Emilie Schindler, defensora de los jud¨ªos durante el nazismo
Tras el holocausto, cientos de miles de alemanes intentaron exculparse con una sola frase, repetida en infinitas variaciones: 'Nada pudimos hacer nosotros, sometidos como est¨¢bamos al terror de la dictadura'. Emilie Schindler; su ex esposo, Oskar, y un pu?ado de justos m¨¢s probaron que ello no era del todo cierto, como en 1993 mostr¨® al mundo el director de cine Steven Spielberg con la pel¨ªcula La lista de Schindler.
En el filme, el papel desempe?ado por Emilie en el rescate de cerca de 1.700 jud¨ªos fue secundario. No as¨ª en la realidad: por su propia cuenta y riesgo, Emilie Schindler contrat¨® al menos a 300 personas como trabajadores para su industria familiar, salv¨¢ndolas as¨ª de las c¨¢maras de gas, como ha demostrado su bi¨®grafa, Erika Rosenberg.
'Ni mi esposo ni yo fuimos h¨¦roes. ?ramos lo que pod¨ªamos ser', recalc¨® alguna vez Emilie, nacida en 1907 en el seno de una familia de agricultores en lo que hoy es la Rep¨²blica Checa. En m¨²ltiples entrevistas revel¨® asimismo que su esposo tambi¨¦n difer¨ªa en otro punto de su calco cinematogr¨¢fico: 'Fue un harag¨¢n'.
Despu¨¦s de que la pareja se marchara a Argentina en 1949, el matrimonio r¨¢pidamente se vino abajo. Inestable y mujeriego, Oskar abandon¨® a Emilie en 1957 y regres¨® a Alemania, donde muri¨® en el anonimato en 1974.
Su ex compa?era sigui¨® viviendo durante m¨¢s de 50 a?os, y en condiciones muy humildes, en Argentina. Y se hizo mayor: cuando, hace unos meses apenas, regres¨® finalmente a Alemania de la mano de Erika Rosenberg -quien precisamente esta semana tiene previsto presentar su biograf¨ªa Yo, Emilie. Memorias de una inquebrantable-, ya era para morirse en paz en ese pa¨ªs que la hubiera olvidado de no ser por la pel¨ªcula de Spielberg.
De 93 a?os, Emilie Schindler falleci¨® el viernes pasado en un hospital en las cercan¨ªas de Berl¨ªn, seg¨²n se conoci¨® este fin de semana.
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