Viaje a la prehistoria
El pasado s¨¢bado se reabrieron al espeleoturismo las galer¨ªas altas de la Cueva de Nerja
A¨²n no se puede viajar en el tiempo. Qui¨¦n sabe si alg¨²n d¨ªa la tecnolog¨ªa permitir¨¢ hacer incursiones al pasado o al futuro. Pero de momento, hay paisajes que pueden remontarnos a ¨¦pocas que han quedado atr¨¢s. Las galer¨ªas altas de la Cueva de Nerja es uno de esos paisajes.
Su intrincado recorrido, reservado durante a?os a espele¨®logos e investigadores, transporta al viajero a la ¨¦poca de los cromagnones. Aquellos antepasados del hombre actual habitaron la cavidad hace unos 20.000 a?os. Las pinturas rupestres que dejaron son la prueba irrefutable de su paso.
La excursi¨®n no es un paseo. Hay que darle un poco de ca?a al cuerpo para superar algunas barreras naturales, pero los obst¨¢culos no son imposibles de sortear. Basta algo de forma f¨ªsica y ganas de descubrir un paisaje que s¨®lo un pu?ado de privilegiados conoce.
Las galer¨ªas altas fueron abiertas al espeleoturismo en enero de 2000. El objetivo, m¨¢s que hacer negocio, era promocionar la cueva y dar respuesta al creciente turismo de aventura. 'Entre el seguro para los visitantes y el pago al personal, no es ning¨²n negocio; en realidad, ha sido puesta en marcha como promoci¨®n de la cueva y como ampliaci¨®n de sus servicios', aclara Luis D¨ªaz, gerente de la fundaci¨®n que gestiona la gruta, ubicada en la costa oriental de M¨¢laga, en el l¨ªmite con la provincia de Granada. D¨ªaz hace esta aclaraci¨®n porque descubrir estos rincones subterr¨¢neos cuesta 15.000 pesetas. Un precio que se antoja algo alto para cualquier bolsillo. Pero la experiencia vale la pena.
Trasponer la zona abierta al p¨²blico -las galer¨ªas tur¨ªs-ticas- ya marca diferencias. Mientras esta parte est¨¢ adaptada, la zona dedicada al espeleoturismo se mantiene casi como la vieron los hombres de las cavernas. Su dificultad la hace m¨¢s aut¨¦ntica. El visitante s¨®lo se encontrar¨¢ algunas cuerdas y unas escalas instaladas para facilitar los desplazamientos en las partes m¨¢s dif¨ªciles y garantizar su seguridad.
No hay nada que temer. No es una excursi¨®n excesivamente exigente. Adem¨¢s, tres gu¨ªas acompa?an a los viajeros durante todo el recorrido, marcan el itinerario, aconsejan c¨®mo contorsionarse para superar alg¨²n paso estrecho y velan por la seguridad de todos. Hay peque?os tramos que resultan algo m¨¢s duros para los ne¨®fitos porque hay que escalar varios metros o descolgarse por una pared vertical pero, en el peor de los casos, el excursionista quedar¨¢ suspendido del arn¨¦s de seguridad que s¨®lo se utiliza en las partes m¨¢s dif¨ªciles.
De hecho, nada m¨¢s empezar, hay que enfrentarse al primer desaf¨ªo. Siete metros de escalada para pasar de las galer¨ªas tur¨ªsticas, a este remanso del pasado que sorprende por su silencio y sus formas caprichosas. Estalactitas, estalagmitas y pi?as, como se llaman las cristalizaciones asentadas sobre formaciones anteriores que forman un delicado encaje p¨¦treo de extraordinaria belleza. Resulta casi m¨¢gico saber que por aqu¨ª pasaron los hombres del Paleol¨ªtico. Y con menos equipamiento: no dispon¨ªan de escalas, ni de gu¨ªas, ni de calzado y tampoco de linternas.
Desde el s¨¢bado pasado se puede volver tras sus pasos. La cueva ha reiniciado las actividades de espeleoturismo, unas excursiones que en casi dos a?os han despertado el inter¨¦s de unas 350 personas. A fin de que no se alteren las condiciones de la cavidad, s¨®lo se permiten dos incursiones mensuales de 10 turistas cada vez. La visita dura unas cinco horas. Esta parte de la cueva -de unos tres kil¨®metros- hab¨ªa permanecido cerrada al p¨²blico desde su descubrimiento en 1960, un a?o despu¨¦s de que un grupo de muchachos se topara gracias a su curiosidad con la inmensidad de las galer¨ªas tur¨ªsticas.
A la zona reservada al espeleoturismo pueden entrar todas las personas mayores de 14 a?os que no tengan ninguna dificultad especial. Los menores entre esa edad y los 18 a?os pueden apuntarse a esta actividad siempre que tengan una autorizaci¨®n paterna. La lista de espera suele rondar los dos meses. Las incursiones se interrumpen los meses de verano debido a que aumenta la humedad y el recorrido se torna m¨¢s peligroso. El precio incluye el equipo y el almuerzo. Los visitantes s¨®lo tienen que preocuparse de llevar un calzado c¨®modo y antideslizante y estar dispuestos a soportar al d¨ªa siguiente algunas agujetas.
Entorno sin desperdicio
- D¨®nde. Los accesos est¨¢n bien indicados. Desde M¨¢laga se llega por la Autov¨ªa del Mediterr¨¢neo; hay una salida que pr¨¢cticamente deja en la explanada de la cueva. Tambi¨¦n se llega por la N- 340, a tres kil¨®metros pasando Nerja. - Alrededores. El entorno de la cueva no tiene desperdicio. Est¨¢ rodeada por las sierras Tejeda y Almijara, declaradas recientemente parque natural. Hacia la playa se accede a Maro, sus calitas y sus acantilados catalogados como paraje natural. Un poco m¨¢s all¨¢ hacia la capital, est¨¢ Nerja, con su Balc¨®n de Europa y el bullicio propio de una poblaci¨®n de m¨¢s de 15.000 habitantes. Para los que gusten de la naturaleza, existen varias rutas verdes a trav¨¦s de los r¨ªos Chillar, Higuer¨®n y de la Miel. Pero hay m¨¢s opciones. Frigiliana, un pueblecito situado a unos seis kil¨®metros de las cuevas, atrapa al viajero con su intrincada arquitectura, muy bien adornada con flores por sus vecinos. Cada recoveco es una postal. Para los que gusten de las rutas gastron¨®micas, est¨¢ la del vino, formada por Nerja, Frigiliana, Torrox, C¨®mpeta y Canillas de Albaida. Se pueden comer migas, chivo y pesca¨ªto. Para beber, ajoblanco y de postre, arrop¨ªa y batatitas de Nerja. - Y qu¨¦ m¨¢s. A la hora de alojarse, la comarca tiene una oferta para todos los bolsillos. Desde el parador de Nerja, hasta el camping de la localidad, pasando por casas rurales.
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