Un 'chiringuito' conectado con el poder
La estafa de Gescartera se pudo consumar gracias al trato de favor que la agencia recibi¨® de la Comisi¨®n Nacional de Mercado de Valores (CNMV) tras la intercesi¨®n de Enrique Gim¨¦nez-Reyna, entonces secretario de Estado de Hacienda y hermano de su presidenta. Sin la sucesi¨®n encadenada de apoyos, favores, recomendaciones y d¨¢divas que llegaron hasta Pilar Valiente, ex presidenta de la CNMV, la historia de lo que naci¨® como un min¨²sculo chiringuito y se convirti¨® en un gigante con los pies de barro -18.000 millones desaparecidos- hubiera sido muy distinta, seg¨²n se desprende de la investigaci¨®n judicial. Su crecimiento vertiginoso, de 98 millones a 18.000 millones en una d¨¦cada, coincidi¨® en el tiempo con el ascenso pol¨ªtico de Enrique Gim¨¦nez-Reyna, un experimentado asesor fiscal, imputado en esta causa, que asegura que se limitaba a preguntar: '?C¨®mo va lo de mi hermana?'.
Desde 1996 hasta 2001, Gescartera pas¨® de gestionar 1.241 millones de pesetas a 18.000, pese a la vigilancia e inspecciones continuas de la CNMV
Un equipo de cuatro mujeres, comerciales muy experimentadas, comandado por Pilar Gim¨¦nez-Reyna, puso en marcha la aventura del presunto estafador
A principios de los noventa, los dos protegidos del ex secretario de Estado ya utilizaban a una legi¨®n de parados y a un cura para aplicarles p¨¦rdidas
?Sab¨ªan el entonces secretario de Estado y los consejeros de la CNMV que se opusieron a la intervenci¨®n a qui¨¦n estaban apoyando? ?Conoc¨ªan el oscuro perfil de sus propietarios y su atrevido modo de operar en Bolsa? Ellos aseguran ser los primeros sorprendidos, pero para muchos profesionales del sector burs¨¢til la historia de los Camacho era un secreto a voces. La catastr¨®fica gesti¨®n de su sociedad estaba m¨¢s que cantada.
Hasta el 19 de septiembre de 1999, fecha en la que Jos¨¦ Camacho Rodr¨ªguez fue enterrado en el madrile?o cementerio de la Almudena, ¨¦l y su hijo Antonio, propietarios de Gescartera, caminaron de la mano por el filo de una navaja. Eran dos de los m¨¢s significados kamikazes de la Bolsa de Madrid. Operadores suicidas muy mal vistos en el parqu¨¦ porque arriesgaban demasiado el dinero de sus clientes, m¨¢s de 2.000 millonescuando el pasado mes de julio se intervino la compa?¨ªa. Tan osados y peligrosos, que varias sociedades de valores de Madrid se negaron a operar con ellos.
En 1990, poco despu¨¦s de que crearan una diminuta empresa llamada Bolsa Consulting, SL, la pulga de la que naci¨® Gescartera, la arriesgada operativa burs¨¢til del padre encendi¨® la alarma en la sociedad de valores con la que comenzaron a trabajar. Un directivo de ¨¦sta ¨²ltima, un viejo correcaminos del parqu¨¦ con el que Camacho padre operaba a diario, fue tajante: 'Pepe, como amigo eres formidable, pero como cliente no te quiero ni ver. Vamos a zanjar est¨¢ relaci¨®n antes de que sea tarde'
Pepe Camacho, cordob¨¦s, vecino del barrio de Usera, localidad al sur de Madrid, hab¨ªa aterrizado en la Bolsa como ordenanza de Banesto. Entonces los bancos ten¨ªan sus mesas de operaciones en el parqu¨¦ y el diligente recadero del banco, controlado en aquella ¨¦poca por la familia Garnica, llevaba en mano las ¨®rdenes de compra y venta a velocidad de v¨¦rtigo.
