Bush busca el apoyo de China en su primera salida tras el 11-S

Estados Unidos pretende utilizar la reuni¨®n de los 21 pa¨ªses de la ribera del Pac¨ªfico, que participan en la conferencia del Consejo Econ¨®mico Asia Pac¨ªfico (APEC) de Shanghai, para aprobar una resoluci¨®n conjunta en contra del terrorismo y en apoyo de su actual campa?a en Afganist¨¢n. Con esa intenci¨®n lleg¨® ayer a China el presidente George W. Bush, en su primera visita a un pa¨ªs extranjero desde los ataques del 11 de septiembre.

Bush ha decidido mantener el viaje a pesar de la histeria colectiva provocada en EE UU por la campa?a bioterrorista y de las operaciones militares en Afganist¨¢n en busca de nuevos socios de la coalici¨®n internacional contra el r¨¦gimen talib¨¢n y las bases de Al Qaeda. 'El presidente considera que este viaje es muy importante en una coyuntura muy importante', manifest¨® la asesora de seguridad nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice.

Los objetivos del viaje, en palabras de Rice, son conseguir 'el alistamiento de los pa¨ªses de la ribera del Pac¨ªfico en los esfuerzos antiterroristas '. A este respecto, EE UU presentar¨¢ a la Conferencia un proyecto de resoluci¨®n de condena del terrorismo internacional y de apoyo a su actual campa?a, con la esperanza de que se apruebe por unanimidad. El objetivo inicial de la reuni¨®n de la APEC, que era la aprobaci¨®n de medidas para reactivar la econom¨ªa mundial, pasa, pues, a un segundo plano obligado por los acontecimientos.

Las reuniones bilaterales de Bush con los presidentes de China, Jiang Zemin; de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, y el primer ministro japon¨¦s, Junichiro Koizumi, centrar¨¢n la atenci¨®n de la conferencia. El 11 de septiembre ha cambiado totalmente el clima de las relaciones internacionales y donde antes reinaba el recelo ahora impera la confianza. De golpe, Washington ha olvidado las violaciones de derechos humanos por parte de Pek¨ªn y los chinos han borrado de su lista de agravios el bombardeo de su embajada en Belgrado, el incidente del avi¨®n esp¨ªa estadounidense ocurrido en abril y la decisi¨®n estadounidense de vender equipo militar avanzado a Taiwan.

En sus conversaciones con su hom¨®logo chino, Bush intentar¨¢ consolidar el apoyo de Pek¨ªn a las acciones militares en Afganist¨¢n, mientras que Zemin pedir¨¢ la comprensi¨®n de Estados Unidos hacia su pol¨ªtica represiva en el T¨ªbet y en la provincia de Xinjiang, de mayor¨ªa musulmana. No ser¨¢ ¨¦sta la primera vez que Pek¨ªn y Washington cooperan a causa de la situaci¨®n en Afganist¨¢n. Ambos pa¨ªses unieron sus esfuerzos en la d¨¦cada de los ochenta para apoyar a la guerrilla afgana que combat¨ªa a las fuerzas de ocupaci¨®n sovi¨¦tica. La ventaja ahora es que la Uni¨®n Sovi¨¦tica no existe y Rusia est¨¢ en el mismo barco, como lo demuestra el apoyo de Putin a EE UU en todos los frentes desde el ataque del 11 de septiembre.

La ¨²nica dificultad que puede encontrar Bush en su intento de conseguir la unanimidad para sus acciones en Afganist¨¢n hay que buscarla en dos pa¨ªses de mayor¨ªa musulmana, Malaisia e Indonesia, donde las manifestaciones en contra de la intervenci¨®n estadounidense contra el r¨¦gimen talib¨¢n han sido masivas y, en el caso de Indonesia, han puesto a prueba la propia estabilidad del Gobierno de la presidenta, Megawati Sukarnoputri.

La delicada situaci¨®n dom¨¦stica ha obligado al inquilino de la Casa Blanca a acortar la duraci¨®n de su estancia en Asia y cancelar las paradas previstas inicialmente en Tokio, Se¨²l y Pek¨ªn.