La fractura
Hace un par de jueves me dio por hablar del patriotismo americano. La verdad es que estaba la cosa muy caliente a¨²n, y el caos provocado por el golpe terrorista hac¨ªa temer una represalia inmediata y brutal. Pero miren por d¨®nde, George W. Bush y su Administraci¨®n me han salido respondones y hasta prudentes, y no saben c¨®mo me alegro. Tampoco voy a pensar que tuvo algo que ver la frase que dije entonces: 'Estamos ante un momento hist¨®rico en el que la potencia hegem¨®nica de Am¨¦rica tiene la gran oportunidad de demostrar al mundo la sensatez y la inteligencia que los hechos le han negado'. Pero bueno, estas tres semanas de respiro no han estado mal. Rosa Montero dice que Estados Unidos se ha portado con una prudencia y una sagacidad pol¨ªtica notables y que, antes de contestar con un exabrupto nuclear, se ha preocupado de investigar a los culpables y de buscar un consenso. Hasta el mismo Woody Allen ha afirmado esta semana que el presidente norteamericano ha tomado las decisiones adecuadas, ya que no ha respondido como un vaquero justiciero. No est¨¢ mal.
Al parecer, el nuevo inquilino de la Casa Blanca se ha ganado en quince d¨ªas las simpat¨ªas de Am¨¦rica, de los pa¨ªses aliados y de los que no lo son, pero que ejercen de espectadores y han pagado su entrada. Un fen¨®meno como ¨¦ste, el de Bush, no se conoc¨ªa desde el mandato de J. F. Kennedy. Sin embargo, no s¨¦ por qu¨¦, no me f¨ªo un pelo ni de los jefes de Estado que tienen el misil f¨¢cil ni de los que se pasan el d¨ªa deshojando la flor de la venganza. Ahora mismo, mientras me acerco al final de esta columna, oigo que la OTAN ha activado la cl¨¢usula de defensa mutua, es decir, que ya hay luz verde para bombardear a discreci¨®n el refugio de Ben Laden en las monta?as del nordeste de Afganist¨¢n. Esto es un espect¨¢culo continuo y la sensibilidad se resiente. Adem¨¢s, no s¨¦ si me voy a conmover demasiado despu¨¦s de ver a c¨¢mara lenta el choque fortuito entre Manuel Pablo y Giovanella en el estadio de Riazor. Eso s¨ª que impresiona y no esas masacres cotidianas que son ya el pan de la costumbre y el complemento ilustrado de cada desayuno. Qu¨¦ l¨¢stima ?verdad?
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