El piloto como individualista

Es extra?o que el pa¨ªs que ha hecho del individualismo una religi¨®n no cultive la figura del piloto, el icono por excelencia.

?Por qu¨¦ no hay en estos momentos ni un solo gran piloto norteamericano en ninguna de las especialidades, y menos en monoplazas? No deja de ser sorprendente que en el pa¨ªs por excelencia del autom¨®vil, en la tierra que pretende tener lo mejor de cada cosa, haya que remontarse a las d¨¦cadas de 1970 y 1980, al mism¨ªsimo Mario Andretti, para encontrar un gran piloto de Estados Unidos. Hubo otros antes que ¨¦l, desde Dan Gurney a Peter Revson, o a pioneros como Phil Hill, que dio incluso un t¨ªtulo mundial a Ferrari.

En los ¨²ltimos tiempos, los norteamericanos ni siquiera vencen su propio campeonato de monoplazas; desde hace a?os la CART est¨¢ siendo dominada abrumadoramente por pilotos europeos y latinoamericanos que, en muchos casos, la utilizan como lanzadera para llegar a la f¨®rmula 1; desde el canadiense Jacques Villeneuve hasta el italiano Zannardi, pasando por el colombiano Juan Pablo Montoya o, ahora, el espa?ol Oriol Servi¨¤.

Y sin embargo, ayer, pese a todo lo que ha sucedido en las ¨²timas semanas, pese a las abrumadoras e interminables medidas de seguridad, casi un cuarto de mill¨®n de personas se congregaron en el viejo aut¨®dromo de Indian¨¢polis, uno de los m¨¢s antiguos del mundo, para presenciar una carrera de f¨®rmula 1, con el campeonato ya decidido y -cuando el pa¨ªs vive una fiebre patri¨®tica- sin contar al menos con uno de sus chicos a quien apoyar.

Tal vez tenga que ver con el declive de la industria pesada en favor de la electr¨®nica. Tal vez sea un signo de los tiempos.