'Si se empobrece la lengua se empobrece el pensamiento'
Desde que, despu¨¦s de siete a?os en el cargo, dej¨® en 1998 la direcci¨®n de la Real Academia Espa?ola, Fernando L¨¢zaro Carreter (Zaragoza, 1923) ha vuelto a lo que ¨¦l llama sus 'estudios'. Actualmente simultanea los art¨ªculos sobre el uso de la lengua que contin¨²an la serie de El dardo en la palabra (C¨ªrculo de Lectores) con el pr¨®logo para una nueva edici¨®n de El Busc¨®n, un cl¨¢sico en el que es toda una autoridad. Para ello revisa sus propias tesis y las de los quevedistas m¨¢s contempor¨¢neos. 'Me lo paso muy bien d¨¢ndome la raz¨®n', afirma ir¨®nicamente. La iron¨ªa y la sabidur¨ªa -esa especie de erudici¨®n te?ida de humanidad y humor- son, precisamente, dos de los rasgos fundamentales del car¨¢cter de este profesor cuyos libros han sido el mapa del territorio de la lengua para varias generaciones de estudiantes y fil¨®logos. Aunque insiste en que su participaci¨®n en el Congreso de Valladolid ser¨¢ testimonial y en la nueva edici¨®n del Diccionario de la RAE ha sido la de alguien que 's¨®lo' pertenece a una comisi¨®n, la opini¨®n de L¨¢zaro Carreter tiene el valor de ser la de alguien tan atento al pasado -entre sus proyectos sigue una Historia de la lengua literaria- como al fren¨¦tico presente del espa?ol, o sea, a su futuro.
'No tenemos un diccionario del nivel de otras lenguas, como el Oxford o el Robert. Las editoriales privadas no se dedicen a implicarse'
'La dejadez de los pol¨ªticos es total. No hay oradores como Aza?a, que dec¨ªa: 'No pensaba intervenir hoy, pero...', e improvisaba un discurso de ocho folios sin un anacoluto'
PREGUNTA. ?El nuevo diccionario se acerca m¨¢s al ideal que el anterior?
RESPUESTA. No tengo todos los datos porque yo s¨®lo formo parte de una comisi¨®n, pero la nueva edici¨®n es notablemente mejor que la anterior. Se han cambiado m¨¢s de dos tercios del contenido. La gran ventaja es que, por una parte, todo el proceso est¨¢ informatizado -ahora ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil reeditar el diccionario con mayor frecuencia, cada tres o cuatro a?os-, y por otra, el texto se ha revisado por comisiones y se ha le¨ªdo completamente. En otras ediciones s¨®lo se hab¨ªa revisado parcialmente. Claro, que hay que tener cuidado con las comisiones. Alguien dec¨ªa que ¨¦stas deber¨ªan ser impares y, a ser posible, no tener m¨¢s de un miembro. Y ya sabe usted la definici¨®n del dromedario: 'Camello dise?ado por una comisi¨®n'. No obstante, hablando en serio, un diccionario nunca es ideal. En ninguna lengua. El otro d¨ªa hablaba con un colega helenista y le dec¨ªa: 'Para vosotros es m¨¢s f¨¢cil porque la lengua ya est¨¢ fijada', y me dec¨ªa que no era as¨ª porque continuamente aparecen nuevos documentos. Que un diccionario fuese ideal significar¨ªa que la Historia habr¨ªa terminado.
P. ?Qu¨¦ aporta esta nueva edici¨®n?
R. M¨¢s informaci¨®n sobre morfolog¨ªa, sobre formaciones del plural de las palabras extranjeras... Entran, adem¨¢s, muchos anglicismos y extranjerismos en general que estaban ya totalmente admitidos en el uso com¨²n. Boutique, por ejemplo, que es algo espec¨ªfico, ni una tienda cualquiera ni una panader¨ªa. Es una palabra de origen franc¨¦s, pero tambi¨¦n la palabra jam¨®n lo es.
P. ?En cuanto a diccionarios y gram¨¢ticas estamos a la altura de la importancia del espa?ol?
R. A¨²n no. No tenemos un diccionario Oxford, ni un Robert. No tenemos ning¨²n diccionario del nivel de otras lenguas extranjeras.
