha dicho oficialmente que el avi¨®n era un aparato privado, un Falcon, que volaba a 30 kil¨®metros del vuelo 93 y al que las autoridades pidieron que descendiera de 12.300 metros a 1.600 con el fin de examinar el lugar del siniestro y transmitir sus coordenadas 'para los equipos de emergencia que se dispon¨ªan a acudir'. El motivo por el que esto parece tan poco cre¨ªble, seg¨²n fuentes de la industria de la aviaci¨®n, es que, en primer lugar, a las 10.06 del 11 de septiembre, todos los aviones no militares que circulaban por el espacio a¨¦reo estadounidense hab¨ªan recibido ¨®rdenes muy claras, m¨¢s de media hora antes, de aterrizar en el aeropuerto m¨¢s cercano. En segundo lugar, fue tal la densidad de las llamadas al 911 hechas por personas en la zona de Shanksville, a prop¨®sito de la localizaci¨®n del siniestro, que las coordenadas a¨¦reas habr¨ªan sido completamente innecesarias. En tercer lugar, si los F-16 estaban presuntamente en las cercan¨ªas, parece muy improbable que, en un momento de tremenda incertidumbre nacional, en el que nadie sab¨ªa si pod¨ªa haber m¨¢s aviones secuestrados en el aire, la fuerza a¨¦rea fuera a pedirle ayuda a un aparato civil que, por casualidad, se encontraba en la zona.
Lo m¨¢s sospechoso de todo, quiz¨¢, es el hecho de que ni el FBI ni ninguna otra persona ha identificado al piloto o los pasajeros de ese famoso Falcon, ni tampoco se han dado a conocer ellos mismos.
Mientras el vuelo 93 se encaminaba hacia su destino fatal, hab¨ªa otro avi¨®n en el aire, un Piper monomotor. El piloto, Bill Wright, ha contado que estaba a cinco kil¨®metros de distancia, tan cerca que pod¨ªa ver las ense?as de United en el aparato. De pronto, le ordenaron que se alejara de la nave secuestrada y aterrizara inmediatamente. 'Una de las primeras cosas que se me ocurrieron, cuando nos dijeron que nos alej¨¢ramos de all¨ª lo m¨¢s deprisa posible', declar¨® posteriormente Wright a una cadena de televisi¨®n de Pittsburgh, 'fue que, o esperaban que estallase en el aire, o lo iban a derribar; pero no es m¨¢s que pura especulaci¨®n'.
Todo es especulaci¨®n; ¨¦se es el problema que tiene la historia del vuelo 93. Y si el Gobierno estadounidense no da a conocer m¨¢s datos de los que conoce y no ofrece un relato detallado de los ¨²ltimos 10 minutos en la vida del vuelo 93 y las 44 personas que se encontraban a bordo, seguir¨¢ habiendo no s¨®lo hueco, sino s¨®lidas razones para que los te¨®ricos de la conspiraci¨®n sigan especulando sobre lo que de verdad pas¨® en aquellos ¨²ltimos instantes, antes de que el avi¨®n cayera en picado a tierra.