A los 40 a?os colg¨® el uniforme de ordenanza y entr¨® en el despacho de agentes de cambio y bolsa de Manuel de la Concha, donde trabaj¨® en el ¨¢rea de liquidaci¨®n. De all¨ª pas¨® al de Jos¨¦ Mar¨ªa Otamendi, otro conocido agente al que el Banco Popular compr¨® su ficha, por lo que Camacho padre pas¨® a depender de Europea Popular de Inversiones. Pepe cuidaba en el parqu¨¦ de las ¨®rdenes del banco.
Pero en 1989 Pepe Camacho, fanfarr¨®n, buen comedor y bebedor, simp¨¢tico y conversador, decidi¨® volar solo y cre¨® junto a su hijo Antonio, el que ahora duerme en prisi¨®n, Bolsa Consulting, SL, que comenz¨® a operar un a?o m¨¢s tarde. Uno de los directivos de la sociedad de valores con la que operaba Bolsa Consulting lo define asi: 'Era un especulador gen¨¦tico. Un verdadero kamikaze de la Bolsa. Hac¨ªa operaciones al descubierto. Vend¨ªa 100.000 o 200.000 tel¨¦fonos (telef¨®nicas) sin tenerlos y los recompraba en operaciones intrad¨ªa (en el d¨ªa) arriesgad¨ªsimas. Trabajar con ¨¦l no era recomendable. Tuvimos que cortar'.
A la sombra del padre
Antonio Camacho, el hijo del intr¨¦pido barandillero de la Bolsa convertido en empresario, no era m¨¢s que la sombra de su padre, del que aprendi¨® a vivir colgado de un precipicio. Su primer trabajo relacionado con la Bolsa lo consigui¨® a los 24 a?os, en octubre de 1989: seis meses de pr¨¢cticas como administrativo en la empresa catalana General de Valores y Cambios (GVC), en la ¨¦poca en la que era propiedad de Juan Hortal¨¢.
Luego, enganch¨® en Gaesco, otra pionera sociedad de valores de Barcelona, donde estuvo siete meses en el mismo puesto y conoci¨® a Pilar Gim¨¦nez-Reyna, entonces una comercial a comisi¨®n que pateaba las calles vendiendo fondos de inversi¨®n y que a?os m¨¢s tarde se convertir¨ªa en el m¨¢s poderoso escudo y salvoconducto de los Camacho con el Gobierno del Partido Popular.
Antonio Camacho, tras su brev¨ªsimo aprendizaje como administrativo de GVC y Gaesco, se incorpor¨® con su padre a Bolsa Consulting, SL, la peque?a empresa familiar que instalaron en un apartamento en el n¨²mero 15 de la madrile?a calle Moreto, muy cerca de la Bolsa y de la iglesia de Jes¨²s de Medinaceli, junto al hotel Palace, frente a cuyo Cristo se arrodillaba cada ma?ana Pepe y rogaba fortuna para sus rocambolescas operaciones burs¨¢tiles.
Bolsa Consulting, la pulga burs¨¢til de los Camacho, tal como la defini¨® Luis Carlos Croissier, ex presidente de la CNMV, empez¨® con un equipo de comerciales dirigido por Pilar Gim¨¦nez-Reyna y tres experimentadas vendedoras -Elo¨ªsa, Mar¨ªa Antonia y Mar¨ªa Luz-, que hab¨ªan coincidido con ¨¦sta en el Consorcio Nacional del Leasing, en Gran Tibidabo, negocio del empresario catal¨¢n Javier de la Rosa, y en Gaesco. Eran un equipo s¨®lido y compenetrado, que continu¨® unido hasta la reciente intervenci¨®n de Gescartera. En 1992 hab¨ªan captado s¨®lo 98 millones.
