Presencias surreales
El Museo de Arte e Historia de Durango muestra obras de Fernando Beorlegi (1928) realizadas durante los ¨²ltimos diez a?os, envueltas todas ellas por el acuciante influjo del surrealismo. La exposici¨®n parece dividirse en tres fases, una de las cuales, la m¨¢s ambiciosa, titulada Solsticio solar, consta de seis paisajes -de lunes a s¨¢bado- entre saturnales y sublunares. Para el cat¨¢logo de la muestra, Anjel Lertxundi ha escrito un texto solsticial lleno de po¨¦tica fantas¨ªa y humor, con ribetes metaf¨ªsicos.
Otra de las fases, ejecutada un a?o antes de la solsticial, en 1997, consiste en metamorfosear un n¨²mero indeterminado de hortalizas y frutas hasta convertirlas, mediante trueques, en ranas, gatos, gallos, lagartos, lechuza, peces y otras especies.
La tercera fase viene a convertirse en una suma de cuadros sueltos, de diferentes ¨¦pocas, con temas de muy diverso signo. Destacan los titulados El retrato (1990), Bareliza (1994) y La familia (1994). En el primero se nota la evocaci¨®n de De Chirico, y en el tercero est¨¢ demasiado evidente la presencia de Ren¨¦ Magritte, puesto que las oblicuas llamas de fuego del cuadro de Beorlegui vienen de La escalera del fuego, pintado por Magritte en 1933.
Pero no s¨®lo la presencia de Magritte hay que encontrarla en esa obra de s¨ªmbolos llameantes; en la mayor parte de los dem¨¢s lienzos pervive el esp¨ªritu del surrealista belga. Por otro lado, en los pasos de lo vegetal en animal el precedente viene de la mano del pintor del siglo XVI Giuseppe Arcimboldo, artista no valorado en su justa medida hasta que en el siglo XX los surrealistas lo consideraron como uno de sus maestros. Como se ve, la cosa va de surrealismos.
Influencias aparte, Beorlegi consigue interesar en lo concerniente a inventiva. Sin embargo, no ocurre lo mismo en cuanto a la factura de sus obras se refiere. Resulta desigual. En tanto cuida los fondos en los cuadros del metamorfoseo, los descuida en la serie del solsticio, con la utilizaci¨®n de una especie de rayonismo de medio pelo. Lo mismo sucede con la torpe prisa impostada a la hora de pintar el suelo sublunar. En uno y otro caso le ha faltado la pericia necesaria para que los fondos y suelos dejen de chocar entre s¨ª con demasiada estridencia, quitando con ello el protagonismo debido a los temas centrales.
Una nueva galer¨ªa
Sin salirnos de Durango, queremos dar noticia del nacimiento de una galer¨ªa de arte en esa localidad vizca¨ªna. Se llama Beittu Art Gallery, y est¨¢ ubicada en la calle Montevideo, n¨²mero 23. Se inaugur¨® el viernes pasado con obras sobre papel -en su mayor parte- de Juan Luis Goenaga, Santos I?urrieta, Juan Mieg, Carmelo Ortiz de Elgea, Fito Ram¨ªrez Escudero y Jos¨¦ Luis Zumeta.
En el espacio doble de la galer¨ªa lucen con esplendor el racimo de obras expuestas. Reciben al visitante unos peque?os y color¨ªsimos cuadros de Santos I?urrieta, plenos de gracia y divertido encanto. La aportaci¨®n de Goenaga viene a trav¨¦s de la estampaci¨®n de manchas que una apisonadora ha provocado al pisar sobre estoicos papeles. Sutiles, delicadas y redondas son las dos obras que firma Juan Mieg, cada d¨ªa m¨¢s en alza su valor como pintor.
Ram¨ªrez Escudero deja que en sus retratos el color y el gesto de los trazos intercambien el orden natural del que est¨¢n hechos. Como es habitual en Ortiz de Elgea, sus dos obras pugnan por no parecerse entre ellas. Respecto a Zumeta, se comprueba una vez m¨¢s que para ¨¦l no hay obras grandes o peque?as, buenas o malas. Todo reside en la pasi¨®n por pintar.
