Del clasicismo en las vanguardias
La exposici¨®n Forma. El ideal cl¨¢sico en el arte moderno, que se inaugurar¨¢ en el Museo Thyssen, analiza el arte moderno tras la acci¨®n desintegradora del impresionismo y la reconstrucci¨®n de la forma que se emprendi¨® a partir de C¨¦zanne.
La muestra ofrece un modelo para hacer inteligible la raz¨®n de ser del arte moderno
Con el patrocinio de la Fundaci¨®n Caja Madrid, entre el 9 de octubre del presente a?o y el 13 de enero de 2002, se podr¨¢ visitar, en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, la exposici¨®n titulada Forma. El ideal cl¨¢sico en el arte moderno, en la que han actuado, como comisario, Tom¨¢s Llorens, y, como coordinadora, Paloma Alarc¨®, respectivamente conservador jefe y conservadora de pintura moderna de la instituci¨®n, lo que viene a subrayar que estamos ante una producci¨®n -idea y ejecuci¨®n- propia. De entrada, no habr¨ªa puesto el ¨¦nfasis en ello, si no se tratara de una iniciativa de tan profundo calado intelectual y de tantas dificultades pr¨¢cticas, lo cual enaltece la calidad y el cr¨¦dito conseguidos por este todav¨ªa joven museo. Antes de comentar nada sobre la tesis de esta magna exposici¨®n, conviene saber que se han logrado reunir en ella 70 obras, de unos 16 artistas, la mayor parte de ellos figuras capitales del arte contempor¨¢neo, como C¨¦zanne, Degas, Renoir, Matisse, Picasso, Derain, Gris, Braque, Bonnard, Morandi, Maillol, Carr¨¤, Dal¨ª, Julio Gonz¨¢lez, etc¨¦tera; aunque aqu¨ª la cuesti¨®n de los nombres con renombre est¨¢ subordinada a la selecci¨®n de unas determinadas obras, como ocurre en las muestras argumentales, y, en este sentido, el resultado ha sido espl¨¦ndido.
He aqu¨ª la originalidad y la audacia del planteamiento: si, como todo el mundo afirma, el arte de nuestra ¨¦poca surgi¨® de la definitiva crisis del clasicismo, no deja de ser sorprendente que se nos proponga analizar el papel crucial de ¨¦ste en el desarrollo de la vanguardia del XX. T¨¦ngase en cuenta que Tom¨¢s Llorens no nos plantea el t¨®pico de revisar ese conocido episodio del llamado 'retorno al orden', cuando, a punto de finalizar la Primera Guerra Mundial, algunos de los m¨¢s conspicuos representantes de las primeras vanguardias, surgidos entre las filas del fauvismo y el cubismo, reivindicaron algunos de los valores pl¨¢sticos tradicionales del clasicismo; ni tampoco, como, por ejemplo, se hizo en la exposici¨®n On Classic Ground. Picasso, L¨¦ger, De Chirico and the New Clasicism 1910-1930, exhibida en la Tate de Londres el a?o 1990, que nos fijemos en la extensi¨®n de este clasicismo como las met¨¢stasis formales que corroyeron la vanguardia de una ¨¦poca de crisis, como la de entreguerras. Ni simple reconstrucci¨®n erudita de un episodio hist¨®rico, ni mera interpretaci¨®n formalista de sus ramificaciones sin reflexi¨®n cr¨ªtica: Forma. El ideal cl¨¢sico en el arte moderno ataca el problema desde su ag¨®nica ra¨ªz, que no es otra que mostrar la imbricaci¨®n de estos t¨¦rminos, en principio antit¨¦ticos, los de clasicismo y modernidad, para demostrarnos cu¨¢l ha sido el verdadero drama del arte de nuestra ¨¦poca y su incierto destino. En este sentido, aunque la acotaci¨®n cronol¨®gica de la exposici¨®n la ci?e al momento ¨¢lgido del desarrollo y crisis de la vanguardia, el primer tercio del siglo XX, se adivina sin dificultad la proyecci¨®n que ha tenido este debate en lo que pas¨® despu¨¦s.
Pero si queremos concretar m¨¢s n¨ªtidamente los perfiles de esta sugerente propuesta, tendr¨ªamos que a?adir que en ella se analiza qu¨¦ pas¨® con el arte moderno tras la acci¨®n disolvente del impresionismo y la reconstrucci¨®n de la forma que se acometi¨® despu¨¦s a partir de la obra del ¨²ltimo C¨¦zanne, inspirador, como es sabido, del cubismo, pero de muchas m¨¢s cosas que reconstruyeron, en t¨¦rminos modernos, elementos sustanciales del esp¨ªritu art¨ªstico cl¨¢sico. Pero, como, quiz¨¢, mejor se aprecie la sutil urdimbre visual que ilustra esta tesis, es aludiendo a los apartados mediante la cual ha sido dise?ado su recorrido, que responde a los siguientes enunciados: 1. El desnudo, la forma, el reposo. 2. La l¨ªnea, el movimiento, la Edad de Oro. 3. El orden en la naturaleza: paisajes con figuras. 4. El orden en la naturaleza: las cosas. 5. El retrato y la m¨¢scara. 6. La pintura, disciplina de lo visible. 7. La forma, el peso, el mito. 8. La metamorfosis, la danza, la l¨ªnea.
Como vemos, aqu¨ª se ha trata
do de afrontar los elementos que constituyeron la identidad art¨ªstica occidental, tanto desde el punto de vista formal, compositivo, simb¨®lico, como desde del orden de sus g¨¦neros, lo que restituye al debate su mordiente hilo conductor, o, como antes se apunt¨®, su dramatizaci¨®n hist¨®rica. Aunque no sea imposible enunciar en este art¨ªculo algo tan esencial como qui¨¦nes y c¨®mo protagonizan cada uno de los citados cap¨ªtulos, s¨ª quiero advertir, al menos, que ¨¦stos escenifican visualmente, con rotunda claridad, los puntos ¨¢lgidos de las -voy a llamarlas as¨ª- tensiones dial¨¦cticas que delimitaron los cimientos del modernismo art¨ªstico del XX. De esta manera, nos encontramos, no s¨®lo o no tanto con una nueva interpretaci¨®n del arte contempor¨¢neo, sino, lo que es m¨¢s importante, con un modelo para hacer inteligible su raz¨®n de ser, lo que incluye tambi¨¦n, insisto, su conflictividad dram¨¢tica.
Sea cual sea la profundidad y la ambici¨®n de la tesis de esta exposici¨®n, no creo que nadie que la visite no comprenda el significado de ¨¦sta con s¨®lo fijarse en lo que ordenadamente se exhibe a lo largo de su recorrido, pero, aun as¨ª, me parece obligado recomendar, en este caso, la lectura complementaria de cada uno de los tres excelentes ensayos que se publican en el cat¨¢logo, escritos respectivamente por Tom¨¢s Llorens, Juan Francisco Yvars y Valeriano Bozal.
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