Ni cre¨ªbles ni adecuados
La actividad productiva de los pa¨ªses m¨¢s poderosos del planeta se ha deteriorado seriamente en poco tiempo. Los brutales atentados terroristas en EE UU y la segura contestaci¨®n militar han introducido un factor adicional de incertidumbre. La econom¨ªa espa?ola no es ajena a estos hechos y, aunque todav¨ªa no se ha resentido tanto como el resto, su ritmo de actividad disminuye sensiblemente y la creaci¨®n de empleo se reduce a marchas forzadas. En este delicado escenario cobra especial importancia reforzar la confianza de los ciudadanos y utilizar los mecanismos necesarios para dinamizar la actividad econ¨®mica.
Una pol¨ªtica monetaria m¨¢s expansiva con rebajas en los tipos de inter¨¦s ayuda a mejorar las posibilidades de consumo e inversi¨®n, pero tiene sus l¨ªmites en el ya reducido precio del dinero y en la propensi¨®n de la poblaci¨®n espa?ola a aumentar su ahorro en ¨¦pocas de menor alegr¨ªa econ¨®mica. Es preciso aprovechar las ventajas del multiplicador del gasto p¨²blico aplicando una pol¨ªtica fiscal m¨¢s din¨¢mica.
En estos momentos de incertidumbre cobra m¨¢s importancia si cabe disponer de un Presupuesto cre¨ªble y suficiente. Dos virtudes de las que carece el presentado por el Gobierno para 2002. Las previsiones macroecon¨®micas son de dudoso cumplimiento (crecimiento del PIB del 2,9% e inflaci¨®n del 2%), las cifras de ingresos y gastos son en algunos casos deliberadamente menores a las que se alcanzar¨¢n este a?o, valgan como ejemplo las del Inem. Pero, sobre todo, la opci¨®n de mantener el objetivo de equilibrio presupuestario con el actual modelo tributario es una decisi¨®n rechazable si se quieren proteger los intereses de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n.
El Gobierno aplic¨® una rebaja sobre el IRPF inoportuna, innecesaria e injusta. Renunci¨® a 800.000 millones de pesetas anuales, pero a cambio cobr¨® unos estupendos r¨¦ditos electorales. Sin solventar la pol¨¦mica sobre su influencia en la etapa de bonanza (el PIB habr¨ªa crecido algo menos, pero con menos desequilibrios en inflaci¨®n y balanza de pagos) han llegado momentos peores abriendo la pregunta sobre cu¨¢les ser¨ªan los m¨¢rgenes en el pr¨®ximo Presupuesto si se dispusiera de esos recursos. Con estos ingresos se podr¨ªa aumentar el deteriorado consumo de los empleados p¨²blicos, garantizar las prestaciones por desempleo e impulsar algunos servicios sociales. A la vez, se podr¨ªa dar un impulso adicional a la inversi¨®n en obra civil en un momento en el que comienza a flaquear la construcci¨®n residencial. Todo ello, sin poner en peligro el equilibrio de las cuentas p¨²blicas. Una estabilidad que admite d¨¦ficit en los momentos peores del ciclo econ¨®mico seg¨²n las directrices comunitarias. Un Presupuesto de este tipo ayudar¨ªa a eludir la crisis o, como m¨ªnimo, a limitar su extensi¨®n y distribuir mejor los esfuerzos entre los ciudadanos.
El planteamiento del Gobierno est¨¢ instalado en el dogma: proteger el equilibrio presupuestario por encima de cualquier contingencia. Aun cuando ya en este a?o se ha constatado el hundimiento de la recaudaci¨®n de impuestos por el consumo y las dificultades adicionales para un sistema muy dependiente de los mismos. Su elecci¨®n s¨®lo se puede interpretar desde un apoyo a otro modelo de sociedad, en donde tengan menos protagonismo los servicios p¨²blicos de acceso individual, pero de car¨¢cter colectivo. S¨®lo en ese contexto puede funcionar una econom¨ªa con una presi¨®n fiscal inferior en siete puntos del PIB a la media de la Uni¨®n Europea.
Hay determinados discursos que sobreviven en la bonanza, pero muestran sus contradicciones en las peores etapas. S¨®lo faltar¨ªa que para cuadrar el Presupuesto, no s¨®lo se utilicen en exceso las cotizaciones sociales pagadas por el trabajador, sino que adem¨¢s se le reduzcan las prestaciones por desempleo cuando m¨¢s las necesita.
Miguel ?ngel Garc¨ªa D¨ªaz es economista del Gabinete T¨¦cnico de CC OO.
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