A Casero se le agota el tiempo
?scar Sevilla mantiene 25 segundos de ventaja sobre el valenciano ante la contrarreloj final
David Plaza un entrenador ruso le ense?¨® a mantener recta la espalda en la bicicleta. Usaba el m¨¦todo de la regla. El ciclista madrile?o deb¨ªa estar dos horas sobre el rodillo, la espalda recta, paralela a la barra de la bicicleta. Si se sal¨ªa ya fuera un mil¨ªmetro de la posici¨®n marcada, reglazo que te va a la espalda. As¨ª todos los d¨ªas. Ocurri¨® en 1992, cuando el corredor del Festina era una de las grandes esperanzas para los Juegos de Barcelona. Dura escuela sovi¨¦tica. Disciplina. A Plaza se lo ense?aron para el llano, para convertirle en rodador escol¨¢stico, pero el mejor gregario de Casero demostr¨® el valor de esas ense?anzas, de la rigidez, escalando, nada menos que subiendo el terrible alto de Abantos. Dos veces.
Sub¨ªa Plaza como en trance, inm¨®vil la espalda, la mirada fija en un imaginario horizonte, las piernas movi¨¦ndose cadenciosas, sin violencia. Detr¨¢s de ¨¦l, como encantados por la fluidez de su ritmo, hechizados, todos los corredores que a¨²n tienen un gramo de fuerza, capacidad para no dejarse doblegar por las paredes del 18% con que la subida a Abantos les daba la bienvenida a¨²n por las calles de San Lorenzo del Escorial. Detr¨¢s de ¨¦l, ?ngel Casero, su l¨ªder, el ciclista al que se le agota el tiempo, Aquiles tras la tortuga a quien los ¨²ltimos segundos se le hacen horas; detr¨¢s de ¨¦l, tambi¨¦n, pegado a la rueda de Casero, ?scar Sevilla, que ya no es tortuga, que resiste, que no se doblega. Que no se dobleg¨®, que hasta dio la vuelta a la tendencia de las ¨²ltimas ascensiones y hasta trat¨® de alejar a Casero de su sombra. No se pudieron separar. Siameses. Los 25 segundos que desde hace una semana separan a ambos en la cabeza se mantienen fijos. Hoy, en la contrarreloj de Madrid, se acabar¨¢ su historia. ?Sevilla o Casero? Imposible de predecir.
?ngel Casero tiene la espalda flexible y la ambici¨®n a tono. Todas las noches, despu¨¦s del masaje, un especialista quiropr¨¢ctico le trabaja las v¨¦rtebras, 'me las cruje', dice el valenciano, acelera su recuperaci¨®n, mejora su rendimiento. Le ayuda a ser mejor escalador. Con ello, y con el ritmo infernal con que Plaza asfixiaba a los dem¨¢s en las dos subidas, Casero pensaba que ten¨ªa hecha la mitad del trabajo. Se trataba, primero, de aislar a Sevilla. Eso se consigui¨®. Fue el d¨ªa malo de Pipe G¨®mez, y sus dem¨¢s compa?eros del Kelme apenas pudieron seguir a su l¨ªder en los momentos m¨¢s importantes. Se trataba, despu¨¦s, de que Casero pudiera subir a ritmo sostenido, sin tirones de los que inundan la sangre s¨²bitamente de doloroso ¨¢cido l¨¢ctico y colocan al coraz¨®n al l¨ªmite. El de Abantos no es el puerto favorito de Casero; con su inicio demoledor, su intermedio de recuperaci¨®n y su final terrible, es el lugar que m¨¢s tem¨ªa el corredor del Festina.
El trabajo de Plaza le permiti¨® limitar los tirones. S¨®lo los Jim¨¦nez, Simoni, Laiseka, M?ller y dem¨¢s escaladores en busca del triunfo de etapa u otros galardones, pudieron escaparse, en r¨¦gimen de libertad vigilada, del tren de Plaza. Tambi¨¦n lo intent¨®, de forma m¨¢s testimonial que real, Roberto Heras. Tampoco el US Postal, el equipo m¨¢s fuerte junto con el iBanesto.com, fue determinante: su presencia no desequilibr¨® en ning¨²n momento, no influy¨® en el meollo de la etapa: ?Casero o Sevilla?
El tercer deseo del Festina, el m¨¢s importante, fue el que no pudo obtener. Se trataba de que Sevilla, el corredor agotado por el Tour, el ciclista que iba a menos, el escalador que perdi¨® el cambio de ritmo en Andorra y la capacidad de reacci¨®n en Aitana, dijera definitivamente basta, no aguanto m¨¢s. Era eso tan futbol¨ªstico de forzar el fallo del rival y aprovecharse de ello. Sevilla sufri¨®, no subi¨® c¨®modo, pero no fall¨®. Peor todav¨ªa, Sevilla, que se ha hecho escalador en los llanos de Albacete, se reencontr¨®, aun m¨ªnimamente, con su cambio de ritmo. Lo ense?¨® a poco menos de tres kil¨®metros de la llegada, all¨¢ donde Abantos volv¨ªa a ser duro, en el mismo lugar en el que segundos antes Jim¨¦nez y Simoni se largaron a ganar la etapa. Forz¨® el ritmo Sevilla y Heras, primero, y luego Casero, tardaron en reaccionar. Se retorcieron los dos detr¨¢s del manchego. Luego Heras dijo basta, se abri¨®. Luego Casero dej¨® que la distancia entre su rueda delantera y la trasera de Sevilla creciera, y creciera algo m¨¢s. Luego se acab¨® el terreno duro. El puerto se convirti¨® en un falso llano sostenido y se acab¨® la historia. Por delante, Jim¨¦nez, que trataba, sobre todo, de asegurar la clasificaci¨®n de la regularidad, objetivo que consegu¨ªa entrando entre los tres primeros, llev¨® toda la marcha de la fuga final hasta la ¨²ltima curva, donde Simoni, el ganador del Giro, que buscaba justificar su Vuelta, le super¨®.
Hoy, entre Cibeles y la Puerta de Alcal¨¢ hay 38 kil¨®metros. Son la contrarreloj definitiva, la madre de todas las contrarreloj finales jam¨¢s disputadas. El primer c¨¢lculo dice que a Casero le valdr¨¢ con limarle a Sevilla dos segundos cada tres kil¨®metros para superarle en la general final aunque s¨®lo sea por un segundo. Aunque parezca sencillo, una tarea factible para el potente rodador de m¨¢s de metro ochenta que es Casero, es un trabajo del que no ha sido capaz en las dos contrarreloj llanas disputadas: en 54 kil¨®metros s¨®lo obtuvo 24 segundos de ventaja, ha perdido dos segundos cada cinco kil¨®metros. Adem¨¢s, Sevilla tiene a Belda y sus a?agazas psicol¨®gicas: '?scar saldr¨¢ sprintando, y como Casero vea en el kil¨®metro 10 que no le saca ni cinco segundos se vendr¨¢ abajo'. Aquiles y la tortuga, efectivamente.
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