Pero la peque?a sociedad de Pepe y de su hijo Antonio, que s¨®lo estaba autorizada para asesorar, salt¨® desde el principio la barrera y comenz¨® a gestionar recursos de los clientes. Algo que le estaba prohibido y para lo que necesitaba el permiso de la CNMV. El chiringuito de los Camacho arranc¨® con la cartera de algunos de sus viejos clientes del Popular, entonces el banco predilecto del clero, y con los fondos aportados por el equipo femenino de Pilar, que desfilaba por todos los c¨®cteles que se celebraban en Madrid. Antonio convenci¨® a su padre de que el dinero de los clientes rentaba m¨¢s fuera que dentro de Espa?a. Y as¨ª comenz¨® la operativa exterior de los Camacho. Casi siempre, a espaldas de su clientela.
Cada ma?ana, tras arrodillarse frente al Cristo de Medinaceli, el antiguo ordenanza y correveidile de Banesto volv¨ªa al parqu¨¦ madrile?o vestido con trajes de Echeverr¨ªa, su tienda de ropa cl¨¢sica preferida, una prominente barriga y el Winston pata negra colgado de la comisura de los labios. 'Desde el punto de vista profesional, no era una persona recomendable. Su operativa era descabellada. Mejor dicho, peligrosa. Lo peor es que no compraba y vend¨ªa para ¨¦l, sino para sus clientes. El padre y el hijo estaban tremendamente unidos. Antonio era su sombra', se?ala un directivo de una sociedad de valores que oper¨® con Bolsa Consulting, SL.
Otro operador burs¨¢til que trabaj¨® con ellos va m¨¢s lejos. 'Varios de los nombres que han aflorado ahora, entre ellos el de un cura, a los que les aplicaban millonarias minusval¨ªas (p¨¦rdidas), ya los utilizaban en los a?os noventa cuando empezaron con Bolsa Consulting. A veces, dec¨ªamos: '?Pero c¨®mo este hombre puede perder siempre tanto? Estaba claro que aquello no era trigo limpio. Si en la Bolsa hubiera una ruleta rusa, ellos la habr¨ªan probado'.
Con aplomo y fuera de la ley
La mec¨¢nica sucia de Bolsa Consulting, SL, tard¨® poco tiempo en aflorar. El 31 de marzo de 1993 la CNMV sancion¨® a los Camacho con una multa de 128 millones de pesetas por captar fondos de clientes. Seg¨²n la auditor¨ªa del ¨®rgano supervisor, hab¨ªa captado 928 millones. El expediente se hab¨ªa iniciado poco despu¨¦s del nacimiento de la compa?¨ªa y coincid¨ªa con la aparici¨®n, a principios de los noventa, de los chiringuitos financieros en Barcelona de la mano de avispados alemanes disfrazados de gurus.
A los Camacho no les tembl¨® el pulso con la sanci¨®n de la CNMV, un multa que recurrieron in¨²tilmente a la Audiencia Nacional y que supon¨ªa m¨¢s del 10% de su cartera, entonces unos 785 millones. Lejos de amedrentarse, padre e hijo iniciaron la transformaci¨®n del chiringuito en Gescartera Dinero (Sociedad de Gesti¨®n de Cartera), que qued¨® inscrita como tal el 16 de junio de 1992, con la autorizaci¨®n de la CNMV.
La pulga de los Camacho, que parec¨ªa herida de muerte, mantuvo el tipo y cogi¨® m¨²sculo y fortaleza. Sobre todo, porque los dos kamikazes burs¨¢tiles del madrile?o barrio de Usera contaron a partir de entonces con la ayuda de un cualificado asesor fiscal llamado Enrique Gim¨¦nez-Reyna, uno de los hermanos de Pilar. Seg¨²n algunas fuentes, a la voz de auxilio de su hermana ¨¦ste, ex alto funcionario de Hacienda acudi¨® a arreglar el primer entuerto de la sociedad y dise?¨® la creaci¨®n de Gescartera, algo que niega. Lo que s¨ª reconoce es su intento de vender a Antonio la sociedad de bolsa Sefisur, sancionada por la CNMV, de la que era consejero.