Algunos partidarios de la teor¨ªa de la conspiraci¨®n dir¨¢n que el avi¨®n fue derribado por un misil, tal vez un misil termodirigido, que dio contra uno de los motores del aparato. Esta teor¨ªa quiz¨¢s sustanciada por la pieza del motor que sali¨® disparada a 2.000 metros, pero razonablemente desmentida por los relatos de testigos presenciales como Lee Purbaugh, de que la ¨²ltima vez que vieron el avi¨®n no desped¨ªa humo. Otros podr¨ªan decir, como ocurri¨® con el caso de un vuelo de TWA que cay¨® al mar en 1996 tras despegar de Nueva York, que el avi¨®n fue v¨ªctima de una interferencia electromagn¨¦tica. En el caso del vuelo de TWA, el argumento -planteado en una serie de art¨ªculos escritos para The New York Review of Books por la profesora de Harvard Elaine Scarry- es que fue un hecho accidental. Sin embargo, como relatan esos mismos art¨ªculos, hay numerosa documentaci¨®n que muestra que tanto la fuerza a¨¦rea como el Pent¨¢gono han realizado extensas investigaciones sobre 'aplicaciones de la guera electr¨®nica', con la posible capacidad de afectar intencionadamente a los mecanismos de un avi¨®n y provocar, por ejemplo, una ca¨ªda en picado incontrolable. Seg¨²n las investigaciones de Scarry, algunos aviones del servicio de aduanas ya est¨¢n equipados con este tipo de armamento, como tambi¨¦n lo est¨¢n ciertos aparatos de transporte C-130 de la fuerza a¨¦rea. El FBI ha afirmado que, aparte del enigm¨¢tico Falcon privado, hab¨ªa una nave militar de carga, uno de esos C-130, en un radio de 40 kil¨®metros del avi¨®n de pasajeros cuando ¨¦ste se vino abajo. Seg¨²n uno de los art¨ªculos de Scarry, en 1995 la fuerza a¨¦rea instal¨® 'equipos electr¨®nicos', al menos, en 28 C-130, capaces de emitir se?ales de interferencia letales, entre otras cosas.
De aqu¨ª a unas d¨¦cadas habr¨¢ cineastas, futuros Oliver Stone, que propondr¨¢n sus propias teor¨ªas, y es posible que la historia del vuelo 93 llegue a revestirse de la misma m¨ªstica morbosa que el asesinato de Kennedy.
Todo esto no significa que haya que poner en duda la valent¨ªa de pasajeros como Todd Beamer, que dej¨® a una viuda embarazada y dos hijos, de dos y tres a?os, o Tom Burnett, que ten¨ªa tres hijas peque?as y le dijo por tel¨¦fono a su mujer, Deena, ante las angustiadas protestas de ella, que los otros pasajeros y ¨¦l iban a 'hacer algo' porque, si no, los terroristas iban a 'estrellar este avi¨®n contra el suelo'. Es evidente, como dice el art¨ªculo de Newsweek, que hubo algo de lucha, pero nadie sabe -o reconoce saber- si los terroristas contuvieron a los pasajeros o si ¨¦stos se hicieron con los mandos del avi¨®n e incluso, tal vez, intentaron pilotarlo ellos mismos.
Ahora bien, si las pruebas contribuyen a reforzar la historia de hero¨ªsmo, resultar¨ªa muy sorprendente que las autoridades no las hayan dado a conocer. Y hubo muestras de valent¨ªa, sin ninguna duda. Eso lo sabemos. Como dice Lee Purbaugh, 'en ese avi¨®n fueron unos h¨¦roes'. Existe tal unanimidad en este sentido que el sitio en el que cay¨® el avi¨®n, en Shanksville -una pradera t¨ªpica de la Pensilvania rural que s¨®lo se distingue salvo por las banderas de EEUU que ondean alrededor, las cruces, las fotos de los pasajeros muertos, los mensajes de buena voluntad y ¨¢nimo- se ha convertido en un lugar de peregrinaci¨®n como el Nivel Cero de Nueva York, salvo que a menor escala, con unos 150 visitantes diarios, procedentes de todo el pa¨ªs. 'La verdad', dice Wally Miller, que sigue siendo legalmente responsable del lugar, en calidad de encargado de la instrucci¨®n, 'es que ese campo es un cementerio y hay que tratarlo con el debido respeto'.
?Qu¨¦ cree Miller que ocurri¨®? Miller, que es uno de los que m¨¢s pruebas ha examinado en el lugar del siniestro, opina que no hay que rechazar por completo a los disidentes. 'Se hab¨ªa dado la orden de derribarlo', explica el juez y a?ade: 'Yo no descarto nada'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.