P. ?Cu¨¢l es la asignatura pendiente? ?El diccionario hist¨®rico, la gram¨¢tica...?
R. El diccionario hist¨®rico, porque la gram¨¢tica, que ser¨¢ espl¨¦ndida -puedo decirlo porque mi contribuci¨®n ha sido peque?a-, ya est¨¢ pr¨¢cticamente lista. Saldr¨¢, seguramente, este mismo curso. Ahora que el trabajo de la Academia se ha informatizado contamos con las bases para afrontar el diccionario hist¨®rico, pero todav¨ªa falta mucho camino. Por otra parte, tampoco las editoriales privadas se deciden a implicarse en un proyecto as¨ª, como s¨ª sucede en Francia.
P. Las editoriales no se atreven a publicar ese gran diccionario, sin embargo, los libros de divulgaci¨®n sobre la lengua, como El dardo en la palabra o el propio Diccionario de la RAE tienen un gran ¨¦xito.
R. Es cierto, pero, por otra parte, el desinter¨¦s por el uso correcto de la lengua es cada vez mayor. Parece mayor el inter¨¦s por comprar que por leer y aceptar. Claro que es m¨¢s f¨¢cil comprarse un c¨®digo de circulaci¨®n que conducir bien.
P. ?D¨®nde est¨¢ el problema?
R. En los medios de comunicaci¨®n y en el desinter¨¦s de los pol¨ªticos por la ense?anza del idioma y por su propio uso.
P. ?En qu¨¦ fallan los medios?
R. El problema es que cada vez hay m¨¢s gente que tiene acceso a los medios, y no s¨®lo como oyentes o como lectores, sino como locutores en la radio o colaboradores en la prensa. Eso hace que los errores y su difusi¨®n se multipliquen. Antes los periodistas, por ejemplo, eran menos y ten¨ªan una formaci¨®n m¨¢s consistente, con m¨¢s lecturas. Hoy cualquiera reci¨¦n salido, o sin haber salido siquiera, de la facultad comienza a colaborar en los medios. Hoy los micr¨®fonos est¨¢n abiertos a mucha gente. Luego est¨¢ la rapidez con que se producen los cambios y con la que se transmiten las noticias. Eso contribuye a la precipitaci¨®n en la escritura y, de nuevo, a los errores. Ahora, por ejemplo, tras los atentados en Nueva York se repite continuamente que hay cuatro mil efectivos desplegados en Afganist¨¢n, cuando efectivos son todos, los soldados y los ca?ones. ?Se imagina la canci¨®n Soldadito espa?ol como efectivo espa?ol? Es absurdo. Los periodistas caen continuamente en clich¨¦s de la jerga profesional que empobrecen la lengua. ?Por ejemplo? Repetir continuamente 'en otro orden de cosas'. Parece que uno ya no es periodista si no dice 'en otro orden de cosas'. Los grandes periodistas son los que se apartan del clich¨¦ y crean su propia lengua: Joaqu¨ªn Vidal, Eduardo Haro...
P. ?No existe ya la creatividad popular?
R. Yo veo poca. Por seguir en el periodismo, la mayor creatividad se da en los deportes, que es a la vez, el ¨¢mbito en el que se producen mayores dislates, pero expresiones como 'lamer el travesa?o', 'la cepa del poste' o 'miedo esc¨¦nico' son muy audaces. Luego est¨¢ la creatividad t¨¦cnica, que no crea lenguaje, sino terminolog¨ªa dentro de un campo cerrado. En general, no obstante, se van perdiendo precisi¨®n y matices. Ya nadie diferencia entre o¨ªr y escuchar. En la radio dicen continuamente me escucha usted, me escucha. La expresi¨®n se empobrece de una manera escandalosa.
P. ?Quiere eso decir que tambi¨¦n se empobrece el pensamiento?
R. Evidentemente. Van unidos. El lenguaje nos ayuda a capturar el mundo, y cuanto menos lenguaje tengamos, menos mundo capturamos. O m¨¢s deficientemente. Una mayor capacidad expresiva supone una mayor capacidad de comprensi¨®n de las cosas. Si se empobrece la lengua se empobrece el pensamiento.