Hay que desear a Raquel Castro y al pintor Fernando de Vicente, responsables de la nueva galer¨ªa, la mejor y m¨¢s fecunda de las suertes de cara al futuro. Que latido a latido la llenen de aciertos.El Museo de Arte e Historia de Durango muestra obras de Fernando Beorlegi (1928) realizadas durante los ¨²ltimos diez a?os, envueltas todas ellas por el acuciante influjo del surrealismo. La exposici¨®n parece dividirse en tres fases, una de las cuales, la m¨¢s ambiciosa, titulada Solsticio solar, consta de seis paisajes -de lunes a s¨¢bado- entre saturnales y sublunares. Para el cat¨¢logo de la muestra, Anjel Lertxundi ha escrito un texto solsticial lleno de po¨¦tica fantas¨ªa y humor, con ribetes metaf¨ªsicos.
Otra de las fases, ejecutada un a?o antes de la solsticial, en 1997, consiste en metamorfosear un n¨²mero indeterminado de hortalizas y frutas hasta convertirlas, mediante trueques, en ranas, gatos, gallos, lagartos, lechuza, peces y otras especies.
La tercera fase viene a convertirse en una suma de cuadros sueltos, de diferentes ¨¦pocas, con temas de muy diverso signo. Destacan los titulados El retrato (1990), Bareliza (1994) y La familia (1994). En el primero se nota la evocaci¨®n de De Chirico, y en el tercero est¨¢ demasiado evidente la presencia de Ren¨¦ Magritte, puesto que las oblicuas llamas de fuego del cuadro de Beorlegui vienen de La escalera del fuego, pintado por Magritte en 1933.
Pero no s¨®lo la presencia de Magritte hay que encontrarla en esa obra de s¨ªmbolos llameantes; en la mayor parte de los dem¨¢s lienzos pervive el esp¨ªritu del surrealista belga. Por otro lado, en los pasos de lo vegetal en animal el precedente viene de la mano del pintor del siglo XVI Giuseppe Arcimboldo, artista no valorado en su justa medida hasta que en el siglo XX los surrealistas lo consideraron como uno de sus maestros. Como se ve, la cosa va de surrealismos.
Influencias aparte, Beorlegi consigue interesar en lo concerniente a inventiva. Sin embargo, no ocurre lo mismo en cuanto a la factura de sus obras se refiere. Resulta desigual. En tanto cuida los fondos en los cuadros del metamorfoseo, los descuida en la serie del solsticio, con la utilizaci¨®n de una especie de rayonismo de medio pelo. Lo mismo sucede con la torpe prisa impostada a la hora de pintar el suelo sublunar. En uno y otro caso le ha faltado la pericia necesaria para que los fondos y suelos dejen de chocar entre s¨ª con demasiada estridencia, quitando con ello el protagonismo debido a los temas centrales.
Una nueva galer¨ªa
Sin salirnos de Durango, queremos dar noticia del nacimiento de una galer¨ªa de arte en esa localidad vizca¨ªna. Se llama Beittu Art Gallery, y est¨¢ ubicada en la calle Montevideo, n¨²mero 23. Se inaugur¨® el viernes pasado con obras sobre papel -en su mayor parte- de Juan Luis Goenaga, Santos I?urrieta, Juan Mieg, Carmelo Ortiz de Elgea, Fito Ram¨ªrez Escudero y Jos¨¦ Luis Zumeta.
En el espacio doble de la galer¨ªa lucen con esplendor el racimo de obras expuestas. Reciben al visitante unos peque?os y color¨ªsimos cuadros de Santos I?urrieta, plenos de gracia y divertido encanto. La aportaci¨®n de Goenaga viene a trav¨¦s de la estampaci¨®n de manchas que una apisonadora ha provocado al pisar sobre estoicos papeles. Sutiles, delicadas y redondas son las dos obras que firma Juan Mieg, cada d¨ªa m¨¢s en alza su valor como pintor.
Ram¨ªrez Escudero deja que en sus retratos el color y el gesto de los trazos intercambien el orden natural del que est¨¢n hechos. Como es habitual en Ortiz de Elgea, sus dos obras pugnan por no parecerse entre ellas. Respecto a Zumeta, se comprueba una vez m¨¢s que para ¨¦l no hay obras grandes o peque?as, buenas o malas. Todo reside en la pasi¨®n por pintar.
Hay que desear a Raquel Castro y al pintor Fernando de Vicente, responsables de la nueva galer¨ªa, la mejor y m¨¢s fecunda de las suertes de cara al futuro. Que latido a latido la llenen de aciertos.
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