La presidencia de Gescartera Dinero recay¨® en el padre; la vicepresidencia, en Pilar Gim¨¦nez-Rey-na; Antonio ocup¨® el cargo de consejero delegado. Al equipo se uni¨® Javier de la Sierra Flor, vecino de Antonio en su casa del barrio de Usera, ex peluquero y protegido de los Camacho. Un escudero fiel, de maneras bruscas, al que hicieron subdirector general.
La nueva sociedad sigui¨® por la sinuosa y opaca senda marcada por Bolsa Consulting y oper¨® con la sociedad de valores Link Securities, propiedad de Rufino Gallego, Rufo, de la que Antonio Camacho lleg¨® a ostentar un 12%, que vendi¨® en 1999. Y con el Midland Bank, representado por Jes¨²s Pantoja, que posteriormente fue comprado por el Hong Kong and Sanghai Banking Corporation (HSBC), considerado como el segundo banco del mundo. Ninguna de estas dos sociedades hizo ascos a operar con los Camacho, que en San Isidro se exhib¨ªan en las barreras m¨¢s vistosas de las Ventas y frecuentaban Lucio, El Viejo Madrid y otros conocidos restaurantes de la capital. 'Al padre y al hijo les gustaba la gran vida. Pepe no conduc¨ªa, pero Antonio ya se paseaba con cochazos desde la ¨¦poca de Bolsa Consulting', asegura un conocido broker.
El dinero rinde m¨¢s fuera
Para estrenar Gescartera Dinero los Camacho alquilaron una planta entera en el edificio de la calle Moreto. Antonio, fr¨ªo e introvertido, se hizo pronto con las riendas de la nueva compa?¨ªa de gesti¨®n de carteras, bendecida por la CNMV, y comenz¨® a desplazar a su padre de d¨ªa a d¨ªa. Sigui¨® explorando lo que m¨¢s le fascinaba: la operativa exterior, la de los para¨ªsos fiscales, por los que caminaba de la mano de sus enigm¨¢ticos 'asesores externos', que ¨¦l atribu¨ªa al HSBC. Siempre, con la misma canci¨®n: 'El dinero rinde m¨¢s fuera que dentro'.
Hasta que en 1994 la sede de la calle Moreto recibi¨® una visita imprevista. La de Jos¨¦ Mar¨ªa Ruiz de la Serna, un t¨¦cnico de la CNMV que se hab¨ªa ganado a pulso el apodo de Mortimer, el enterrador, con el que le bautizaron sus compa?eros del ¨®rgano supervisor. Las visitas de este c¨¢ntabro, antiguo supervisor de Banesto, sol¨ªan acabar con el cierre de los chiringuitos que investigaba.
El resultado de su inspecci¨®n, terminada en 1995, fue el segundo gran mazazo a la crecida pulga de los Camacho: no se pod¨ªa cuantificar ni el n¨²mero de clientes ni el patrimonio exacto gestionado; la viabilidad de la sociedad era una inc¨®gnita; se hac¨ªan las aplicaciones a trav¨¦s de Link Securities, la sociedad con la que operaban en Bolsa; se cargaban enormes minusval¨ªas (p¨¦rdidas) a Pilar Friaza, la esposa y madre de los propietarios, a personas inexistentes y a sociedades (Breston y Promociones Andolini), que actuaban como basureros. La CNMV, presidida entonces por Croissier, no hizo nada. La pulga de los Camacho gestionaba entonces unos 756 millones.
