El silencio de los pol¨ªticos
Desde el pasado 11 de septiembre, muchas voces est¨¢n intentado explicar qu¨¦ ha pasado, por qu¨¦ ha pasado y qu¨¦ pasar¨¢. Primero fueron t¨¦cnicos: pilotos, arquitectos, especialistas en seguridad. Despu¨¦s, estrategas y polit¨®logos. Finalmente, escritores, periodistas, lo que hemos dado en llamar intelectuales. Se ha hablado por tanto de geopol¨ªtica, pero tambi¨¦n de ideas, de cultura, de valores. Estamos viviendo una edad de oro del articulismo: cada d¨ªa leemos en los peri¨®dicos aportaciones interesantes que a veces nos indignan y a veces nos hacen ver la realidad con ojos nuevos. La pol¨¦mica ideol¨®gica ha subido de temperatura y se producen descalificaciones y adhesiones que nos informan de la visceralidad de las posturas. Pero se publican tambi¨¦n cosas ingeniosas o inteligentes de interpretaci¨®n, que responden a una clara demanda social de mecanismos de comprensi¨®n, de lecturas nuevas de fen¨®menos nuevos.
En este coro de voces diversas y contrapuestas en el que tantos hemos participado desde hace tres semanas, el gremio probablemente m¨¢s silencioso ha sido el de los pol¨ªticos. No me gusta el t¨¦rmino, porque es injustamente uniformizador, pero me refiero no ya a personas con militancia o con cargos representativos, sino al sector de los l¨ªderes pol¨ªticos de la sociedad. Han hablado poco y han dicho menos. Si hace un tiempo desde los poderes p¨²blicos se hablaba del silencio de los intelectuales, ahora desde las p¨¢ginas de los peri¨®dicos se oye el silencio de los pol¨ªticos. No han salido de sus palabras ni claves de interpretaci¨®n ni propuestas de futuro. No han ejercido el liderazgo.
No creo que sean mis simpat¨ªas personales -nunca ocultadas- lo que me hace considerar que, entre nosotros, Jordi Pujol ha sido pr¨¢cticamente la ¨²nica excepci¨®n. Se lo reconocen tambi¨¦n sus adversarios. Pujol ha pensado en lo que est¨¢ sucediendo y ha lanzado ideas con vocaci¨®n de liderazgo social. Ser¨¢n discutibles, pero al menos son. Y es cierto que esta funci¨®n de liderazgo social, que Pujol ha tenido siempre, se ve ahora favorecida por lo que podr¨ªamos llamar su nueva situaci¨®n pol¨ªtica: con Artur Mas al frente del Gobierno, no le conviene tanto hacer de alcalde de Catalu?a como de l¨ªder social. Lo ha hecho y es excepcional. Porque, m¨¢s all¨¢ de esta excepci¨®n, la llamada clase pol¨ªtica ha preferido el silencio o el automatismo.
Ciertamente, Aznar tampoco ha callado. Pero tengo la sensaci¨®n de que las palabras de Aznar han sido lo m¨¢s parecido al silencio: la puesta en marcha de un contestador autom¨¢tico antiguo, mec¨¢nico, que intenta poner el vino nuevo en odres viejos y hacer caber las nuevas realidades en las explicaciones de siempre, aunque sea forz¨¢ndolas. Aznar tiene un discurso sobre ETA y, como ahora se habla de terrorismo, ha puesto en marcha autom¨¢ticamente la cinta que ya ten¨ªa grabada. Bueno. Al margen de la consideraci¨®n moral que condena todo terrorismo, los an¨¢lisis no tienen nada que ver. Es arrimar el ascua a su sardina o, peor, intentar afrontar acontecimientos nuevos con esquemas antiguos, por pereza o por incapacidad de cambiarlos o de actualizarlos.
Tras este silencio de los pol¨ªticos, adem¨¢s de un problema de falta de liderazgos con gran autoridad moral, asoma uno de los problemas de la pol¨ªtica gesti¨®n que hemos vivido en los ¨²ltimos a?os: su automatismo y su previsibilidad. Hemos estado haciendo y viviendo una pol¨ªtica de piloto autom¨¢tico, en la que no har¨ªa falta que los periodistas asistiesen a la ruedas de prensa: todas las declaraciones son previsbiles, corresponden a un gui¨®n preestablecido. ?Qui¨¦n habla es de tal partido? Pues dir¨¢ esto y lo otro y lo de m¨¢s all¨¢. No falla. La pol¨ªtica se ha convertido en gesti¨®n, y el debate, virtual, es una especie de videojuego mec¨¢nico.
No es bueno el silencio de los pol¨ªticos. La demanda de liderazgo social no tiene que alimentar necesariamente a l¨ªderes mesi¨¢nicos que sustituyan a la opini¨®n p¨²blica. Pero est¨¢ en la utilidad social de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos la expresi¨®n clara de los estados de ¨¢nimo colectivos y la oferta de ideas fuerza que ayuden a interpretar la realidad y -es ¨¦ste uno de los ojetivos tambi¨¦n de la pol¨ªtica- a transformarla. Tal vez el silencio de los pol¨ªticos no sea de hecho nada nuevo, no sea una caracter¨ªstica de este pos 11 de septiembre. Tal vez pod¨ªa ser percibido antes, frente a los debates dom¨¦sticos o generales que ped¨ªan tambi¨¦n liderazgo, desde el futuro de las identidades a las formas de la globalizaci¨®n. Pero en el estr¨¦pito de la ca¨ªda de las Torres Gemelas, el silencio se ha convertido en particularmente clamoroso.
Vicen? Villatoro es escritor y diputado por CiU.
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