Desperdicios que valen millones
Una depuradora de C¨®rdoba utiliza un sistema que act¨²a sobre el metano, elimina olores y genera electricidad
Ni el m¨¢s entusiasta de los ecologistas estar¨ªa dispuesto a creer que de las aguas residuales y los vertidos industriales pueda sacarse otra cosa que alg¨²n fertilizante oscuro y apestoso. Pero esta vez se equivocar¨ªa, y mucho. Porque la estaci¨®n depuradora de La Golondrina, situada a las afueras de C¨®rdoba, extrae energ¨ªa de desperdicios aparentemente in¨²tiles. Joaqu¨ªn Aguilar, el jefe de la planta, calcula que este nuevo sistema que acaba de implantar le permitir¨¢ ahorrarse tres millones de pesetas de electricidad cada mes; el 30% de la factura total. Y adem¨¢s se reducir¨¢n los malos olores.
Los 245 millones invertidos en la planta de tratamiento se pueden amortizar en unos ocho a?os
?C¨®mo se consigue todo esto? 'Surgi¨® a ra¨ªz de un serio problema ambiental', explica Aguilar, el bi¨®logo que est¨¢ al mando de la depuradora desde que comenz¨® a funcionar, hace ya 10 a?os. El tratamiento de las aguas residuales de la capital cordobesa no revest¨ªa grandes dificultades: a grandes rasgos, se filtraban, se dejaban sedimentar para separar los s¨®lidos de los l¨ªquidos y, finalmente, se somet¨ªan a un tratamiento biol¨®gico destinado a eliminar la mayor cantidad posible de materia org¨¢nica. Una vez limpias, las aguas volv¨ªan al Guadalquivir, a raz¨®n de 100.000 metros c¨²bicos diarios.
El mayor obst¨¢culo apareci¨® en otro frente. Una f¨¢brica de levaduras propiedad de una multinacional americana, la Burns Philp Food, que se hab¨ªa instalado en Villarrubia (una poblaci¨®n a unos diez kil¨®metros de C¨®rdoba), comenz¨® a producir vertidos industriales extremadamente contaminantes. Para aliviar el impacto ambiental que causaban, en 1997 se incorpor¨® a la estaci¨®n de La Golondrina una nueva planta que trataba estos residuos con ¨¦xito. Y el resultado final del tratamiento en cuesti¨®n era un biogas.
Este biogas estaba formado sobre todo de metano, en una proporci¨®n aproximada del 70%, pero conten¨ªa tambi¨¦n otros componentes, entre ellos ¨¢cido sulfh¨ªdrico. 'S¨®lo un 2%', aclara el jefe de la planta, 'pero ya es bastante'. Porque incluso en concentraciones de unas pocas partes por mill¨®n, este compuesto propaga un contundente aroma a huevos podridos que afecta incluso a los olfatos menos sensibles.
'No quer¨ªamos molestar a los vecinos de ninguna manera', advierte Aguilar. 'Nuestra primera prioridad era la desodorizaci¨®n, y para eso era necesario eliminar el ¨¢cido sulfh¨ªdrico'. Pero buscando librarse de los aires f¨¦tidos consiguieron matar varios p¨¢jaros de un tiro. El nuevo sistema, de fabricaci¨®n holandesa, consigue aislar el sulfh¨ªdrico (y, por tanto, la mayor parte de los olores desagradables), y, adem¨¢s, utiliza el biogas, ya limpio, para propulsar unas m¨¢quinas que generan electricidad. 'De este modo obtenemos el 30% del consumo total de la planta, unos 350.000 kilovatios al mes', anuncia orgulloso el jefe de la planta. La instalaci¨®n cost¨® 245 millones de pesetas, informa Aguilar, que a?ade convencido: 'Creo que podremos amortizar la inversi¨®n en un per¨ªodo de ocho a?os'.
El sistema tiene una tercera ventaja, no menos importante. El metano no es, en absoluto, un gas inocuo. 'Causa 40 veces m¨¢s efecto invernadero que el di¨®xido de carbono', se?ala Aguilar, 'y no se puede liberar a la atm¨®sfera as¨ª como as¨ª: hay que tratarlo primero'. Este objetivo tambi¨¦n se alcanza con todas las garant¨ªas.
Y todo en un breve espacio de tiempo. El procedimiento es el siguiente; el biogas, que viaja dentro de una vistosa tuber¨ªa amarilla, atraviesa una torre de lavado en la que se mezcla con un producto qu¨ªmico (sosa, en concreto) y unas bacterias especiales (que responden al nombre cient¨ªfico de thiobacillus). As¨ª se separa el componente indeseado, el ¨¢cido sulfh¨ªdrico, responsable de los malos olores, del resto del biogas. 'En realidad tenemos dos torres, el sistema de limpieza es redundante', advierte el jefe de la planta, 'de modo que si falla uno, el otro pueda entrar a funcionar en su lugar. No queremos que este proceso se interrumpa en ning¨²n momento, si podemos evitarlo'.
En ese punto el gas, ya limpio y desodorizado, sigue su camino rumbo a los motores. Las tuber¨ªas lo introducen en la maquinaria, all¨ª propulsa ciertas piezas, y el movimiento que se genera se transforma en electricidad perfectamente ¨²til. Y ¨¦ste es el final de la historia. 'Por ahora seguimos en la fase de ajuste', indica Aguilar. 'Toda esta semana estaremos prob¨¢ndolo'. Pero se muestra seguro de que todo funcionar¨¢ a la perfecci¨®n.
Sobre las torres de lavado vuelan varias garcillas, que parecen sentirse como en casa. 'Pr¨¢cticamente viven aqu¨ª', sonr¨ªe el jefe de la planta, se?alando otro grupo de aves que comen algo m¨¢s all¨¢. Y no parece nada incongruente, porque los tanques de aguas residuales est¨¢n rodeados de c¨¦sped y flores de toda especie. Hasta una estaci¨®n depuradora puede convertirse en un jard¨ªn; ?y qui¨¦n va sorprenderse, sabiendo que se puede sacar luz de los desechos m¨¢s inmundos?
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