La inspecci¨®n coincidi¨® con el matrimonio de Antonio. A sus 28 a?os se hab¨ªa casado, en 1994, con Nuria Rodr¨ªguez, una joven conquense. El chico del barrio de Usera, que se cri¨® en un piso humilde, un segundo derecha sin ascensor, consigui¨® que el obispo franquista Jos¨¦ Guerra Campos oficiara la ceremonia en la catedral de Cuenca. Las relaciones de los Camacho con la Iglesia eran excelentes. De la mano de Pilar, casada con un teniente coronel del Ej¨¦rcito, la pareja de inversores suicidas ya jugaban con los ahorros de curas y monjas.
Antonio y su padre, entonces m¨¢s apartado de la gesti¨®n, no se amilanaron con el demoledor informe de la CNMV. Pepe segu¨ªa comiendo a diario en los mejores restaurantes, no perd¨ªa su simpat¨ªa y fanfarroneaba con sus amigos: '?Qu¨¦ te parece este traje? Me ha costado cien mil pelas'. Antonio demostraba su extraordinaria habilidad para comprar las voluntades de aquellos que se cruzaban en su camino. S¨®lo dos a?os m¨¢s tarde Ruiz de la Serna, el duro inspector de la CNMV, fichaba por Gescartera. Su sueldo de 300.000 pesetas se multiplic¨® hasta 815.000. Y conoci¨® el secreto mejor guardado de los Camacho: 'El dinero de los clientes se coloca fuera', le dec¨ªa Antonio. Seg¨²n su versi¨®n, nunca le confes¨® su arcaica estructura exterior, que ¨¦l crey¨® que descansaba en el HSBC.
Ruiz de la Serna no fue el ¨²nico fichaje interesado. Antonio se trajo tambi¨¦n a Salvador Alcaraz, otro t¨¦cnico de la CNMV, y a Victoria Pastor, hermana de Salvador Pastor, uno de los responsable del HSBC en Espa?a, entidad con la que actuaba como broker en sus arriesgadas operaciones burs¨¢tiles y que le concedi¨® un cr¨¦dito personal de 500 millones para operar en Bolsa. Un gigante financiero, con filiales en todos los para¨ªsos fiscales del planeta, del que presum¨ªa como su principal asesor en el exterior. Algo que el banco niega, pese a que en su sede londinense se abrieron tres cuentas a nombre de la sociedad Stock Selection, que seg¨²n Jaime Galobart, uno de sus directivos, movieron en seis a?os unos 250 millones de pesetas.
Seg¨²n la versi¨®n de Ruiz, n¨²mero dos de Gescartera, un experto en legislaci¨®n financiera, el dinero que los clientes de Gescartera depositaban en cuentas de La Caixa y de Caja Madrid, del que pod¨ªan disponer ¨¦l mismo, Camacho y Javier Sierra, sal¨ªa de inmediato de Espa?a y se colocaba en manos de los enigm¨¢ticos asesores externos. El dinero aparcado fuera retornaba mediante el denominado mecanismo de compensaci¨®n contable y los beneficios se repart¨ªan trimestralmente a los clientes con apuntes que reflejaban las enrevesadas operaciones burs¨¢tiles intrad¨ªa ( en el d¨ªa), para las que se contaba con un ej¨¦rcito de inmigrantes y parados a sueldo, reclutados desde la ¨¦poca de Bolsa Consulting por un despacho de abogados y a los que se aplicaban siempre p¨¦rdidas en favor de sus clientes. Las compras se hac¨ªan al final del trimestre, pues estaban obligados a remitir en ese periodo el balance de las cuentas a sus clientes.
El extraordinario crecimiento de la insignificante pulga burs¨¢til de los Camacho, que arranc¨® con 98 millones de la mano del ex ordenanza de Banesto y se estabiliz¨® en 756 millones en 1995, se dispar¨® a partir de 1996: 1.241 millones gestionados en el a?o en el que Enrique Gim¨¦nez-Reyna es nombrado por el PP director general de Tributos. En 1997 casi se triplica hasta los 3.117; en 1998 sube a 8.449; en 1999 baja a 7.500, y en el a?o 2000 se recupera hasta los 8.700. Siempre, seg¨²n los datos del dinero blanco que les audit¨® la CNMV.
