?Agujero de qu¨¦?
El autor defiende que los cient¨ªficos deben poseer una aut¨¦ntica visi¨®n globalizada para hacer frente a los problemas del planeta.
La NASA dispone de un sensor admirable llamado TOMS (Total Ozone Mapping Spectrometer), instalado en el sat¨¦lite Earth Probe, que permite conocer en todo momento el tama?o del agujero de ozono ant¨¢rtico. Cualquiera tiene acceso a esa informaci¨®n. Basta entrar en la web correspondiente (toms.gsfc.nasa.gov) y pinchar sobre 'Follow the 2001 ozone hole'. Es sencill¨ªsimo.
Es maravillosamente sencillo, en efecto. Como quien consulta el mapa del tiempo en cualquier peri¨®dico -cosa, por cierto, igualmente maravillosa e insospechable unos a?os atr¨¢s-, te enteras de que hoy (13 de septiembre, cuando escribo estas l¨ªneas) el agujero mide 25 millones de kil¨®metros cuadrados (anteayer eran 22 millones, y la semana pasada, 23 millones), todo ello pulcramente representado sobre una curva evolutiva anual superpuesta a la del a?o pasado, y ambas comparadas con la amplitud y la media ponderada del fen¨®meno en el periodo 1979-1992. Se comprueba que el agujero viene siendo menor en este 2001 que en 2000, aunque muy superior a lo que fue en la d¨¦cada de los ochenta.
En el momento en que vivimos, el debilitamiento de la capa de ozono es lo de menos. El agujero serio de verdad est¨¢ en las ideas
La opini¨®n generalizada de los expertos en la materia es que, de seguir as¨ª, el agujero se habr¨¢ cerrado completamente en cosa de medio siglo, tal vez antes. Parece una esperanzadora perspectiva, dentro de lo que cabe. Pero enga?osa, tal vez, porque el problema de los expertos en la materia es justamente ¨¦se: s¨®lo son expertos en la materia. Los responsables conocidos del debilitamiento de la capa estratosf¨¦rica de ozono permanecen fuera del control de tales expertos, y de ah¨ª lo enga?oso de sus opiniones. Lo que de veras pasar¨¢ no se infiere de las curvas tendenciales extrapoladas sobre los datos del TOMS.
Nuestro momento de civilizaci¨®n se caracteriza por la preponderancia de las actitudes reduccionistas, expertas en las partes e ignorantes en el todo. Los gestores del todo se valen de estas destrezas parciales para distorsionar la realidad global. Podr¨ªan integrarlas hol¨ªsticamente y disponer de un cuadro conjunto espl¨¦ndido, pero hacen lo contrario. Les conviene, por supuesto. As¨ª, como quienes usan frases b¨ªblicas como arma arrojadiza pro domo sua -siempre hay un p¨¢rrafo de las Sagradas Escrituras en que apoyar cualquier idea, por disparatada que sea-, los se?ores del mundo usan la opini¨®n experta para demostrar que 'la Tierra va bien'.
La Tierra va mal. El Protocolo de Montreal apag¨® como pudo el incendio de los CFC (clorofluorocarbonos) ozonicidas, pero hubo que redactar a toda prisa el de Kioto para atajar lo que todos sabemos, porque los gases nocivos nos crecen como enanos aviesos. Se logr¨® aprobar y llevar m¨¢s o menos a la pr¨¢ctica el Protocolo de Montreal, pero ya ven lo que est¨¢ pasando con el de Kioto. Nuestro modelo socioecon¨®mico expele gases y fabrica TOMS para dibujarlos, pero no consigue funcionar sin producirlos. Hay expertos en CFC, en qu¨ªmica y en f¨ªsica del aire, en teledetecci¨®n y en ciberespacio, pero suelen operar por separado, sin entender muy bien el sentido de lo que hacen. Saludo, aplaudo y admiro la destreza de todos estos colegas, pero me apena verla a menudo disuelta en una pura incompetencia global.
