Louis Kahn
La vocal¨ªa de cultura de la delegaci¨®n de Barcelona del Colegio de Arquitectos -bajo la inteligente batuta de Pere Cabrera y Guim Costa- ha abierto una exposici¨®n en homenaje al gran arquitecto norteamericano Louis Kahn con motivo del centenario de su nacimiento. Es una peque?a exhibici¨®n montada a partir de documentos del Louis Kahn Archive que ya hab¨ªan sido mostrados este pasado verano en Filadelfia y que llegan a Barcelona no s¨®lo correspondiendo a la oportunidad del aniversario, sino a la de ofrecer una revisi¨®n actualizada de una de las obras m¨¢s importantes del siglo XX en un momento en que quiz¨¢ algunos arquitectos j¨®venes la tienen demasiado olvidada.
La exposici¨®n -con una modestia quiz¨¢ s¨®lo contradicha por un montaje excesivo- no intenta detallar el largo itinerario de toda la obra kahniana, pero con textos y dibujos -complementados con una serie de conferencias- explica sus ra¨ªces y sus objetivos y espero que incite al visitante a complementar la informaci¨®n en las abundantes monograf¨ªas publicadas en todo el mundo.
Es dif¨ªcil situar a Kahn en la lista de los grandes arquitectos del siglo atendiendo exclusivamente a la calidad de su obra. De Wright a Aalto, de Le Corbusier a Mies, de Scharoun a Gehry, hay tal acumulaci¨®n de obras maestras que para evaluarlas singularmente hay que acudir a diferencias m¨¢s conceptuales. Cuando a veces he dicho que la obra de Kahn es la obra que me hubiera gustado hacer -o, mejor, saber hacer- no lo dec¨ªa por ser mejor o peor que la de sus eminentes contempor¨¢neos, sino porque es la que ha sabido integrar en cada uno de sus proyectos seis conceptos que me parecen fundamentales en la apreciaci¨®n de la arquitectura: el orden geom¨¦trico de la construcci¨®n y los servicios -lo estable y lo fluido- como base figurativa; el protagonismo expresivo del espacio definido con el control de la luz, la eficacia y la legibilidad funcional, la econom¨ªa de dise?o, la definici¨®n de los entornos urbanos y paisaj¨ªsticos con la misma forma arquitect¨®nica, y la carga de s¨ªmbolos colectivos y hasta de monumentalidad representativa.
Es evidente que estos seis conceptos no agotan todo el contenido de la arquitectura del siglo XX y que muchos de ellos se encuentran en la obra de los grandes contempor¨¢neos incluso con m¨¢s radicalidad que en Kahn, pero en ninguno su integraci¨®n es tan evidente y profunda. Incluso algunos de sus contempor¨¢neos y sus consecuencias han fundamentado la arquitectura en la negaci¨®n intencionada de buena parte de estos conceptos. No es precisamente la econom¨ªa de dise?o lo m¨¢s relevante en Wright o en Scharoun, ni el esfuerzo de configuraci¨®n urbana en Le Corbusier o en Mies, ni la l¨®gica constructiva y el orden geom¨¦trico en Gehry. Precisamente estas diferencias y muchas otras que podamos a?adir son las que han marcado las distintas tendencias en la arquitectura contempor¨¢nea. Y, por tanto, como dec¨ªa al principio, es muy dif¨ªcil establecer jerarqu¨ªas sin clasificaci¨®n de tendencias. S¨®lo podemos afirmar que Kahn es el arquitecto m¨¢s coherente del siglo XX para los que consideramos aquellos seis conceptos entre los m¨¢s relevantes en el fundamento de la arquitectura.
Pero hay que reconocer que estos ¨²ltimos a?os ha disminuido mucho la pl¨¦yade de arquitectos que quieren afianzarse en la globalidad de aquellos conceptos. La exaltaci¨®n del edificio insolidario y la suburbializaci¨®n extensiva de la ciudad informal, el desprecio de la l¨®gica constructiva o la sacralizaci¨®n de su autonom¨ªa, la ilegibilidad y el desorden como sugerencia creativa, la promiscuidad de la ornamentaci¨®n con el tr¨¢mite del dise?o, el abandono de los signos de representaci¨®n e identificaci¨®n colectiva son algunas de las tendencias que batallan ahora por nuevas modernidades. Volver a estudiar en estas circunstancias la gran coherencia de la obra de Kahn puede ser un camino para mantener en cualquiera de las nuevas tendencias una referencia a lo que podr¨ªamos llamar la estabilidad conceptual -casi acad¨¦mica- del movimiento moderno y tener conciencia del valor real de los cambios y las innovaciones que se proponen. A menudo y con demasiada frivolidad se suele calificar a Kahn como el introductor o el mantenedor de un cierto esp¨ªritu cl¨¢sico en el devenir de la modernidad iniciada en las vanguardias, y con ello se puede cometer el error de considerarlo un paso atr¨¢s en t¨¦rminos estil¨ªsticos cuando ha sido en realidad un innovador radical. Porque no se trata de un clasicismo en estos t¨¦rminos, sino del establecimiento de la esencia can¨®nica de la propia modernidad. Hay que considerar a Kahn, por tanto, no como un cl¨¢sico, sino como una referencia can¨®nica, como la expresi¨®n de la madurez de un movimiento que arranc¨® en los diversos enfoques aislados de los pioneros y que ahora amenaza -o se enriquece- con anomal¨ªas -o con innovaciones- que tienden otra vez a dispersarlo. S¨®lo en este sentido se le puede llamar un cl¨¢sico.
Visitando la exposici¨®n recordaba la visita de Kahn a Barcelona el a?o 1972, durante la cual le o¨ªmos afirmar continuamente aquellos seis principios no s¨®lo como referencia a su propia obra, sino a la escasa arquitectura moderna que en aquellos a?os ofrec¨ªa la ciudad. Y recordaba como incluso su simp¨¢tica altaner¨ªa, su gesto cl¨¢sico-rom¨¢ntico escenificaban expresamente su exigencia can¨®nica.
Oriol Bohigas es arquitecto.
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