Argumento esperp¨¦ntico
En un editorial del pasado viernes, titulado New Rules, The Washington Post alertaba sobre el riesgo de que se hiciera uso del atentado terrorista del 11 de septiembre con la finalidad de adulterar el debate pol¨ªtico y diplom¨¢tico.
Es evidente, dec¨ªa el Post, que el atentado no puede no tener su incidencia en las reglas que gobernaban el debate pol¨ªtico en el interior y que presid¨ªan las relaciones diplom¨¢ticas con otros paises. Un estado de guerra contra un enemigo sin nombre exige unidad y suprapartidismo en el interior y alianzas m¨¢s fuertes en el exterior. Pero no puede conducir a que se borren las leg¨ªtimas diferencias entre los partidos o entre los Estados, sean ¨¦stos aliados o no. El ataque terrorista no puede convertirse en un pretexto para suprimir el debate pol¨ªtico honesto en el interior ni para obstaculizar un pol¨ªtica de promoci¨®n de la democracia y los derechos humanos en el exterior.
No cabe duda, a?ad¨ªa el Post, que los Estados Unidos mirar¨¢n de otra manera la guerra de Rusia con Chechenia o la forma en que Turqu¨ªa se enfrenta con el problema del Kurdist¨¢n, pero no se puede dar por buena la equiparaci¨®n interesadamente promovida por Rusia o Turqu¨ªa entre estas situaciones y la generada por el ataque terrorista del pasado martes. De la misma manera que tampoco se puede aceptar la equiparaci¨®n que hizo hace unos d¨ªas Simon Peres del terrorismo en Palestina y en el Pa¨ªs Vasco o la utilizaci¨®n que est¨¢ haciendo el anterior primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, del 11 de septiembre contra Arafat y el Estado palestino, al que ha calificado de 'f¨¢brica de terrorismo' (EL PA?S, s¨¢bado 15 de septiembre). Creo que hay pocos casos como este ¨²ltimo en el que ser¨ªa pertinente la par¨¢bola de la 'paja en el ojo ajeno y la viga en el propio'. Pero ¨¦sa es otra historia, aunque tenga que ver con ¨¦sta.
El ataque terrorista del 11 de septiembre ha sido un acontecimiento de tal magnitud y de tanto impacto que es de temer que cada quien tenga la tentaci¨®n de arrimar el ascua a su sardina y hacer un uso espurio del mismo. Esta tentaci¨®n tiene que ser resistida y, en el caso de que no lo sea y se caiga en ella, tiene que ser combatida por los dem¨¢s. Lo peor que puede ocurrir, como escrib¨ªa Paul Krugman ayer en EL PA?S (Despu¨¦s del horror), es que 'explote esta tragedia para obtener beneficios pol¨ªticos'.
Y esto que vale para los Estados Unidos, vale para todos los pa¨ªses. El ataque terrorista del 11 de septiembre ha sido un acontecimiento mundial, que est¨¢ dominando la vida pol¨ªtica de todos los pa¨ªses. Y en la tentaci¨®n de hacer uso del mismo con la finalidad de alterar las reglas del debate pol¨ªtico en beneficio propio pueden caer no s¨®lo en Am¨¦rica sino tambi¨¦n en muchos otros sitios.
Buena prueba de ello la hemos tenido esta semana en Espa?a y a prop¨®sito de un asunto en el que dific¨ªlmente se pod¨ªa pensar que se pudiera establecer alg¨²n tipo de conexi¨®n con el atentado terrorista: el esc¨¢ndalo Gescartera y la pol¨¦mica suscitada por la solicitud de que comparecieran ante la comisi¨®n de investigaci¨®n del Congreso de los Diputados los presidentes de las comunidades aut¨®nomas de Valencia y Andaluc¨ªa.
Como es sabido, el PSOE hab¨ªa solicitado la comparecencia de Eduardo Zaplana para que explicara sus relaciones con el cantante Jaime Morey, al que hab¨ªa nombrado 'asesor musical', y que es uno de los implicados en la gesti¨®n de la agencia de valores. A dicha solicitud respondi¨® el PP con la de la comparecencia de Manuel Chaves, al que se le imput¨® una cierta vinculaci¨®n con Gescartera a trav¨¦s de la actividad profesional del anterior portavoz del Gobierno andaluz, Jos¨¦ Nevado.
Es posible que no tuviera mucho sentido que se solicitara la comparecencia de los dos presidentes auton¨®micos y que lo mejor hubiera sido que tanto el PSOE como el PP se hubieran abstenido de solicitar la comparecencia de ambos. Pero lo que no se puede admitir es que despu¨¦s de haber lanzado las acusaciones que se han lanzado por parte de dirigentes nacionales y regionales del PP contra el presidente andaluz y de haber afirmado p¨²blicamente, antes incluso de que el PSOE solicitara la comparecencia de Eduardo Zaplana, que se iba a proponer la de Manuel Chaves, que se d¨¦ marcha atr¨¢s y que se utilice para justificar dicha marcha atr¨¢s el ataque terrorista del 11 de septiembre.
En efecto, como argument¨® el portavoz del PP en la Comisi¨®n Gescartera, Vicente Mart¨ªnez Pujalte, su partido vot¨® en contra de la propia petici¨®n de que compareciera Manuel Chaves, 'en aras del consenso' y para 'evitar los debates partidistas' ante la 'grave situaci¨®n internacional' creada tras los atentados terroristas en New York y Washington.
Este argumento es el que resulta inadmisible y el que induce a pensar que tal vez Eduardo Zaplana tenga algo que ocultar en relaci¨®n con este asunto. ?Qu¨¦ tienen que ver los muertos de las Torres Gemelas y del Pent¨¢gono con el caso Gescartera? Las v¨ªctimas del ataque terrorista del 11 de septiembre pueden ser utilizadas para justificar el consenso en la respuesta por parte del Estado espa?ol, pero no pueden ser utilizadas para justificar la no comparecencia de Eduardo Zaplana y Manuel Chaves ante la Comisi¨®n de Gescartera. Se podr¨¢ utilizar cualquier otro argumento, pero no ¨¦se. ?Puede imaginarse el lector cu¨¢l habr¨ªa sido la reacci¨®n de Te¨®fila Mart¨ªnez o Antonio Sanz si se hubiera intentado impedir la comparecencia de Manuel Chaves con base en ese argumento?
La verdad es que muy poca confianza se tiene que tener en las propias posiciones cuando se empieza a actuar de esta manera. Una vez gastada la carta de la 'conexi¨®n socialista' con el caso Gescartera, habr¨¢ que esperar a ver cu¨¢l es la pr¨®xima que sacan de la manga. Esperemos al menos que se deje descansar a los muertos en paz y no se haga uso de ellos de manera espuria. Aunque a la vista de la intervenci¨®n parlamentaria esta misma semana de la 'hija del ferroviario', tal vez sea esperar demasiado. Para el PP parece que sigue valiendo todo, en particular cuando se trata de Andaluc¨ªa.
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