Es un sofisma decir que gracias al TOMS controlamos el agujero de ozono. No, se?or: gracias al TOMS sabemos hasta qu¨¦ punto no controlamos la reducci¨®n del ozono, cosa bien distinta. Me preocupa que, entre tantos inconexos expertos sectoriales, los desaprensivos que no precisan otra destreza que su capacidad manipuladora se muevan como pez en el agua y sigan conduciendo el mundo hacia una insostenibilidad creciente. Las ideas de James Lovelock y Lynn Margulis sobre Gaia, con independencia de su formulaci¨®n un tanto po¨¦tica -como si eso fuera malo, por otra parte-, nos devuelven a lo esencial: la Tierra es un sistema global. En la ¨¦poca de la grosera mundializaci¨®n de los mercados falsamente presentada como una globalizaci¨®n de la econom¨ªa, no me parece un recordatorio ocioso.
Al contrario, porque esa falsa globalizaci¨®n insostenible es, justamente, la madre del ozono menguante. Lo que nos falla es el modelo productivo, la estrategia socioecon¨®mica, el andamiaje ideol¨®gico. La pr¨¢ctica cient¨ªfica es mucho m¨¢s que bajarse gr¨¢ficos de Internet. Incluso que generarlos. La ciencia pretende comprender las cosas para poder actuar mejor -o por lo menos lo pretend¨ªa-, porque, de lo contrario, corre el riesgo de convertirse en una habilidad perversa, cuando menos insensata. El cient¨ªfico responsable no debe ver el mundo como un videojuego de datos y funciones.
Cuando algunos poderosos creen combatir el terrorismo veng¨¢ndose de los terroristas es cuando m¨¢s se precisa de la sabidur¨ªa emanada del conocimiento bondadoso. Los sat¨¦lites y sus gr¨¢ficas ayudan a pensar, pero no reemplazan el pensamiento. En el momento en que vivimos, la debilitaci¨®n de la capa de ozono, si bien se mira, es lo de menos. El agujero serio de verdad est¨¢ en las ideas.La NASA dispone de un sensor admirable llamado TOMS (Total Ozone Mapping Spectrometer), instalado en el sat¨¦lite Earth Probe, que permite conocer en todo momento el tama?o del agujero de ozono ant¨¢rtico. Cualquiera tiene acceso a esa informaci¨®n. Basta entrar en la web correspondiente (toms.gsfc.nasa.gov) y pinchar sobre 'Follow the 2001 ozone hole'. Es sencill¨ªsimo.
Es maravillosamente sencillo, en efecto. Como quien consulta el mapa del tiempo en cualquier peri¨®dico -cosa, por cierto, igualmente maravillosa e insospechable unos a?os atr¨¢s-, te enteras de que hoy (13 de septiembre, cuando escribo estas l¨ªneas) el agujero mide 25 millones de kil¨®metros cuadrados (anteayer eran 22 millones, y la semana pasada, 23 millones), todo ello pulcramente representado sobre una curva evolutiva anual superpuesta a la del a?o pasado, y ambas comparadas con la amplitud y la media ponderada del fen¨®meno en el periodo 1979-1992. Se comprueba que el agujero viene siendo menor en este 2001 que en 2000, aunque muy superior a lo que fue en la d¨¦cada de los ochenta.
La opini¨®n generalizada de los expertos en la materia es que, de seguir as¨ª, el agujero se habr¨¢ cerrado completamente en cosa de medio siglo, tal vez antes. Parece una esperanzadora perspectiva, dentro de lo que cabe. Pero enga?osa, tal vez, porque el problema de los expertos en la materia es justamente ¨¦se: s¨®lo son expertos en la materia. Los responsables conocidos del debilitamiento de la capa estratosf¨¦rica de ozono permanecen fuera del control de tales expertos, y de ah¨ª lo enga?oso de sus opiniones. Lo que de veras pasar¨¢ no se infiere de las curvas tendenciales extrapoladas sobre los datos del TOMS.
