El misterioso Dick Cheney
El vicepresidente de EE UU fue trasladado a un lugar secreto y seguro como precauci¨®n
La figura de Dick Cheney siempre ha estado envuelta en un cierto misterio. Antes de las elecciones, la pregunta era por qu¨¦ George W. Bush hab¨ªa elegido como compa?ero de candidatura a un hombre tan refractario a los mitines. Despu¨¦s, la pregunta fue otra: ?resistir¨ªa la vicepresidencia un hombre con tantos problemas card¨ªacos? Antes y despu¨¦s, una gran duda: ?Es Cheney quien dirige realmente la Casa Blanca? Todos los interrogantes se agigantan ahora por la desaparici¨®n de Cheney de la escena p¨²blica. El segundo hombre m¨¢s poderoso de Estados Unidos se oculta en un lugar secreto y eso no hace m¨¢s que estimular la curiosidad de los estadounidenses.
A Dick Cheney, un hombre de larga experiencia en la gesti¨®n pol¨ªtica y de eficacia burocr¨¢tica casi legendaria, ya no se le ve¨ªa mucho antes del 11 de septiembre. Mientras Bush aparec¨ªa en la televisi¨®n, paseaba al perro, dorm¨ªa su siesta diaria y trataba de adecuarse al cargo, el vicepresidente pasaba casi todo el d¨ªa en su despacho y ejerc¨ªa, de hecho, como presidente-bis. Bush se reservaba la ¨²ltima palabra en las grandes decisiones estrat¨¦gicas, y Cheney se encargaba de todo lo dem¨¢s; es decir, de casi todo.Pero durante la jornada de los atentados Bush permaneci¨® oculto y Cheney, siempre fr¨ªo, siempre a punto, pareci¨® hacerse cargo de la crisis. En esa fecha cr¨ªtica, el presidente, que nunca hab¨ªa mostrado una gran talla de estadista, empeque?eci¨® mientras el presidente-bis se erig¨ªa en figura de referencia para un pa¨ªs conmocionado. El golpe para la imagen de Bush fue muy duro. A alguien, probablemente al propio Cheney, se le ocurri¨® que m¨¢s val¨ªa hacer lo contrario: dado que uno de los dos deb¨ªa estar permanentemente protegido de posibles atentados para evitar un hipot¨¦tico vac¨ªo de poder (si el presidente muere, el vicepresidente debe estar listo para sucederle), lo mejor era que el n¨²mero uno se exhibiera y el n¨²mero dos se ocultara para trabajar. El plan se ejecut¨® de inmediato, con resultados espl¨¦ndidos para la popularidad de George W. Bush, a quien ya nadie discute nada.
'Cuando el Gobierno se enfrenta a amenazas, permanecemos separados', dice Bush
Dick Cheney fue trasladado a un lugar 'seguro y secreto' y se convirti¨® en una todopoderosa imagen electr¨®nica. Mientras el gabinete de guerra se re¨²ne con frecuencia con el presidente y sostiene sus debates en persona, en la Casa Blanca o en Camp David, el rostro de Cheney tutela la estancia desde una pantalla gigante. El vicepresidente disfruta, adem¨¢s, de su situaci¨®n: le gusta estar solo y trabajar tranquilo. Y todos saben que Bush no toma una sola decisi¨®n sin que el rostro de la pantalla le muestre su asentimiento.
Al principio circularon rumores sobre una nueva crisis cardiaca del vicepresidente o sobre su env¨ªo a una misi¨®n ultrasecreta en un pa¨ªs lejano. Todo se desminti¨®. Despu¨¦s, los chistes: Cheney estaba en una cueva afgana. La realidad, m¨¢s simple, es que Cheney permanece cerca de Washington y se presenta, de vez en cuando, en la Casa Blanca. El jueves lo hizo. 'Hoy le he estrechado la mano al vicepresidente en el despacho oval', explic¨® Bush el jueves por la noche, 'y le he dado la bienvenida tras su retiro en el lugar seguro. Algunas veces el vicepresidente y yo estaremos juntos, y otras veces, no. Tomamos muy en serio la idea de la continuidad del gobierno. Es una responsabilidad que compartimos: la de asegurar que en una situaci¨®n como esta, cuando el Gobierno se enfrenta a amenazas, permanecemos separados'. 'Le encontr¨¦ con muy buen aspecto', a?adi¨® Bush.
El viernes, Cheney apareci¨® en televisi¨®n. 'Hemos llegado al punto en que la Casa Blanca o el Capitolio pueden sufrir ataques terroristas', explic¨®, 'y no parece buena idea que el presidente y yo pasemos mucho tiempo juntos'. Luego se retir¨® otra vez a su escondite, para seguir con su misteriosa posici¨®n de gobernante en la sombra.
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