Llagostera: imponer no es gobernar
A poco que haga un gobierno, y hay que convenir que el de Converg¨¨ncia i Uni¨® es especialista en hacer muy poco, siempre llega un momento en el que sus acciones acaban defini¨¦ndolo con una claridad meridiana. Parlamentariamente, el Gobierno de Jordi Pujol est¨¢ en manos del Partido Popular, que le hace tragar sapos de la anchura del r¨ªo Ebro, y con acciones como la de la semana pasada en Llagostera se demuestra que, en caso de conflicto, siempre lo encontraremos junto a la gran empresa. Los hechos son tenaces y terminan poniendo a cada cual en su lugar, y en estos casos Converg¨¨ncia i Uni¨® demuestra no estar nunca ni junto al pueblo ni junto al territorio. La defensa de este pa¨ªs y de su cultura que hacen en sus discursos se ve desacreditada constantemente por su acci¨®n de gobierno y su pol¨ªtica parlamentaria.
Necesitamos a alguien que gobierne de acuerdo con el pa¨ªs real, no de acuerdo con un pa¨ªs virtual
Estos d¨ªas, mientras se presentaba en el Parlament la nueva ley de urbanismo, la Generalitat ordenaba unilateralmente la reanudaci¨®n de las obras de la l¨ªnea de alta tensi¨®n de Les Gavarres a su paso por Llagostera. Mientras en el Parlament Converg¨¨ncia i Uni¨® defend¨ªa esa nueva ley aduciendo que su fin ¨²ltimo es librar al territorio de la especulaci¨®n y de las decisiones arbitrarias del poder municipal, en Llagostera el Gobierno de la Generalitat se aliaba con Fecsa-Enher para imponer el trazado de una l¨ªnea el¨¦ctrica de alta tensi¨®n que desfigurar¨¢ durante muchos a?os el paisaje de esa zona y alterar¨¢ la calidad de vida de sus habitantes. Es evidente que las cosas se pod¨ªan haber hecho de otra manera, una manera que respetara m¨¢s los intereses de todos y no s¨®lo los de una empresa monopol¨ªstica.
A Jordi Pujol y a sus sucesivos gobiernos siempre les ha estorbado el poder municipal, no han entendido nunca a los alcaldes como unos colaboradores, sino como unos adversarios, como alguien que no hace sino poner obst¨¢culos en el recto camino trazado desde un despacho de Barcelona.
Durante los ¨²ltimos 20 a?os han despreciado a los ayuntamientos, han tratado a los alcaldes, especialmente a los de su partido, como a simples peones desperdigados en el territorio. Su falta de colaboraci¨®n y de complicidad con el poder municipal vuelve a evidenciarse estos d¨ªas con la negativa a hacer frente com¨²n contra la ley de estabilidad presupuestaria, una ley que quiere limitar la capacidad de endeudamiento de los ayuntamientos y, por lo tanto, su capacidad de hacer cosas.
Por ello, en el territorio, en los ayuntamientos, en este poder local que tiene la virtud de trabajar codo con codo junto a los ciudadanos, tenemos claro que es preciso un cambio radical en la manera de hacer pol¨ªtica en este pa¨ªs. Necesitamos a alguien que tenga una sensibilidad diferente, que gobierne de acuerdo con el pa¨ªs real, no de acuerdo con un pa¨ªs virtual que est¨¢ a caballo entre el dibujo especulativo que se ha hecho en algunas consejer¨ªas y la tierra prometida que tom¨® forma en la mente de algunos l¨ªderes durante el franquismo. Necesitamos un gobierno que tome medidas de acuerdo con las necesidades de la gente y lo necesitamos ya, porque si tenemos que esperar dos a?os m¨¢s quiz¨¢ sea demasiado tarde. As¨ª est¨¢n las cosas.
La moci¨®n de censura que presentar¨¢ el PSC es necesaria para alterar esta situaci¨®n establecida. Necesitamos un cambio que garantice el reconocimiento pol¨ªtico de los ayuntamientos. El alcalde, en primer lugar, y el gobierno municipal tienen que entenderse como un punto de referencia esencial en el territorio: el poder local es un agente de reequilibrio, de creaci¨®n de identidad y de cohesi¨®n. Pasqual Maragall es una persona adecuada para lograr este nuevo protagonismo para los ayuntamientos: ha sido alcalde, un gran alcalde de Barcelona, y de esa ¨¦poca ha conservado una alta sensibilidad respecto a la labor que se hace en los ayuntamientos.
Hay que cambiar cuanto antes esta realidad que viven los alcaldes, todos los alcaldes y alcaldesas de este pa¨ªs y sus gobiernos municipales, una realidad que venimos denunciando desde hace tiempo, aunque algunos lo hagan con la boca chica. Para algunos de ellos, Llagostera puede ser su camino de Damasco, la prueba de que del Gobierno de Converg¨¨ncia i Uni¨® no pueden esperar ni colaboraci¨®n econ¨®mica ni tan siquiera pol¨ªtica. ?Se necesitan m¨¢s argumentos para una moci¨®n de censura?
Manuel Royes es alcalde de Terrassa y presidente de la Diputaci¨®n de Barcelona
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