Econom¨ªa y empleo: hacer de la necesidad virtud
Pocas dudas caben a estas alturas de que la econom¨ªa ha entrado en crisis. Lo que ahora discuten los economistas es si estamos ante una enfermedad de larga curaci¨®n (recesi¨®n) o ante un enfriamiento (desaceleraci¨®n). A pesar de que las tres grandes econom¨ªas del mundo (Jap¨®n, EE UU y Europa) est¨¢n alineadas en una combinaci¨®n astral recesiva que no se produc¨ªa desde la II Guerra Mundial, mi opini¨®n es que los tiempos dif¨ªciles no durar¨¢n. ?sta es una crisis que est¨¢ m¨¢s relacionada con la digesti¨®n de las expectativas exageradas que muchas empresas e inversores pusieron en la nueva econom¨ªa y en las privatizaciones, que con el comportamiento de los consumidores. Al menos de momento, a la espera de los posibles efectos psicol¨®gicos depresivos de los sucesos terroristas de Nueva York y Washington. Pero en cualquier caso, la econom¨ªa se encuentra montada en un ciclo largo de crecimiento que dominar¨¢ sobre los efectos a corto plazo.
?Qu¨¦ pasar¨¢ con el empleo mientras tanto? ?Optar¨¢n las empresas por el despido puro y simple, o buscar¨¢n arreglos con sus empleados que, a la vez que permiten disminuir el peso de los costes labores, aseguren la disponibilidad y lealtad de los trabajadores a la espera de que la coyuntura mejore? Los peri¨®dicos nos bombardean diariamente con el anuncio de miles de empleados despedidos por las grandes empresas multinacionales. Pero una lectura atenta del comportamiento de alguna de ellas nos permite ver iniciativas novedosas. El gigante alem¨¢n Siemens ha anunciado la puesta en marcha este mes de un sistema de despido flexible en su divisi¨®n de m¨®viles (que ha tenido fuertes p¨¦rdidas en los ¨²ltimos meses). Los empleados pueden optar a un periodo sab¨¢tico de entre 3 y 12 meses cobrando entre un 50% y un 20 % del salario. Otras empresas, como Cisco Systems o Accenture, est¨¢n introduciendo tambi¨¦n esquemas novedosos.
?Por qu¨¦ estas empresas se esfuerzan en buscar este tipo de salida o vinculaci¨®n flexible? Piensan que los malos tiempos no durar¨¢n y quieren asegurarse la lealtad y disponibilidad de sus trabajadores. Hay algunos rasgos comunes en las empresas que buscan estos arreglos. Uno es que compiten en productos y mercados donde la rivalidad se establece en la calidad y no en el precio. Esto les lleva a dar gran importancia a la cualificaci¨®n de sus empleados. Otro rasgo es que se trata de empresas donde los directivos han desarrollado liderazgo para dirigir procesos de cambio e incorporan la ¨¦tica a las relaciones internas.
El problema en nuestro pa¨ªs es que un buen n¨²mero de empresas no valoran suficientemente la importancia de la cualificaci¨®n, la lealtad y la ¨¦tica empresarial. Probablemente hay dos razones que explican este comportamiento. Una es que las empresas espa?olas compiten en mercados y productos donde la rivalidad se establece en t¨¦rminos de costes y precios bajos, y no en diferenciaci¨®n de producto. Otra es que nuestros empresarios se han acostumbrado a resolver los problemas de reconversi¨®n empresarial a trav¨¦s del Estado y de la legislaci¨®n laboral.
El Estado ha sido excesivamente generoso en el uso de los recursos p¨²blicos para facilitar los procesos de reconversi¨®n en los a?os ochenta. Y lo ha seguido siendo despu¨¦s, cuando el ajuste de plantillas en las empresas privatizadas se ha hecho con cargo a los fondos p¨²blicos. Y por cierto, con la connivencia de los sindicatos. Este intervencionismo p¨²blico ha tenido consecuencias negativas sobre las capacidades de los directivos para la gesti¨®n del cambio. Por una parte, no han tenido incentivos para aprovechar las crisis y cambiar la especializaci¨®n hacia productos de alto valor a?adido y fuerte demanda internacional. Esto hubiese permitido aumentar a la vez la productividad y el empleo. Por otra, ha inhibido las capacidades de liderazgo para implicar a los trabajadores en ese cambio. El premio Nobel de Econom¨ªa Amartya Sen recordaba hace unos d¨ªas en Valencia que el ¨¦xito de una empresa depende de los valores que compartan un grupo de personas m¨¢s amplio que el que forman los propietarios y directivos. Abarca a los dirigentes sindicales, los t¨¦cnicos y los trabajadores. Pero, para utilizar un solo dato, Espa?a es entre los pa¨ªses desarrollados el que mayor distancia registra entre las retribuciones de los directivos y las de los empleados.
Hay que aprovechar esta nueva crisis para forzar a los gerentes, a los trabajadores y a los sindicatos a buscar soluciones compartidas al problema del empleo durante la crisis, y para llevar a cabo el necesario cambio de la especializaci¨®n productiva. S¨®lo as¨ª ser¨¢ posible conciliar la mejora de la productividad con el aumento de la producci¨®n y del empleo. Se trata, en definitiva, de saber hacer de la necesidad virtud.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada y director del departamento de Pol¨ªtica Econ¨®mica y Econom¨ªa Mundial de la Universidad de Barcelona.
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