La pulga ya era un gigante muy bien nutrido. Un animal desproporcionado porque la tesorer¨ªa te¨®rica de Gescartera, el pasado 15 de junio, ascend¨ªa a 13.900 millones, seg¨²n se?ala Jos¨¦ Mar¨ªa Castro, director comercial. Y se elevaba hasta los 18.000 sumando los clientes que aportaba a la agencia de valores la sociedad AGP, de ?nibal Sard¨®n, entre los que destacan la Mutualidad de la Polic¨ªa y Construcciones Rico. Pero en mayo, Antonio hab¨ªa liquidado todo la cartera de valores, unos 2.000 millones, y el resto en apariencia era liquidez.
Muralla china
A los clientes de AGP se les vend¨ªa los denominados 'depositados estructurados', que ofrec¨ªan una alta rentabilidad y cuya existencia desconoc¨ªa la red comercial dirigida por Castro. 'En la compa?¨ªa hab¨ªa murallas chinas, y los clientes especiales los gestionaba s¨®lo Antonio', se?ala el ex gerente del Domund. Sard¨®n despert¨® hace un a?o la curiosidad de la polic¨ªa de Guernsey, el para¨ªso fiscal de las aseguradoras -una min¨²scula isla del canal de la Mancha con una trepidante actividad financiera-, que pregunt¨® al Banco de Espa?a si ten¨ªa antecedentes penales.
A partir de 1999, el a?o en que Antonio se separ¨® de su mujer, el gigante sufri¨® el acoso de David Vives, supervisor de la CNMV, y el joven kamikaze de la Bolsa solo -su padre estaba enfermo, yendo y viniendo de la Cl¨ªnica Universitaria de Navarra- sigui¨® comprando voluntades. Como la de Jaime Garc¨ªa Morey, el padre de su novia, Laura, un 'florero' pr¨®ximo al PP, y buscando el firme apoyo de Enrique Gim¨¦nez-Reyna, secretario de Estado de Hacienda.
A Pepe Camacho le despidieron con un funeral en la iglesia madrile?a de Jes¨²s de Medinaceli, junto al Cristo que veneraba a diario. Antonio super¨® la arriesgada carrera de su padre y salt¨® al precipicio: falsific¨® certificados, tampones bancarios y pretendi¨® enga?ar a la CNMV con unas falsas inversiones de 13.000 millones en Martin Investment. Y lo hizo con su frialdad habitual y un se?uelo dirigido a Ruiz: 'No te preocupes. Me voy a Londres a por el dinero'. Pero volvi¨® sin un c¨¦ntimo, convencido de que no devolver lo que hab¨ªa salvado s¨®lo supone unos a?os m¨¢s de c¨¢rcel. En la lista de invitados de su fallida boda con Laura aparec¨ªa, entre otros ilustres, Enrique Gim¨¦nez-Reyna.