P. ?Ve alguna soluci¨®n?
R. En la escuela deber¨ªan hacer, simplemente, esta reflexi¨®n: que la gente entienda que hay muchas maneras de decir las cosas y que hay una m¨¢s correcta que las dem¨¢s. No todo da lo mismo.
P. ?Qu¨¦ le parece la manera de expresarse de los pol¨ªticos?
R. De entrada, los periodistas ya s¨®lo hablan de formaciones. No s¨¦ si es que la palabra partido tiene mala fama. Los pol¨ªticos son un reflejo de la sociedad. Son los representantes eximios del pueblo. En todos los sentidos. Calidad idiom¨¢tica en los pol¨ªticos yo no encuentro ninguna. La dejadez es total. En el Parlamento ya no se oye un solo participio terminado en 'ado'. A los pol¨ªticos no les preocupa el idioma. Tampoco, claro, les interesa la persuasi¨®n, sino descalificar al contrario. S¨®lo tratan de convencer a los convencidos. Ya no existen oradores como los parlamentarios de las Cortes del siglo XIX, o los de la Rep¨²blica. Ah¨ª est¨¢n los discursos de Alcal¨¢ Zamora o Gil Robles, o los de Manuel Aza?a, que dec¨ªa: 'No pensaba intervenir hoy pero...', e improvisaba un discurso de ocho folios sin un solo anacoluto.
P. La unidad del espa?ol es uno de los grandes temas del Congreso de Valladolid. ?Corre peligro?
R. Absolutamente ninguno. Yo leo cada noche los diarios americanos en Internet y salvo en alg¨²n caso en los titulares no hay grandes problemas de comprensi¨®n. Hay variantes locales en Am¨¦rica como las hay en Murcia o en Badajoz, pero no impiden la comunicaci¨®n. Cuando a Borges le dec¨ªan que hab¨ªa tangos argentinos que eran dif¨ªciles de entender respond¨ªa que probasen con una copla andaluza. La lengua es un ser vivo. Aunque se interprete de diferentes maneras y con distintos instrumentos, lo importante es que la partitura mantenga su unidad. Y ¨¦sta la garantiza la ortograf¨ªa.
P. ?No hay peligro de disgregaci¨®n ni siquiera en Estados Unidos con el spanglish?
R. Tampoco es mayor peligro. No alcanza los medios de comunicaci¨®n hispanos. Es, eso s¨ª, un fen¨®meno muy duradero que se renueva continuamente. Hay, por otro lado, muchos hispanos con conciencia clara de que el espa?ol, aunque sea para rechazarlo, pertenece a aquello que quieren dejar atr¨¢s. Lo importante es que exista esa conciencia, aunque sea para hablar un buen ingl¨¦s, porque eso es tambi¨¦n bueno para el espa?ol. Evita la contaminaci¨®n entre los dos idiomas. El spanglish es un gesto de afirmaci¨®n personal sin conciencia. A alguien que dice lookear por mirar y rentar por alquilar le da lo mismo la lengua. S¨®lo quiere hacerse entender.
P. ?Quiere decir que el spanglish terminar¨¢ por desaparecer?
R. Depender¨¢ del papel de M¨¦xico, que es el gran potencial, y de sus relaciones fronterizas con Estados Unidos. Es un problema pol¨ªtico.
P. ?No hay un desfase entre el potencial ling¨¹¨ªstico del espa?ol y el peso pol¨ªtico y econ¨®mico de los pa¨ªses hispanohablantes?
R. Estados Unidos tienen el 40% de la renta mundial y el resto se lo reparten los dem¨¢s pa¨ªses. El porcentaje de los pa¨ªses hispanos es muy bajo. Eso demuestra que no es la cantidad de hablantes lo que hace grande un idioma, sino, por una parte, la demanda que se tiene de ¨¦l, por ejemplo, su presencia como lengua oficial en los organismos internacionales (la Uni¨®n Europea, la Unesco...), en los que el espa?ol es oficial, pero en la pr¨¢ctica se usa mucho menos que el ingl¨¦s o el franc¨¦s y, por otra, la influencia que ha tenido en la cultura mundial. Por supuesto que est¨¢ bien viajar de punta a punta de un continente hablando tu lengua, pero la importancia se mide por la necesidad que los otros tienen de esa lengua. Lo que importa es la estima de los dem¨¢s, no la propia. Adem¨¢s, la expansi¨®n ha de ser cualitativa, no demogr¨¢fica.
