El arte perseguido por los talib¨¢n se exhibe en Barcelona
230 obras muestran el rico y variado patrimonio cultural afgano
Cuando todo el mundo mira hacia Afganist¨¢n a trav¨¦s de los rudos mapas militares, una exposici¨®n invita a hacerlo desde la rica topograf¨ªa del arte y del esp¨ªritu. Compuesta por 230 piezas, algunas rescatadas de la iconoclastia talib¨¢n, la exposici¨®n Afganist¨¢n, una historia milenaria, que se inaugura hoy en Barcelona, muestra la riqueza y la asombrosa variedad del legado cultural de un pa¨ªs en el ojo del hurac¨¢n.
Sin ignorar en absoluto los conflictos pasados y presentes, la exhibici¨®n (centro cultural de la Fundaci¨®n La Caixa, hasta el 23 de diciembre), con obras de importantes museos occidentales y colecciones particulares (por supuesto, ninguna de procedencia oficial afgana), pone el acento en desvelar, para un p¨²blico amplio, las claves hist¨®ricas y art¨ªsticas de un territorio que ha sido cuna y crisol de civilizaciones y hoy parece abocado a ser s¨®lo campo de batalla.
La exposici¨®n, un paseo de 5.000 a?os que incluye obras casi legendarias como la vasija Bobrinski, de 1163, o las dos esculturas grecoafganas del siglo III que pertenecieron a Malraux y que le llevaron a propugnar el concepto de un arte g¨®tico asi¨¢tico, aspira a levantar el negro manto que han extendido los talib¨¢n y la luctuosa actualidad sobre Afganist¨¢n, y mostrar debajo el delicado color y la maravillosa riqueza de su ancestral patrimonio, tan amenazado y parte del cual ya ha sido destruido. Entre el material que se expone figuran precisamente algunas obras salvadas in extremis de la guerra, el expolio y la iconoclastia talib¨¢n, y depositadas provisionalmente por la Unesco en centros occidentales.
Proyectada cuando el pasado febrero el mul¨¢ Omar decret¨® la destrucci¨®n del patrimonio no isl¨¢mico del pa¨ªs, la exposici¨®n se ha encontrado con que su inauguraci¨®n coincide con una atenci¨®n internacional sobre Afganist¨¢n absolutamente impensable entonces.
Joan Fran?ois Jarrige, director del Museo Nacional de las Artes Asi¨¢ticas-Museo Guimet, de Par¨ªs, instituci¨®n que ha producido la exhibici¨®n con la Fundaci¨®n La Caixa, present¨® la exposici¨®n como una especie de 'gran museo nacional de Afganist¨¢n' -visto el expolio sufrido por el verdadero museo nacional, el de Kabul-, y destac¨® que han tratado de poner de relieve el 'islam de luz' del antiguo Afganist¨¢n, 'tan diferente al de los talib¨¢n'.
Reyes de reyes, monarcas hijos de dioses, emires y khanes, dejaron su impronta en Afganist¨¢n, encrucijada de imperios, eslab¨®n de la ruta de la seda, tierra de peregrinaje, mosaico de etnias, culturas y religiones. Resultado de todas esas influencias son una historia compleja y un legado art¨ªstico formidable en su calidad, diversidad y mestizaje. Algo que queda claro en la exposici¨®n al permitir admirar en un mismo conjunto esculturas budistas de aire helen¨ªstico, miniaturas persas, aguamaniles y armas isl¨¢micas o las extra?as estatuas de guerreros del Kafirist¨¢n.
La exposici¨®n se articula en tres partes. La primera est¨¢ dedicada a mostrar la realidad ¨¦tnica de Afganist¨¢n y presenta testimonios de la cultura material de los diferentes pueblos, como ropa uzbeka y past¨²n, as¨ª como fotos period¨ªsticas de dram¨¢tica actualidad. La segunda parte de la exposici¨®n est¨¢ consagrada a los Budas de Bamiy¨¢n. Una gran pantalla muestra la impresionante escena de su voladura por los talib¨¢n y c¨®mo las esculturas desaparecen para siempre de la historia envueltas en una fugaz burka de polvo. La imagen resulta hoy, tras el derrumbe de las Torres Gemelas, mucho m¨¢s perturbadora a¨²n: premonici¨®n y met¨¢fora. En la misma sala, una mano de Buda, fragmento de una escultura procedente posiblemente del mismo Bamiy¨¢n, se alza en muda (e in¨²til) petici¨®n de misericordia.
Tras la impactante sala empieza la tercera parte de la exposici¨®n, que corresponder¨ªa al inicio de una exhibici¨®n 'normal'. Es decir, la presentaci¨®n secuenciada cronol¨®gicamente de obras y periodos. Elementos de la edad del bronce o las sensacionales piezas del tesoro de Begram -objetos griegos e indios, incluido el cofrecillo de marfil, que era una de las obras maestras del museo de Kabul y que fue salvado del pillaje en 1997 por la Unesco y depositado en el Guimet- dan paso a la secci¨®n del arte Gandhara bajo el ep¨ªgrafe El encuentro entre Apolo y Buda. Este arte de los siglos I a III, resultado de la s¨ªntesis del arte griego, n¨®mada e indio, se representa especialmente por una colosal y conmovedora cabeza de Siddharta en m¨¢rmol que, de tan helen¨ªstica, sugiere un Serapis o un Antinoo. Seguidamente se presenta el a¨²n m¨¢s sorprendente arte griego hadda. Al arte isl¨¢mico est¨¢ dedicado el apartado sobre Herat, la ciudad oasis de los pr¨ªncipes tim¨²ridas (XIV-XVI), 'los M¨¦dicis de Oriente'.
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