El dispar destino de un equipo de 'buenos profesionales'
RODRIGO RATO justific¨® el mi¨¦rcoles en el Congreso sus nombramientos en la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV) por la val¨ªa profesional y extenso curr¨ªculo de los elegidos. La evoluci¨®n de ese curr¨ªculo, para todos esos buenos profesionales que participaron muy directamente en la no-decisi¨®n de no-intervenir Gescartera en 1999, cuando el agujero era de 4.500 millones, ha sido muy dispar. El entonces director de Supervisi¨®n, David Vives, mantiene que el consejo extraordinario de la CNMV del 16 de abril de 1999 no decidi¨® intervenir Gescartera porque 'se formaron dos bandos y medio'. ?l situ¨® en un bando a Pilar Valiente, Jos¨¦ Mar¨ªa Rold¨¢n Alegre, Luis Ramallo y Antonio Alonso Ureba; en el otro, a Juan Fern¨¢ndez Armesto, Jos¨¦ Manuel Barber¨¢n y a ¨¦l mismo, y en medio, a Miguel Mart¨ªn. El desmentido a ese resumen de la situaci¨®n afronta un escollo colateral: la mejora profesional de los all¨ª reunidos y la de aquellos que, sin participar en el consejo, tambi¨¦n desempe?aron un papel clave en mantener o mejorar la credibilidad de Gescartera tambi¨¦n conforma dos equipos y medio. Valiente era entonces consejera de Mercados Primarios en la CNMV. En octubre de 2000 fue nombrada presidenta de la Comisi¨®n. El pasado septiembre tuvo que dimitir por el esc¨¢ndalo de Gescartera. Ramallo era el vicepresidente de la CNMV y, de profesi¨®n, corredor de comercio. En octubre del a?o pasado tuvo que dejar la CNMV, pero se benefici¨® de una ley, de ese mismo mes, que fusionaba los cuerpos de corredores de comercio y de notarios. Ahora es notario y presta sus servicios en m¨²ltiples empresas ligadas al mercado de valores, desde Gescartera (hasta la intervenci¨®n) a Telef¨®nica (desde la llegada a su consejo de Alonso Ureba). La carrera de Antonio Alonso Ureba es, al menos en t¨¦rminos pecuniarios, la m¨¢s impresionante. En febrero de este a?o fue nombrado secretario del consejo de Telef¨®nica y consejero por C¨¦sar Alierta, quien le llam¨® sin conocerle de nada. Alonso no dio pistas en el Congreso sobre qui¨¦n pudo hablarle a Alierta bien de ¨¦l ni por qu¨¦, toda vez que subray¨® que hasta su fichaje no ten¨ªan el gusto de conocerse. Rold¨¢n Alegre fue consejero de la CNMV hasta octubre; el ¨²ltimo semestre compatibiliz¨® ese cargo con la de presidente de turno del Grupo de Acci¨®n Financiera Internacional (GAFI), una agencia internacional creada por el Grupo de los Siete para luchar contra el blanqueo de capitales. Antes de su paso por la CNMV fue jefe del gabinete de Rodrigo Rato. Y ahora es director general de Regulaci¨®n del Banco de Espa?a, cargo en el que sustituy¨® a Raimundo Poveda. Miguel Mart¨ªn, quien se qued¨® 'en medio', seg¨²n Vives, era entonces gobernador del Banco de Espa?a. Sigue en el banco, pero ya s¨®lo en calidad de asesor ¨¢ulico. Los tres que formaron, seg¨²n Vives, el bando a favor de la intervenci¨®n est¨¢n ahora en cierto retiro: Juan Fern¨¢ndez Armesto, entonces presidente de la CNMV, proyecta montar un despacho de arbitraje sobre conflictos de legislaci¨®n entre distintos pa¨ªses. Jos¨¦ Manuel Barber¨¢n, entonces consejero de la CNMV, se ha tomado un a?o sab¨¢tico. David Vives sali¨® de la CNMV, se reincorpor¨® al Banco Popular y all¨ª le dieron la jubilaci¨®n anticipada. Otros cuatro profesionales tambi¨¦n participaron en aquella no-decisi¨®n: Antonio Botella, quien no vio unos certificados falsos de La Caixa en diciembre de 1999, pas¨® de subdirector de Inspecci¨®n a director de Supervisi¨®n en la CNMV. Juan P¨¦rez Renovales, quien tuvo que preparar, seg¨²n la versi¨®n de Armesto, 'toda la maquinaria para la intervenci¨®n' que nadie ha visto, es ahora jefe del gabinete de Rodrigo Rato. Y en el otro equipo, Luis Peigneux, entonces n¨²mero dos de Vives, sigue en la CNMV, pero ahora en asuntos internacionales.
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