La met¨¢fora B-Parade
Monta?a de paradas. B-Parade en Barcelona. M¨²sica perpleja. Chicos y chicas del extrarradio que han venido en coche rojo de extrarradio. Jubilados que miran la cosa con mirada de jubilado/mirada de obra p¨²blica. Chicas vestidas de este-piso-se-vende, chicos vestidos de busco-piso-en-esta-zona. Chicos y chicas S¨®nar, una mezcla de pijo y astronauta del siglo XXI. Chicos vestidos una parte de marinero de Querelle, dos de Lola la Tecno-Piconera. Chicas de spot. M¨¢s concretamente, del spot ese que empieza con, glups, 'nunca encontraba sostenes que me quedaran bien'. Drag-queens con singular gracejo al uso que invita a pensar que los drags-queens son, socorro, los tunos del siglo XXI. Gente que se lo pasa pipa en Montju?c, que por cierto es la monta?a donde la ciudad ubica lo que no comprende. Verbigracia: sus cad¨¢veres, la parada militar del a?o pasado, Expo-bisuter¨ªa o esta parada. Es curioso que la B-Parade se haya ubicado aqu¨ª. M¨¢s si se tiene en cuenta que la B-Parade es una met¨¢fora de la ¨¦poca. Esta ubicaci¨®n quiz¨¢ explica que Barcelona tiene serios problemas para intuir la ¨¦poca. Quiz¨¢ explica la crisis de ciudad de la que ¨²ltimamente se habla despu¨¦s de las cenas. No se vayan.
En Montju?c la ciudad ubica lo que no comprende: sus cad¨¢veres, los desfiles militares, Expo-bisuter¨ªa o la B-Parade del s¨¢bado
Signo del tiempo. Las paradas son una lectura del mundo concreta para miles de personas y un ruido incomprensible para otras miles. Son, pues, como un avi¨®n estrellado contra una torre. Lo dicho, algo muy signo del tiempo. El epicentro del fen¨®meno es la Love Parade de Berl¨ªn, la formulaci¨®n europea del asunto desde 1989, y se ha extendido a Par¨ªs y su Techno Parade, Ginebra y la Street Parade, Viena y la Love Parade, y Z¨²rich y la Street Parade, eventos con los que sus organizadores han accedido a la segunda residencia. Por aqu¨ª abajo y hasta el s¨¢bado, en materia de parades, s¨®lo dispon¨ªamos, snif, de Cine de barrio o la Jos¨¦ Manuel Parade. Bueno. Las paradas son un momento de estadio de la m¨²sica tecno. Los momentos de estadio son los momentos en los que varias personas son una sola. Lo cual puede ser una met¨¢fora del amor, pero tambi¨¦n del estadio Calder¨®n o del Berl¨ªn a?os treinta. La m¨²sica tecno, a su vez, y se mire por donde se mire, es, por fin, algo nuevo en la sala. Algo nuevo en la sala: a) es una m¨²sica que no emiten autores, sino m¨¢s bien disc-jockeys. Lo que fabrican es, por consiguiente, b) una meditaci¨®n sobre el plagio. La m¨²sica tecno se recolecta en Internet, se vuelca en Internet, se emite en discos, se reformula en ordenador en otros discos. Es, vamos, c) un arte bastante colectivo y bastante del tiempo. Tanto que, por ejemplo, es d) completamente comercial y vinculado a la industria y al beneficio. Esta ma?ana a primera hora sucede lo mismo con otras series culturales. Yo dir¨ªa que con todas. La diferencia es que, por el momento, la m¨²sica tecno no disimula que un cartel de Miralda en realidad es un cartel de Am¨¦rica S¨¢nchez que en realidad es un cartel de un colmado de un se?or de Barcelona. O que un libro de un autor en realidad es un libro de varios autores, como alg¨²n fiscal -y, glups, ning¨²n cr¨ªtico- vino a decir la temporada pasada. Adem¨¢s, e) es una m¨²sica del Primer Mundo. Es decir, con instrumentos de m¨²sica que no son instrumentos de m¨²sica y que van y son careros. Aunque, por otra parte, todo en el Primer Mundo es propio del Primer Mundo. El Tercer Mundo est¨¢ repleto de Manus Chaos, si bien nadie los conoce, ni saben del todo lo que cenar¨¢n ma?ana. El mundo, como se ve, es una violencia absoluta y silenciosa. Y musical. En otro orden de cosas, esa m¨²sica sin instrumentos f) produce productos nuevos y perplejos y repletos de belleza. Uno se parece m¨¢s a su padre que a su ¨¦poca. De manera que esa m¨²sica en ocasiones te acaricia la nuca de una manera determinada y placentera y te hace intuir tu ¨¦poca. En una ocasi¨®n, en una sesi¨®n tecno, vi en el centro de la pista a una chica bailando. Iba vestida con un par de taconazos y unos miligramos de purpurina. Tuve la sensaci¨®n de ver mi ¨¦poca. De lo que se deduce que las ¨¦pocas, tal vez, son sensaciones.
Ciudades en las que se destruyen torres y ciudades en las que se consruyen. Otro signo del tiempo de la B-Parade es la B-Parade. Es decir, su organizaci¨®n. Quiz¨¢ explica el estado de la cuesti¨®n de una ciudad que organiz¨® unos Juegos Ol¨ªmpicos y la construcci¨®n de las torres al uso que siempre se construyen en Barcelona cuando se organiza algo, que quiere organizar un F¨°rum y la construcci¨®n de las torres al uso que etc¨¦tera, y que se ve en serios problemas para organizar algo que no se relacione con el negocio inmobiliario, como uno empieza a sospechar con la parte no inmobiliaria del F¨°rum. Se ven¨ªa hablando de una parada tecno en Barcelona desde hace la tira. Hubo tres empresas que aportaron sendos proyectos. Alguna denunci¨® que una, que ten¨ªa ya v¨ªnculos laborales con el Ayuntamento, estaba siendo beneficiada. La negociaci¨®n para la B-Parade se hizo eterna. En ocasiones, se anunci¨® que no llegar¨ªa a producirse la B-Parade. Finalmente se ha producido. Con el tiempo justo, por lo que alguna empresa se retir¨® del proyecto. El recorrido definitivo de la B-Parade ha acabado siendo metaf¨®ricamente diferente del inicial. Las propuestas iniciales, me dicen, finalizaban el recorrido en la mar salada esa que se recuper¨® en el 92.
![Un momento del tecno en Montju?c, el s¨¢bado pasado.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/5QQEQBU3A27PLBG6H5FV5WXTHQ.jpg?auth=cc9cecccb82d55f83b81098715f3e3cbbff05445e67304a7322e7797f35a4fca&width=414)
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.