En memoria y en honor de Alfonso Calv¨¦
?Se puede calificar de telebasura aquel programa televisivo conocido como Esta noche cruzamos el Mississippi, a cuyo cargo estaba el animador Pepe Navarro? La opini¨®n es libre y los gustos tambi¨¦n. Hay gente para todo. Como es sabido, constituimos una sociedad abierta, plural, crecientemente multicultural, donde cabemos todos. Ahora bien, quien calumnia -tras ser sometido a un juicio justo y con las debidas pruebas- debe ser condenado.
Como popularmente se dice, quien la hace debe pagarla. Los ciudadanos de esta sociedad que acabo de describir creer¨¢n m¨¢s en la justicia -aunque paulatinamente y, dado como est¨¢ el patio, tal vez a duras penas- si, valga la redundancia, verdaderamente se hace justicia.
Una noche de enero de 1997, quien suscribe y otros numerosos ciudadanos que tuvimos el honor de ser amigos de Alfonso Calv¨¦ nos quedamos horrorizados e indignados al o¨ªr las calumnias que sobre ¨¦l (y otras personas igualmente aludidas) fueron vertidas en ese tan sui g¨¦neris programa televisivo. Alfonso Calv¨¦, psiquiatra de prestigio dedicado durante gran parte de su vida a la medicina p¨²blica, bell¨ªsima persona, fue durante unos a?os gobernador civil de Alicante.
A varios peculiares navegantes de ese extra?o Mississippi no se les ocurri¨® otra cosa que relacionarlo con los asesinatos de las desgraciadas muchachas de Alc¨¤sser. Si tal barbaridad no constituyera una categor¨ªa en s¨ª misma, podr¨ªa haber sido calificada de ocurrencia surrealista y truculenta.
Naturalmente, Alfonso Calv¨¦ demand¨® a los ocurrentes sujetos. Tras largo tiempo, el Juzgado de lo Penal n¨²mero 11 de Madrid acaba de condenarlos por calumnias. No quiero ni recordar sus nombres. La acusaci¨®n contra el animador del programa fue retirada porque, antes de iniciarse el juicio, reconoci¨® por escrito los da?os causados.
Alfonso Calv¨¦, buen gobernador y buen amigo, no ha podido sentirse personalmente resarcido. Un c¨¢ncer, maldito y r¨¢pido, acab¨® con su vida el pasado febrero. Escribo estas l¨ªneas en su honor y en su memoria, al tiempo que abrazo entra?ablemente a su viuda, Concha M¨ªnguez, y a su hija Andrea.
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