Pan y bombas
A nosotros tambi¨¦n nos tiraron desde el aire pan y bombas. Pan blanco, tiernecito, envuelto en banderas mon¨¢rquicas, con mensajes de rendici¨®n. Y bombas: aquellas bombas, claro, que solamente rajaban en dos las casas donde ca¨ªan; y con el hundimiento, sus habitantes. ?ramos sus afganos, cuando no lo eran los de Gernika en d¨ªa de mercado. A ¨¦stos les mandan tambi¨¦n ayuda llamada humanitaria, y misiles de todas clases. Pero aclaran que no es contra los afganos, sino contra los talib¨¢n. No son f¨¢ciles de distinguir. Mandan bombas sobre las ciudades abiertas. Me repugnan los talib¨¢n, su manera de tratar a los que tienen menos fuerza (mujeres encarceladas, ni?os atontados por las escuelas cor¨¢nicas); me repugna su fanatismo; odio su bombardeo sobre Nueva York, y los que amenazan con continuar. Pero detesto los bombardeos sobre las poblaciones civiles, aunque se llamen 'da?os colaterales'.
Yo soy poblaci¨®n civil. Es una elecci¨®n que tiene mucho de definici¨®n c¨ªvica. Como la he sentido siempre, con Stalingrado o con Dresde, con Hiroshima o con Berl¨ªn, no la puedo dar m¨¢s que un tinte pol¨ªtico muy claro: estoy contra el terrorismo total, sin por eso ecualizarlo, como Aznar. Los blancos anglosajones protestantes se ponen a la misma altura que ya llevaron con ellos los Padres Peregrinos, a cuyo esp¨ªritu se alude ahora demasiado... Odio lo que le est¨¢ pasando a esa desdichada poblaci¨®n que huye despavorida de los suyos, unas malas bestias de la estirpe religiosa, y de los otros, y llegan a fronteras blindadas por quienes quieren salvarse de todos; si las atraviesan, encuentran que el hambre es peor. No puedo estar de acuerdo con Zapatero en que se trata de una defensa propia. Aunque me sienta solidario, como ¨¦l, con las v¨ªctimas de Nueva York, no creo que esta venganza sea justa. No creo en la guerra contra el islam. No creo que el Estado de Israel, dirigido por un belicista de pasado culpable, pueda seguir matando palestinos.
Si el pan que los fascistas tiraban sobre Madrid lo hubieran compartido antes con sus pobres -digo suyos porque los crearon desde el primer Austria hasta el ¨²ltimo Borb¨®n-, si no hubieran destrozado todas las esperanzas africanas, asi¨¢ticas y americanas, probablemente el mundo ser¨ªa otro. Quiz¨¢ prefieran esta guerra, larga y sucia: en sus propias palabras.
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