La conexi¨®n belga
Un viudo cuya esposa muri¨® brutalmente asesinada por un psic¨®pata espera en un aeropuerto, probablemente belga, la salida de su avi¨®n. El vuelo ha sufrido un retraso indefinido debido a una amenaza de bomba. Mientras aguarda a que se resuelvan los problemas de tr¨¢fico a¨¦reo, el viudo est¨¢ leyendo un libro cuando, de repente, es abordado por un pelmazo, irritante y arrogante, que se sienta a su lado y que, tras una desagradable y tensa conversaci¨®n, resulta ser el asesino de su esposa.
Con estos mimbres, la joven novelista belga Am¨¦lie Nothomb ha construido el argumento de Cosm¨¦tique de l'ennemi (Cosm¨¦tica del enemigo), uno de los muchos t¨ªtulos que forman parte del disuasorio pelot¨®n de novedades de la rentr¨¦e literaria franc¨®fona y cuyo final no contar¨¦ para no desvelar el desenlace, raro, terror¨ªfico aunque algo forzado, digno del mism¨ªsimo Alejandro Amen¨¢bar.
En la ¨²ltima novela de Am¨¦lie Nothomb, un viudo espera en un aeropuerto un vuelo que ha sufrido un retraso de tres horas. ?Ad¨®nde viaja el hombre? A Barcelona
Curiosidad del libro para los nothombianos locales: el vuelo que el inconsolable viudo nunca tomar¨¢ deb¨ªa dirigirse a Barcelona. En la ¨²ltima p¨¢gina del libro pueden leerse estas l¨ªneas: 'El 24 de marzo de 1999, los pasajeros que esperaban la salida del vuelo hacia Barcelona asistieron a un espect¨¢culo inenarrable. Como el avi¨®n llevaba tres horas de retraso inexplicado, uno de los pasajeros se levant¨® de su asiento y empez¨® a golpearse la cabeza contra una de las paredes de la sala de espera'. Al igual que muchos pasajeros en estos tristes d¨ªas de muerte y barbarie, el protagonista de Cosm¨¦tique de l'ennemi tampoco llegar¨¢ a su destino.
?Por qu¨¦ Barcelona? Puede que se trate de una elecci¨®n casual, por supuesto. Algunos escritores tienen un mapamundi colgado en la pared y, para decidir los movimientos de sus personajes, suelen lanzar dardos al azar, y si toca Barcelona pues toca Barcelona. O puede que, por el contrario, sea un secreto homenaje a un novio catal¨¢n, ef¨ªmero o duradero. O, puestos a especular, se trate de un gui?o a la visita que en mayo de 1997 Am¨¦lie Nothomb, que cuenta en Catalu?a con admiradoras del buen gusto literario de Imma Mons¨®, Anna Maria Moix o Flavia Company, hizo a nuestra ciudad para presentar su novela Las catilinarias. Aqu¨¦l era su primer viaje a Barcelona, pese a las muchas vueltas que Nothomb ha dado por el mundo. Nacida en Kobe, Jap¨®n, a causa de la itinerante profesi¨®n de su padre, escritor y diplom¨¢tico, Am¨¦lie ha recorrido medio planeta arrastrando su misteriosa aureola de mujer extra?a, de mirada iluminada e inteligencia ¨¢gil. En Barcelona, ya confes¨® algunas de sus man¨ªas: levantarse a las cinco de la ma?ana para escribir hasta las ocho, a mano, en un cuaderno, cada d¨ªa, festivos incluidos, beber mucho t¨¦ amargo y publicar un libro cada a?o, siempre la primera semana de septiembre, con una puntualidad casi exasperante. As¨ª, con esta precisa metodolog¨ªa, lleva escritos y publicados 10 t¨ªtulos en 10 a?os, un problema para sus editores (Circe y Anagrama en castellano y Columna en catal¨¢n), que no consiguen seguir su vertiginoso ritmo de producci¨®n. Durante su visita, atendi¨® a algunos periodistas, se resign¨® a tener que explicarles el libro a los que no lo hab¨ªan le¨ªdo y alab¨® la profesionalidad de Sergi Doria, colega del Abc y uno de los ¨²ltimos mohicanos del periodismo cultural solvente.
Se aloj¨® en una habitaci¨®n del hotel Condes de Barcelona, se enamor¨®, como casi todos los turistas, del paseo de Gr¨¤cia y de sus soleados y modernistas aleda?os, mostr¨® una insistente curiosidad por la etimolog¨ªa de los nombres de las calles y de ciertas palabras catalanas y, pese a una aparente fragilidad, mostr¨® un considerable apetito en el restaurante Caf¨¨ de la Acad¨¨mia, donde se interes¨® por la escalivada, las habas y la rica variedad de aceites locales. Entre pregunta y carcajada, entre an¨¦cdota de una infancia peculiar, tuvo tiempo, aunque muy por encima, de hablar de su estilo, donde el humor negro, a veces macabro, se combina con cierta perversidad tem¨¢tica y un lenguaje desigual, a veces cult¨ªsimo y otras coloquial, que desarma a los cr¨ªticos aunque no a sus lectores, que, haciendo o¨ªdos sordos a las acusaciones de irregularidad que apunta parte de la cr¨ªtica, siguen ley¨¦ndola masivamente y con envidiable fidelidad.
Pese a tener s¨®lo 34 a?os, Am¨¦lie arrastra un insomnio cr¨®nico que la obliga a salir a pasear a menudo por su ciudad, la lluviosa Bruselas que tan bien describe el tema Bruxelles in the rain, interpretada por Toots Thielemans y Paquito De Rivera. Su caf¨¦ preferido es el La Mort Subite; su librer¨ªa de cabecera, Tropismes; su restaurante de confianza, L'idiot du village (que deber¨ªa abrir una sucursal aqu¨ª llamada El tonto del pueblo). Una de sus editoras en Barcelona le mand¨® una botella de aceite de oliva a Bruselas. Quiz¨¢ ¨¦sta sea la raz¨®n de este novelesco vuelo a Barcelona con psic¨®pata y viudo emparentados por el horror. En plena redacci¨®n de la novela, me imagino a Nothomb haciendo una breve pausa para prepararse una ensalada, ali?arla con el aceite catal¨¢n y decidir que ese vuelo fracasado tendr¨¢ como destino la Barcelona de la escalivada y de las habas.
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