El efecto torniquete
El sexto toro le peg¨® a Jes¨²s Mill¨¢n una cornada en la cara posterior del muslo izquierdo, un pe¨®n se apresur¨® a hacerle un torniquete y ya estaba la oreja ganada. La plaza entera (un servidor se incluye) no le hubiese dado a Jes¨²s Mill¨¢n una oreja sino dos. Un torero herido impresiona mucho pero la sensaci¨®n puede alcanzar proporciones dram¨¢ticas si le aplican un torniquete, porque produce ese efecto al convertirse en s¨ªntoma de que lleva un cornad¨®n de caballo.
Luego se supo que no era tanto: cornadita s¨®lo, afortunadamente. Y el parte facultativo a¨²n aclarar¨ªa que su trayectoria se quedaba en ocho cent¨ªmetros, sin que afectara a ning¨²n m¨²sculo o vena importante.
Mientras Jes¨²s Mill¨¢n se iba a la enfermer¨ªa su cuadrilla daba la vuelta al ruedo con la oreja que -ya qued¨® dicho- debieron ser dos. Para entonces, la faena que precedi¨® y vali¨® el trofeo, la verdad es que daba igual, y el p¨²blico ovacionaba mayormente el gesto torero.
Criado / Tato, D¨¢vila, Mill¨¢n
Cinco toros de Criado Holgado y 4? de El Ventorrillo, terciados los tres primeros, con m¨¢s presencia el resto; mansos de poco juego; 5?, un cornal¨®n con poder, reserv¨®n; 6?, inv¨¢lido. El Tato: estocada corta trasera, rueda de peones y descabello (silencio); estocada corta y descabello (oreja). D¨¢vila Miura: pinchazo perdiendo la muleta, otro, media atravesada ca¨ªda, rueda insistente de peones, descabello, estocada corta atravesada ca¨ªda, seis descabellos -aviso- y descabello (protestas); dos pinchazos, estocada trasera y rueda de peones (silencio). Jes¨²s Mill¨¢n: pinchazo perdiendo la muleta, otro hondo, rueda de peones, estocada corta atravesada perdiendo la muleta y descabello (silencio); media y dos descabellos (oreja); pas¨® a la enfermer¨ªa con una cornada en un muslo, de pron¨®stico reservado. Plaza de Guadalajara, 13 de septiembre. 2? corrida de feria. Media entrada.
Jes¨²s Mill¨¢n hab¨ªa estado pundonoroso y valiente. En cambio, el toro, inv¨¢lido y aborregado, era una birria. Lo cual no significa que fuera de fiar, pese a lo cual Jes¨²s Mill¨¢n tras haberle porfiado denodadamente los derechazos y los naturales, y tirado un molinete, le marc¨® un desplante. Y entonces el toro larg¨® la gaita y lo empiton¨® sin voltearlo. Caso curioso: en tanto Mill¨¢n se quejaba del pecho y sus compa?eros corr¨ªan a auxiliarlo, el pe¨®n se arrimaba por detr¨¢s y le lazaba un torniquete. Mill¨¢n, que sangraba, cuadr¨® al toro, lo mat¨®, y aquella meritoria entrega emocion¨® al p¨²blico.
Al final de la corrida ven¨ªan las emociones. La corrida transcurr¨ªa mala y pl¨²mbea, excepto durante el bullicio que arm¨® el poder¨ªo y la mansedumbre del aparatososo cornal¨®n quinto de la tarde. La mansedumbre del resto, unida a la escasa disposici¨®n lidiadora de los diestros, result¨® desesperante. El Tato, poco inspirado en el primero, le hizo una voluntariosa faena al cuarto y pues lo mat¨® pronto se gan¨® una oreja. D¨¢vila Miura trapace¨® con el segundo, al que no quiso ni ver, y al quinto aqu¨¦l, que acab¨® reserv¨®n, le intent¨® sacar pases, sin ¨¦xito. Jes¨²s Mill¨¢n se midi¨® valiente con el manso tercero, que se le escapaba a la querencia de chiqueros.
Al principio se guard¨® un minuto de silencio por los atentados en Estados Unidos, aunque ya se hab¨ªa hecho lo mismo el d¨ªa anterior. Esta vez el minuto de silencio no fue de medio minuto sino de 15 segundos, y de donde las pe?as sali¨® una voz que dec¨ªa: 'Viva la madre del Rey'. Los minutos de silencio a veces son surrealistas, evidentemente.
Babelia
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