Shangay Lily ejerce de diva feminista en el Teatro de las Aguas
Shangay Lily, ese artista travestido que tanto le debe a su iron¨ªa y a su maquilladora, siempre quiso ser 'una diva'. Y, al cabo, lo ha conseguido por la v¨ªa teatral, con 16 textos en los que aborda desde el machismo y el mundo espiritual a la galaxia homosexual y la televisi¨®n. Los Mon¨®logos feministas para una diva, que estrena en el Teatro de las Aguas (Aguas, 8), permiten a Shangay Lily sacar del armario a 'divas de oferta, adivinos visionarios, chillonas cantantes, aterradoras psic¨®logas, celebridades pasajeras, soberbias se?oras de, folcl¨®ricas desconcertadas, luchadoras feministas, escandalizados obispos, estrellas del glamour y chicas alegres'. Hace, pues, un alarde de transformismo y mordacidad s¨®lo al alcance de quien lleva como lema esta declaraci¨®n de intenciones: 'S¨¦ todo lo que quieras y no permitas que nada ni nadie te limite'.
Los Mon¨®logos feministas para una diva tienen tambi¨¦n un punto filos¨®fico, porque est¨¢n rebosantes de preguntas a las que Shangay Lily busca contestaci¨®n, como: '?Pueden las mujeres seguir permiti¨¦ndose ser explotadas por hombres que trabajan igual que ellas pero cobran el doble o por mujeres que consideran el feminismo como algo innecesario y superado?'.
El artista, siempre dispuesto a escandalizar a los espectadores m¨¢s conservadores, dice que no se considera humorista, sino un h¨¦roe de c¨®mic ('ser humorista y homosexual es como ser cerdo y relaciones p¨²blicas de un matadero: un exceso de positividad que raya en la oligofrenia') y que prefiere ser una diva 'ahora que est¨¢n de oferta'. 'Porque, seamos sinceros, antes era bastante dif¨ªcil llegar a serlo. ?Qui¨¦n pod¨ªa igualar a mujeres como Marlene Dietrich, Mae West o Judy Garland?', sentencia, con cierta nostalgia.
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