Megal¨®manos
No existe ning¨²n terrorismo l¨ªcito, por m¨¢s que intente ampararse en valores respetables. Ning¨²n fin es suficiente sin unos medios dignos, y matar a un solo ser humano por una idea es una indignidad imperdonable. Los terroristas son unos megalomaniacos incapaces de entender que el pr¨®jimo existe. En realidad son tipos delirantes, s¨®lo que a veces sus alucinaciones quedan circunscritas al interior de sus hirvientes cabezas, como en el caso de ese suizo que, hace poco, asesin¨® a 14 personas en el Parlamento de Zug; y en otras ocasiones, por el contrario, sus delirios conectan de alg¨²n modo con las necesidades ambientales, de modo que pueden tener cinco seguidores o 5.000. Lo cual no es una diferencia balad¨ª, y es obvio que debemos mejorar esas condiciones ambientales, tanto por pura justicia como por estrategia, para dejar aislados a los feroces.
Pero lo que quiero decir es que el perfil mental del terrorista (inflexible y dogm¨¢tico, ¨¢vido de certezas) forma parte de la cuota de miseria de los humanos. Y que, aun en el mejor de los mundos posibles, siempre existir¨¢ un maldito fan¨¢tico dispuesto a destripar a sus semejantes: porque ¨¦l no les ve como semejantes y porque en esa obsesi¨®n fundamenta su vida. Bin Laden y los suyos, en fin, no pelean por los pobres del mundo ni por los apaleados palestinos. Los terroristas del 11-S son ricos y comenzaron a preparar su carnicer¨ªa hace muchos a?os, sin tener en cuenta la evoluci¨®n del conflicto palestino, como se?al¨® Ludolfo Paramio en un estupendo art¨ªculo. Laden y compa?¨ªa son wahhabis, explicaron con lucidez Antonio y Ander Elorza en otro texto; es decir, pertenecen a una secta religiosa ultrafan¨¢tica y violenta que naci¨® hace tres siglos y que ha cometido otros actos de brutalidad integrista (en 1805 llegaron a saquear la tumba de Mahoma). Estos seres cerriles y sus seguidores fanatizados son los enemigos de Occidente; pero, sobre todo, son los enemigos de Oriente, de los pa¨ªses musulmanes que est¨¢n luchando ahora por la modernidad democr¨¢tica, de esos hermanos ¨¢rabes con quienes hemos compartido la lenta construcci¨®n de la civilidad: ellos nos regalaron los n¨²meros, el ¨¢lgebra, el concepto del cero. Y ellos son quienes se est¨¢n jugando hoy el futuro a vida o muerte contra los integristas.
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