Nuestro momento de civilizaci¨®n se caracteriza por la preponderancia de las actitudes reduccionistas, expertas en las partes e ignorantes en el todo. Los gestores del todo se valen de estas destrezas parciales para distorsionar la realidad global. Podr¨ªan integrarlas hol¨ªsticamente y disponer de un cuadro conjunto espl¨¦ndido, pero hacen lo contrario. Les conviene, por supuesto. As¨ª, como quienes usan frases b¨ªblicas como arma arrojadiza pro domo sua -siempre hay un p¨¢rrafo de las Sagradas Escrituras en que apoyar cualquier idea, por disparatada que sea-, los se?ores del mundo usan la opini¨®n experta para demostrar que 'la Tierra va bien'.
La Tierra va mal. El Protocolo de Montreal apag¨® como pudo el incendio de los CFC (clorofluorocarbonos) ozonicidas, pero hubo que redactar a toda prisa el de Kioto para atajar lo que todos sabemos, porque los gases nocivos nos crecen como enanos aviesos. Se logr¨® aprobar y llevar m¨¢s o menos a la pr¨¢ctica el Protocolo de Montreal, pero ya ven lo que est¨¢ pasando con el de Kioto. Nuestro modelo socioecon¨®mico expele gases y fabrica TOMS para dibujarlos, pero no consigue funcionar sin producirlos. Hay expertos en CFC, en qu¨ªmica y en f¨ªsica del aire, en teledetecci¨®n y en ciberespacio, pero suelen operar por separado, sin entender muy bien el sentido de lo que hacen. Saludo, aplaudo y admiro la destreza de todos estos colegas, pero me apena verla a menudo disuelta en una pura incompetencia global.
Es un sofisma decir que gracias al TOMS controlamos el agujero de ozono. No, se?or: gracias al TOMS sabemos hasta qu¨¦ punto no controlamos la reducci¨®n del ozono, cosa bien distinta. Me preocupa que, entre tantos inconexos expertos sectoriales, los desaprensivos que no precisan otra destreza que su capacidad manipuladora se muevan como pez en el agua y sigan conduciendo el mundo hacia una insostenibilidad creciente. Las ideas de James Lovelock y Lynn Margulis sobre Gaia, con independencia de su formulaci¨®n un tanto po¨¦tica -como si eso fuera malo, por otra parte-, nos devuelven a lo esencial: la Tierra es un sistema global. En la ¨¦poca de la grosera mundializaci¨®n de los mercados falsamente presentada como una globalizaci¨®n de la econom¨ªa, no me parece un recordatorio ocioso.
Al contrario, porque esa falsa globalizaci¨®n insostenible es, justamente, la madre del ozono menguante. Lo que nos falla es el modelo productivo, la estrategia socioecon¨®mica, el andamiaje ideol¨®gico. La pr¨¢ctica cient¨ªfica es mucho m¨¢s que bajarse gr¨¢ficos de Internet. Incluso que generarlos. La ciencia pretende comprender las cosas para poder actuar mejor -o por lo menos lo pretend¨ªa-, porque, de lo contrario, corre el riesgo de convertirse en una habilidad perversa, cuando menos insensata. El cient¨ªfico responsable no debe ver el mundo como un videojuego de datos y funciones.
Cuando algunos poderosos creen combatir el terrorismo veng¨¢ndose de los terroristas es cuando m¨¢s se precisa de la sabidur¨ªa emanada del conocimiento bondadoso. Los sat¨¦lites y sus gr¨¢ficas ayudan a pensar, pero no reemplazan el pensamiento. En el momento en que vivimos, la debilitaci¨®n de la capa de ozono, si bien se mira, es lo de menos. El agujero serio de verdad est¨¢ en las ideas.
Ramon Folch es doctor en Biolog¨ªa y titular de la C¨¢tedra Unesco / Flacam para el Desarrollo Sostenible.
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