Voces de una saga migratoria
El espa?ol en Estados Unidos, un idioma utilizado por inmigrantes de 20 pa¨ªses, adquiere una diversidad mayor por sus formas de incrustarse en la sociedad, lejos del lugar de origen. Una civilizaci¨®n de la mezcla en la que el espa?ol es la lengua franca del nuevo internacionalismo cultural.
Tras el 11 de septiembre, las universidades estadounidenses no podr¨¢n seguir cancelando programas de lenguas extranjeras
En la Universidad de Houston, un grupo de investigadores est¨¢ levantando el primer mapa de la memoria del espa?ol en Estados Unidos. Por un lado, el puertorrique?o Nicolas Kanellos, director de Arte P¨²blico, la mejor editorial de literatura 'latina', ha iniciado el Proyecto de Recuperaci¨®n de la Herencia Literaria Hisp¨¢nica, una suerte de laboratorio del castellano hist¨®rico, que suma peri¨®dicos hisp¨¢nicos del siglo pasado, investigaciones ling¨¹¨ªsticas, bibliograf¨ªas y seminarios y coloquios anuales; por otro, el chileno Manuel Guti¨¦rrez trabaja sobre las relaciones entre las variantes del espa?ol en California, Tejas y Florida, prosiguiendo los estudios fundadores de su maestra, la mexicana Carmen Silva Corbal¨¢n, sobre la lengua de la frontera. La dialectolog¨ªa, la did¨¢ctica de la segunda lengua, la psicoling¨¹¨ªstica y los debates sobre el biling¨¹ismo son fases de esta saga que cataloga los usos, actualiza la pedagog¨ªa y documenta la identidad del espa?ol en este pa¨ªs. Los estudios de 'ling¨¹¨ªstica hisp¨¢nica' tienen una larga tradici¨®n que gira en torno a dos de las mejores universidades estatales, la de Tejas, en Austin, donde los inici¨® el paname?o Carlos Sol¨¦, y la de Illinois, en Urbana, a cargo de su disc¨ªpulo, el norteamericano Bill van Patten. Ya en los a?os sesenta, en Austin, el precursor de estos estudios en los que hoy mismo se forman cientos de nuevos profesores, el tejano Ted Anderson hab¨ªa propuesto la tesis de que el espa?ol se aprend¨ªa mejor a partir de los dos a?os. Esa utop¨ªa de una naci¨®n alimentada por el espa?ol, reeducada en el di¨¢logo biling¨¹e, alienta estos proyectos.
Sin embargo, cuando la universidad norteamericana empezaba estos programas de investigaci¨®n del espa?ol, los mexicano-americanos ten¨ªan prohibido hablar su lengua. El espa?ol fue por mucho tiempo un idioma de color, y el biling¨¹ismo espa?ol-ingl¨¦s careci¨® de aprecio social. Todav¨ªa en los a?os setenta, el habla materna de los estudiantes chicanos sol¨ªa ser dudosa, pero con la pronta revaloraci¨®n del espa?ol, convertido en horizonte social futuro, ellos superaron las expectativas. El espa?ol es la lengua extranjera que en Estados Unidos ha actuado como mediaci¨®n cultural, forjando alianzas y accesos, y enseguida, ocupando escenarios p¨²blicos y enriqueciendo la vida cotidiana.
Hoy existen en Estados Unidos no s¨®lo las entonaciones nacionales de 20 pa¨ªses en los que se habla del espa?ol, sino las versiones l¨¦xicas regionales, los giros y decires de distintas ¨¦pocas, las normas interpoladas y las sumas h¨ªbridas, a tal punto que deben haberse generado matrices de la diversidad, esto es, modelos de habla que organizan las diferencias. Es lo que ocurre con el habla espa?ola de Manhattan, de entonaci¨®n general dominicana, cuyo car¨¢cter aglutinante es capaz de incorporar porte?o bonaerense y criollo chalaco de Per¨². M¨¢s estable es la norma cubana, que se preserva como un modelo nacional perdido, o sea, con mayor fuerza; los cubanos son los ¨²nicos que hablan a los dem¨¢s, incluso a los norteamericanos, como si todos fuesen cubanos. Los ecuatorianos de Guayaquil hablan un lime?o de los a?os sesenta. Si uno escucha una frase sobria y completa, es probable que se trate de un hablante mexicano. El habla de Puerto Rico es doble: una de la intimidad, otra de la calle, pero ambas son incompatibles, como lo demuestra la gran novela del lenguaje espa?ol cernido por un ingl¨¦s par¨®dico, La guaracha del Macho Camacho, de Luis Rafael S¨¢nchez (una ¨²til edici¨®n de Aracadio D¨ªaz Qui?¨®nez acaba de salir en C¨¢tedra). Los venezolanos no reconocen el protocolo del usted, y ejercitan el habla igualadora como una forma robusta de salud. Los peruanos, en cambio, abusan de los diminutivos para que el mundo sea menos agresivo.
