El 'Iberia'
Alejandro Guichot hered¨® de su padre, Joaqu¨ªn, el amor a Sevilla, la maestr¨ªa en el dibujo y las ideas progresistas. La contemplaci¨®n de la hermosura de la ciudad, la tenacidad para conocerla en sus menores detalles, pero el rigor, la precisi¨®n, la pureza del tiral¨ªneas para contarla y entenderla, para acertar a ver sus males a trav¨¦s de la fina celos¨ªa de ladrillo, para diagnosticarla. Su l¨¢mina sobre los tres estados de la Giralda cuelga en todos los bares y tabernas de la ciudad, en un caso raro de estampa acad¨¦mica aceptada con fervor en la imaginer¨ªa popular.
Lleg¨® a la Universidad sevillana en 1877, estren¨® la restauraci¨®n mon¨¢rquica y vivi¨® en la Facultad de Filosof¨ªa y Letras el duro asedio de la ciudad lev¨ªtica a los catedr¨¢ticos que tuvieron la osad¨ªa de explicar a Krause, a Hegel, a Darwin. En toda Europa el aire ol¨ªa a p¨®lvora, cruj¨ªa el tinglado de los pactos de Bismarck y una soberbia acorazada cruzaba sus alardes en los mares. Como en bronca de taberna, se le fue la mano a un grandull¨®n y de un golpe Alemania arrebat¨® a Espa?a en 1899 las islas Carolinas, all¨¢ en el Pac¨ªfico. Entonces Alejandro Guichot, con su amigo Dem¨®filo y otros m¨¢s, lanz¨® la idea de botar un barco, el Iberia, para que recorriera los mares y se acercara a cada puerto, a confraternizar con las gentes sencillas, en misi¨®n de entendimiento universal y respeto por la libertad y seguridad de navegaci¨®n de los oc¨¦anos.
Era aquella una idea ins¨®lita, una idea de suspendido en diplom¨¢tica y c¨¢nones, en ingenier¨ªa naval y estrategia, pero una idea de folklorista, de doctorado en saber popular, de quien ha recogido, de la boca misma del pueblo, miles de refranes, coplas, supersticiones y ensalmos, y sabe muy bien lo que quieren los pueblos. Una idea que no pas¨® del papel, mientras los mares se poblaban de barcos acorazados y los campos de maniobras militares, arengas patri¨®ticas y charadas teologales que met¨ªan a Dios bajo las banderas propias.
El Iberia era un barco de papel, un nav¨ªo fr¨¢gil de propulsi¨®n ¨¦tica, como el que ha lanzado el presidente Chaves en el acto de apertura de curso, en Antequera. En pleno zafarrancho de combate, con el estruendo de los turborreactores en el aire, Chaves ha le¨ªdo un manifiesto Por una Cultura y Educaci¨®n para la Paz en Andaluc¨ªa. Dos folios de color marfil, que a¨²n recogen firmas y adhesiones, que evocan la autoridad fantasmal, poco m¨¢s que papeles y propulsi¨®n ¨¦tica, de la carta de las Naciones Unidas y de la Unesco. Autoridad fantasmal, pero vigente.
Barcos de papel, pero nunca de papel mojado. Cuando termin¨® la Gran Guerra, cuando los acorazados eran ya chatarra en los abismos y los muertos ya no se distingu¨ªan bien del fango en los campos de Flandes, qued¨® en el aire un pael enhiesto, los Catorces Puntos del presidente Wilson, y sobre ellos hubo que edificar la nueva convivencia, la Sociedad de Naciones.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.