P. A un defensor del multiculturalismo no le sonar¨ªa muy pol¨ªticamente correcto.
R. El bant¨², por ejemplo, ser¨¢ una lengua muy hermosa y rica y gramaticalmente admirable en sus modulaciones, pero, lo siento, la importancia de una lengua est¨¢ en su peso en la cultura mundial y por su contribuci¨®n a la historia de la humanidad. Eso es un hecho objetivo. Para medir la importancia de una lengua hay que preguntarse qu¨¦ ha supuesto para la humanidad. Una vez conoc¨ª a un japon¨¦s que me dijo que hab¨ªa aprendido espa?ol para leer a Cervantes en el original. Y ah¨ª est¨¢ el caso de Unamuno, que aprendi¨® dan¨¦s para leer a Kierkegaard. A veces, como en el caso del ruso o del chino, el peso de una lengua no va de la mano siquiera de la influencia pol¨ªtica. Se mide por los libros traducidos a otros idiomas, por ejemplo. Tambi¨¦n por ah¨ª hay mucho camino que andar todav¨ªa.
P. Rafael S¨¢nchez Ferlosio escribi¨® que el Ministerio de Cultura no deber¨ªa subvencionar traducciones de Lorca al alem¨¢n porque nosotros ya podemos leerlo, sino traducir autores alemanes a los que no tenemos acceso en el original.
R. Tiene mucha raz¨®n. Si tenemos que pagar porque nos traduzcan no merece la pena. Cuando yo era decano en Salamanca pedimos un lector de ingl¨¦s al Gobierno brit¨¢nico y nos dijeron que ellos no lo enviaban, que si lo quer¨ªamos, lo pag¨¢ramos puesto que el inter¨¦s era nuestro, no suyo. Eso es lo que hace una lengua fuerte. El espa?ol no est¨¢ todav¨ªa, ni mucho menos, en esa situaci¨®n de predominio. Nuestro problema es que nadie quiere todos los lectores que estamos dispuestos a enviar. La importancia de una lengua no la deciden sus propios hablantes, ya digo, sino aquellos que no la tienen como materna. El peso de una lengua se mide por ese tipo de datos, por el n¨²mero de libros editados, por los art¨ªculos en las revistas cient¨ªficas o por la presencia en Internet.
P. ?Es importante el espa?ol en Internet y en la ciencia?
R. Estamos en lo mismo. ?Demanda la gente noticias u objetos de Espa?a o de Hispanoam¨¦rica o en espa?ol? Eso es lo decisivo. Lo es incluso el cuidado de las traducciones, que suele ser infame. Un d¨ªa entr¨¦ en un portal y ped¨ª la versi¨®n espa?ola. Era ininteligible. Lo mismo me pas¨® con las instrucciones en la habitaci¨®n de un hotel en Par¨ªs. Por no hablar de las traducciones de las instrucciones de uso de los electrodom¨¦sticos. La pregunta es si el espa?ol es imprescindible o todav¨ªa no, porque la oferta en ingl¨¦s es todav¨ªa infinitamente m¨¢s variada y con un tratamiento mucho mejor. Internet es un fen¨®meno muy importante para las comunicaciones, pero creo que todav¨ªa su influencia en la lengua no es decisiva, claro que yo no conozco esos chats en los que las palabras se sustituyen por s¨ªmbolos y se tiende a la extinci¨®n del lenguaje, como en los tel¨¦fonos m¨®viles. Algo propio de un lenguaje r¨¢pido y sincopado.
P. Usted habla del espa?ol en relaci¨®n con el resto de las lenguas que no sean las de Espa?a, para lo que sugiere el t¨¦rmino castellano. ?C¨®mo ve la situaci¨®n del biling¨¹ismo?
