Pintaron bastos
Sali¨® el quinto novillo y las pe?as empezaron a desperezar el tedio. Hasta ese novillo, pocos motivos hubo para que la gente mostrara un semblante alegre. Hab¨ªa resaca de la triunfal tarde anterior y en esta quinta de abono pintaban bastos.
Salt¨® el ¨²ltimo de la tarde a la arena y, de entrada, ni embest¨ªa ni hac¨ªa nada. Topaba, como si tuviera alg¨²n defecto en la vista. La gente comenz¨® a enfadarse pero cuando lo metieron en el caballo y empuj¨® con gran violencia todo cambi¨®. El novillo sali¨® suelto del primer puyazo, cantando su condici¨®n de manso, pero volvi¨® dos veces m¨¢s y, entonces, lo masacraron. El picador de turno le tap¨® la salida y descarg¨® toda su fuerza en el castigo, pero el novillo, que por hechuras era toro, acab¨® por derribar a jinete y montura.
Pas¨® por banderillas el de Sep¨²lveda y se form¨® una verdadera capea en la que los banderilleros hicieron la suerte a una mano y a la media vuelta. El toro era el amo. El espect¨¢culo, m¨¢s grotesco que taurino, hab¨ªa despejado el aburrimiento. Antes de ese manso saltaron tres novillos con posibilidades. Con poca fuerza pero muy nobles.
Paulita no termin¨® de redondear sus faenas. Muy pl¨¢stico, estuvo m¨¢s pendiente de componer la figura que de mandar en las embestidas. A su primero, adem¨¢s, lo tuvo que cuidar con esmero y en su segundo se aceler¨®.
Seraf¨ªn Mar¨ªn estuvo est¨¦tico en su primero, pero la falta de emoci¨®n que desprend¨ªa el novillo hizo que la faena no llegara a la gente. Con el manso que cerr¨® plaza se estrell¨®, pues el novillo acab¨® absolutamente parado.
El rejoneador Ferm¨ªn Boh¨®rquez estuvo poco animoso y bastante ap¨¢tico. Mejor en banderillas que con los rejones, acab¨® por dividir la opini¨®n de la gente.
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