Imparcialidad deportiva
El periodismo deportivo es la ¨²nica variante informativa donde no s¨®lo est¨¢ permitida la parcialidad sino que se considera un deber patri¨®tico estar al lado de los paisanos representados por el mismo equipo. Los locutores de Canal Sur, cuando comentan un enfrentamiento entre un equipo andaluz y otro perteneciente a una comunidad aut¨®noma distinta, utilizan sin disimulo el 'nosotros' o el 'nuestro' cuando se refieren al equipo m¨¢s pr¨®ximo y un 'ellos' que confina a los contrarios a los remotos parajes de la rivalidad deportiva. Los comentaristas dan por supuesto que un almeriense, pongamos por caso, siente como propia cualquier escuadra de atletas si representa a un pueblo o ciudad de Andaluc¨ªa.
Esta veleidad patri¨®tica supone por ejemplo que los granadinos somos forofos del Sevilla o del C¨®rdoba, siempre que no se confronte el Granada contra alguno de tales equipos en lo que los locutores definen como 'duelo fraticida' (hermanos contra hermanos, padres contra padres, hijos contra hijos andaluces). No obstante, en estos casos, para romper la imparcialidad, est¨¢n los comentaristas deportivos locales que del mismo modo que sus colegas del ¨¢mbito geogr¨¢fico superior, emplean el 'nosotros' y el 'ellos' con id¨¦ntica distancia despectiva, con lo que crean un c¨ªrculo conc¨¦ntrico menor dentro de un nacionalismo superior de zapatillas y pantal¨®n corto.
Esta variante de sentimiento patri¨®tico fue la que emple¨® el alcalde de Huelva, Pedro Rodr¨ªguez, del Partido Popular,para organizar una operaci¨®n supuestamente especulativa en el barrio de Isla Chica. Rodr¨ªguez junto con sus concejales de Urbanismo y de Personal y otros dos individuos m¨¢s, convirti¨® la fidelidad nacional a los colores del Huelva en 54 presuntos delitos y 2.700 millones de pesetas. Hay muchos tipos de fervores (incluido el fervor a la pobreza) pero el deportivo es el m¨¢s peligroso cuando desborda el coraz¨®n de los pol¨ªticos. En Granada, sin ir m¨¢s lejos, hubo un par de amagos de constructores que intentaron elevar hasta el ¨¦xtasis la devoci¨®n de su Ayuntamiento por los equipos m¨¢s se?eros. El ¨¦xtasis, naturalmente, buscaba cierta complicidad con unos turbios negocios inmobiliarios.
Llama la atenci¨®n que Pedro Rodr¨ªguez todav¨ªa se queje de que haya sido imputado por el juez 'por haber salvado al Recreativo', esto es, por mantener viva la entelequia del nacionalismo onubense sobre la Segunda Divisi¨®n. Rodr¨ªguez, en sus declaraciones exculpatorias, insiste en figurar como un m¨¢rtir que tuvo que vender su honra por salvar un s¨ªmbolo de la ciudad. Ahora puede que ingrese en la historia de oro del Recreativo y en la historia de la infamia de la pol¨ªtica.
El fervor, en el deporte, es un sentimiento muy vidrioso pues justifica comportamientos que ninguna otra devoci¨®n podr¨ªa disculpar. Eso s¨ª, los periodistas deportivos, a lo sumo, pueden ocultar un penalti o rebajar el ensa?amiento de la brigada propia a la hora de propinar puntapi¨¦s, mientras que a los pol¨ªticos el aura de un bal¨®n les sirve, por ejemplo, para proyectar 570 viviendas.
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