Otra lengua gestada por el espa?ol norteamericano es el spanglish. Si en los a?os setenta, los t¨¦rminos del ingl¨¦s adaptado pod¨ªan resultar pintorescos y hasta marcas de clase y marginaci¨®n, hoy la mezcla es una suerte de c¨®digo latente, a la mano, donde el espa?ol y el ingl¨¦s negocian su moment¨¢nea fusi¨®n. Pero en la creciente diversidad del espa?ol, el spanglish no parece, necesariamente, un destino, sino un pasaje m¨¢s, otra instancia de este acrecentado dialoguismo. Una de esas variantes, quiz¨¢ la m¨¢s intrigante, es el ingl¨¦s que utiliza las formas pros¨®dicas del espa?ol. Lo vemos en el coloquio asociativo de los escolares, en el fraseo de la plaza p¨²blica, en la escritura oral de algunos nuevos autores 'latinos'. En los cuentos de Junot Diaz, dominicano de origen pero neoyorquino de formaci¨®n, el ingl¨¦s est¨¢ encendido por una dicci¨®n hisp¨¢nica cuya vehemencia pone en tensi¨®n el control gramatical.
A diferencia de la experiencia
cultural afroamericana, que est¨¢ representada por escritores como Toni Morrison y ensayistas como Cornel West, herederos de una heroica tradici¨®n cr¨ªtica; la experiencia hisp¨¢nica s¨®lo empieza a reconocerse en sus nuevas voces representativas. Varios son ya responsables de la memoria biling¨¹e de los or¨ªgenes, como el mexicano-americano Rolando Hinojosa-Smith, que de ni?o le¨ªa en la frontera novelas traducidas al espa?ol creyendo que todos los novelistas eran mexicanos de nombre raro. Y son bien conocidos Rodolfo Anaya, Sandra Cisneros, Graciela Lim¨®n y Pat Mora, de padres mexicanos. El cubano-americano Roberto Fern¨¢ndez, en cambio, ha convertido al linaje migrante en brillante e ir¨®nica comedia urbana. Representan la fuerza recusatoria de la migraci¨®n el poeta Tato Laviera, 'newyorikan' o 'AmeRican', como se designa, que dice hablar en cinco lenguas derivadas del espa?ol y el ingl¨¦s, y el chicano Guillermo G¨®mez-Pe?a, cuyo C¨®dex Espanglienses, From Columbus to the Border Pratol (2000) demuestra su talento sat¨ªrico y carnavalesco. Varios poetas de valor le han dado a las nuevas migraciones su canto del camino, entre ellos los puertorrique?os Victor Hern¨¢ndez Cruz y Martin Espada, el chicano Tino Villanueva, la cubana Lourdes Gil y la chilena Cecilia Vicu?a.
El jud¨ªo-peruano-americano Isaac Goldemberg utiliza en su Peruvian Blues (2001) el espa?ol m¨¢s emotivo, el de Manhattan, como lengua zozobrante de la intimidad. Giannina Braschi es otra voz viva de Manhattan. Puertorrique?a, ella escribe tanto en espa?ol como en ingl¨¦s, pero es en su segunda lengua donde ha ganado mayor atenci¨®n. No cree ella en los supuestos peligros del espa?ol ante el ingl¨¦s, que en Puerto Rico son un lugar com¨²n tradicional, sino m¨¢s bien en la animaci¨®n mutua de ambas lenguas.
A estas interacciones entre el espa?ol y el ingl¨¦s se ha dedicado la poeta y narradora argentina Alicia Borinsky, profesora en Boston University. Ella ha optado por la traducci¨®n como instrumento para reconfigurar una misma literatura en dos lenguas. Ese trabajo lo asume en colaboraci¨®n con otros traductores, en la pr¨¢ctica de vertir sus textos.
Los estudios transatl¨¢nticos buscan hacer del espa?ol la lengua franca del nuevo internacionalismo cultural. Nunca como en estos a?os, la cultura oficial, la acad¨¦mica y aun la cultura medi¨¢tica han sido tan aislacionistas y autocomplacientes. Hasta algunos hispanistas llegaron a creer que era mejor escribir en ingl¨¦s que en espa?ol. Hubo menos traducciones, menos espacio para las literaturas extranjeras y el trabajo de campo fue reemplazado por el ordenador. Estados Unidos llega, tr¨¢gicamente, al fin de ese mon¨®logo. Despu¨¦s del 11 de septiembre, las universidades no podr¨¢n seguir cancelando programas de lenguas extranjeras.
La avanzada cultural del espa?ol ha venido articulando nuevos espacios de convergencia. La literatura y la cr¨ªtica que se hace hoy en Estados Unidos, entre el espa?ol y el ingl¨¦s, est¨¢n documentando una civilizaci¨®n de la mezcla. La poderosa saga migratoria, la diversidad de su lengua espa?ola y la cultura hisp¨¢nica (espa?ola, latinoamericana, latina) que las representa e interpreta son una pr¨¢ctica de inclusiones, una lecci¨®n de futuro.
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