R. No querr¨ªa ser pol¨ªticamente incorrecto, pero el biling¨¹ismo real es el que practican, por ejemplo, los catalanes que pasan de una lengua a otra sin problema. Eso es algo que los castellanoparlantes no suelen entender. Dicen: 'Espa?a es biling¨¹e, h¨¢bleme en castellano'. Eso no es biling¨¹ismo. Habr¨ªa que decirles: 'El biling¨¹ismo es el que practican los catalanes, no el que practica usted'. Hay extremistas en todas partes, pero son una minor¨ªa. La gente de la calle vive sin traumas las relaciones entre las lenguas.
P. ?Existe alg¨²n argumento que no sea ni nacionalista ni sentimental para concederle alguna importancia al espa?ol?
R. No lo hay m¨¢s que para los profesionales de la lengua, para los fil¨®logos. Alguna vez he dicho que la lengua es la piel del alma. Es lo m¨¢s nuestro, lo m¨¢s propio. Uno hablar¨¢ mejor o peor, pero todos sienten que la lengua es algo suyo.
P. O sea que, contando con que goza de buena salud, aunque desapareciera el espa?ol no suceder¨ªa absolutamente nada.
R. Seguramente no suceda nada, pero, tambi¨¦n es seguro que yo no estar¨¦ aqu¨ª para verlo, ni usted. Puede que para entonces seamos mol¨¦culas en una planta. Ya Rub¨¦n Dar¨ªo se preguntaba si en un futuro hablar¨ªamos todos ingl¨¦s. No lo s¨¦, pero me temo que entre nosotros y ese momento media la muerte, que no es una mediaci¨®n muy grata.
La informaci¨®n y el conocimiento
'EL ESPA?OL en la sociedad de la informaci¨®n' es el lema del II Congreso Internacional de la Lengua Espa?ola que se celebrar¨¢ en Valladolid y en cuya inauguraci¨®n se presentar¨¢ una nueva edici¨®n del Diccionario de la RAE -la 22?, que sustituye a la de 1992- cuyos detalles se guardan en el mayor secreto hasta ese momento. Cuando Fernando L¨¢zaro Carreter repara en que, en uno de los avances del programa, en el t¨ªtulo de la sesi¨®n que ¨¦l presentar¨¢, si se lo permite la salud, se ha cambiado la palabra 'informaci¨®n' por 'conocimiento', apunta: 'No es lo mismo, claro. El conocimiento es informaci¨®n, como dicen ahora los inform¨¢ticos, procesada'. Ponencias, mesas redondas y paneles -publicados ¨¦stos en Internet con anterioridad al congreso: cvc.cervantes.es- tratar¨¢n durante cuatro d¨ªas los temas m¨¢s diversos, tanto los m¨¢s habituales en un encuentro de este tipo como los menos previsibles: desde las zonas dialectales, la dimensi¨®n l¨¦xica o el contacto ling¨¹¨ªstico hasta la publicidad, la m¨²sica o el espa?ol como industria pasando por su presencia en Estados Unidos o en Internet. As¨ª, junto con la presencia de fil¨®logos (Jos¨¦ Manuel Blecua, Violeta Demonte, Alonso Zamora Vicente), las sesiones contar¨¢n con la de directores de cine (Gonzalo Su¨¢rez, Marcelo Pi?eyro, Sergio Cabrera), cient¨ªficos (Jorge Wagensberg, Juan Luis Arsuaga o Javier Echeverr¨ªa) o representantes del mundo de la edici¨®n y de la m¨²sica (Thal¨ªa Dorwick, de Macgraw Hill, una de las principales editoriales cient¨ªficas de Estados Unidos, o Emilio Estefan, productor de pop latino). Y habr¨¢, por supuesto, escritores. Miguel Delibes, Mario Vargas Llosa y Camilo Jos¨¦ Cela participar¨¢n en la inauguraci¨®n de un congreso cuya primera edici¨®n -la celebrada en Zacatecas (M¨¦xico) en 1997- se abri¨® con la pol¨¦mica proclama en la que Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, ausente ahora, ped¨ªa mayor libertad para la ortograf¨ªa, a la que, precisamente, L¨¢zaro Carreter llama el esqueleto del idioma, la 'partitura' que garantiza su unidad m¨¢s all¨¢ de los int¨¦rpretes y las interpretaciones.
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