No pasa nada
Dice Ansu¨¢tegui que no nos preocupemos, porque hay cr¨ªmenes, s¨ª, pero son cr¨ªmenes que no van con nosotros. En otras palabras, a?ado yo, si me autoriza a leerle el pensamiento, son cr¨ªmenes que suceden y no suceden al mismo tiempo. Usted va por la calle y de repente cae alguien a su lado con un tiro entre ceja y ceja, y eso que acaba de ocurrir no ha ocurrido en realidad. Sucede, s¨ª, pero en otro sitio, aunque usted tenga la percepci¨®n de que ha ocurrido a medio metro. No es f¨¢cil explicar a los ciudadanos que lo que sucede no sucede, pero es que los ciudadanos tampoco ponemos mucho de nuestra parte. Ansu¨¢tegui, que es el que tiene los instrumentos cient¨ªficos de medida, ha analizado los cr¨ªmenes y su conclusi¨®n es que en esta ciudad 'no se va matando por la calle'.
Algo de raz¨®n lleva en eso. Tambi¨¦n se mata dentro de las casas. El otro d¨ªa apareci¨® un sacerdote de 74 a?os maniatado y con la cabeza reventada, pero se encontraba en el interior de su vivienda. ?sa es la demostraci¨®n palpable de que se mata, pero no se mata. La mayor parte de los apu?alamientos, por ejemplo (y hay unos cuantos al d¨ªa), no terminan en muerte. Otra cosa es que la percepci¨®n del ciudadano no sea la oficial. Pero es que el ciudadano est¨¢ muy amariconado y tiene la costumbre de sumar y dividir. Si sumas las muertes violentas producidas en la capital en lo que llevamos de a?o, salen setenta y una. Setenta y una entre nueve meses arroja un resultado de 7,88 al mes: casi dos a la semana. Es cierto que es m¨¢s del doble del a?o pasado, pero no lo veamos desde ese punto de vista tan negativo. Pensemos que son la mitad de los muertos del a?o que viene. Hoy te mato m¨¢s que ayer, pero menos que ma?ana.
En cualquier caso, lo peor que podr¨ªamos hacer frente a estas cifras es tomar medidas. De hecho, cuantas m¨¢s medidas se toman, peor estamos. Y no s¨®lo en el terreno del crimen. AENA, por ejemplo, dice que lleva a?os aplicando medidas correctoras para evitar el ruido de los aviones en Barajas. Uno piensa que tantos a?os de trabajo deber¨ªan de haber producido alg¨²n resultado, pero todo indica que no ha hecho sino empeorar la situaci¨®n. A lo mejor, si se dejara en paz a los criminales, el crimen tendr¨ªa un crecimiento vegetativo normal, del 2% o 3%, porque ahora est¨¢ creciendo un 130% o m¨¢s. Hagan caso de la experiencia y no se opongan. Piensen en los ruidos de Barajas. Y, si no, f¨ªjense en la evoluci¨®n del tr¨¢fico de drogas: cuantos m¨¢s alijos se incautan, mayor es el problema, que no ha dejado de aumentar desde que se iniciara la lucha implacable contra el narcotr¨¢fico.
No se opongan ustedes, pues, de manera frontal. Dediquen el presupuesto destinado al crimen a la informaci¨®n. Convenzan a los ciudadanos de que un aumento del 130% no es significativo, sobre todo cuando los asesinos tienen la delicadeza de asesinarte en casa. Hay pa¨ªses, y esto lo puede comprobar cualquiera, en los que para que te maten tienes que salir a la calle. Pensemos en los ancianos que ocupan viviendas sin ascensor y para los que el solo hecho de bajar las escaleras resulta un suplicio. No nos fijamos m¨¢s que en las cosas malas, sin tener en cuenta que tambi¨¦n este a?o el crimen a domicilio ha tenido un aumento espectacular.
Dediquemos el dinero a la informaci¨®n, pues, y tambi¨¦n a la demagogia. En ese sentido, hay que aplaudir la medida de cerrar durante cuatro o cinco horas por la noche el parque del Retiro. Si te pones a pensarlo, es una tonter¨ªa, porque en el Retiro no se ha matado nada en lo que llevamos de a?o, pero la clausura produce la impresi¨®n de aqu¨ª hay una autoridad.
-Que han ordenado cerrar el Retiro.
-Entonces es que aqu¨ª manda alguien, ya era hora.
Estamos tan necesitados de un poco de racionalidad que hasta las ¨®rdenes absurdas empiezan a parecer buenas. El cierre del Retiro funciona a modo de silicona para las cabezas, porque obstruye las circunvoluciones cerebrales y evita el pensamiento especulativo. A nosotros no nos molesta en absoluto la gente que hace footing en ese parque despu¨¦s de las diez, ni el mendigo que duerme en uno de sus bancos. Preferir¨ªamos que en lugar de cerrar el Retiro hicieran algo para que se matara menos, ya sea en la calle o en el propio hogar, pero como eso no saben resolverlo, nos dicen, de un lado, que no sucede, y, de otro, que ya han cerrado un parque. No tiene nada que ver una cosa con otra, pero producen la impresi¨®n de moverse. Entretanto, el Museo de Ciencias Naturales acaba de recibir un calamar de 7,5 metros. Todo son monstruosidades. A ver qu¨¦ hacen con la tinta.
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