Bendito Mariano
Quien lo vivi¨® no ha podido olvidarlo a pesar del tiempo transcurrido. Fue en el Congreso de Palma, aqu¨¦l que inici¨® la debacle de UCD. Durante meses se hab¨ªa acumulado sobre Adolfo Su¨¢rez una catarata de cr¨ªticas, muchas justificadas y otras en absoluto. Habl¨® Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, hombre honesto pero tan capaz de dirigir un partido como Bin Laden de ejercer de monja de la caridad. Su discurso mezcla de lirismo fallido, citas inapropiadas e incoherencia bienintencionada provoc¨® la perplejidad. Y, entonces, en las primeras filas del anfiteatro, uno de los asistentes volvi¨® el rostro atr¨¢s y dijo: 'Vuelve, Adolfo, nos rendimos'. Era el actual alcalde de Madrid.
Las cosas van regular para el PP. Para demostrarlo basta con remitirse a un s¨ªntoma inapelable: al final de la etapa socialista se imparti¨® la consigna de sacar en procesi¨®n a Felipe a la menor oportunidad, como si fuera un santo patr¨®n pueblerino de esos que provocan la ansiada llegada de la lluvia. Ahora el PP recurre con el mismo fin al felipismo, ese Mal absoluto, omnipresente y omnipotente, capaz de pervertir incluso al angelical Zapatero. No se da cuenta de que los males vienen de antes o de otra parte y que no se combaten a base de exorcismos; tampoco por el procedimiento de la respuesta agresiva consistente en disparar r¨¢pido y con grueso calibre a todo lo que se mueve. ?sa suele ser una forma de respuesta en equipos ministeriales incompetentes e inseguros y buena prueba la tenemos en los responsables de Educaci¨®n, empe?ados en acumular enemigos a base de meter el dedo en el ojo de quienes, por la cuenta que les trae, s¨®lo quisieran ayudarles. Cuenta Miguel Maura en sus memorias que le oy¨® a Alcal¨¢ Zamora una frase definitoria de su personalidad: 'Yo, Migu¨¦, no soy rencoroso pero quien me la hase me la paga'. As¨ª est¨¢ reaccionando la comunidad universitaria.
No hay en el PP un liderazgo capaz de responder de forma adecuada a esta situaci¨®n. Jaime Mayor, por un acto de convicci¨®n, se ha automarginado de momento hasta poder volver a ser recuperado. Aznar, monocorde, se repite m¨¢s que Cela hablando del castellano, sin ninguna posibilidad de convencer a otros que los ya convencidos. A?oramos al Javier Arenas de otros tiempos y para la explicaci¨®n de lo ocurrido necesitamos recurrir, de nuevo, a la an¨¦cdota hist¨®rica. Alfonso XIII dec¨ªa que pasar de un Gobierno Maura a otro de S¨¢nchez Guerra era como ir del Hotel Ritz a la Posada del Peine: muchas estrellas ha perdido la residencia del bueno de Arenas en el trayecto desde el Ministerio del Trabajo al despacho de la calle de G¨¦nova. Lo de Rodrigo Rato, en cambio, remite a la Historia del Arte. Uno de los experimentos favoritos de los surrealistas eran los llamados 'cad¨¢veres exquisitos': consist¨ªan en las obras pl¨¢sticas resultantes de sumar la ejecuci¨®n de varios artistas sobre el mismo papel sin tener cada uno a la vista lo que hab¨ªa hecho el otro. La adici¨®n de Gescartera, incompetencia generalizada del ministerio, pr¨¦stamos privados, peleas internas, reacciones destempladas... ha transformado la imagen de persona tan excelente y pol¨ªtico tan brillante. No causa asombro como los 'cad¨¢veres exquisitos' sino piedad como los muertos pol¨ªticos. De algunos de los dem¨¢s, mejor ni hablar. Camb¨®, en un tiempo en que se valoraba el insulto pol¨ªtico, dec¨ªa de Garc¨ªa Prieto que 'administraba admirablemente su ingenuidad y su aparente tonter¨ªa'. Villalobos, ni eso.
Nos queda Mariano Rajoy, cuyos talentos cada d¨ªa resplandecen con mayor brillantez. Hipotenso, no ofende si no es imprescindible y siempre lo hace a partir de las contradicciones del adversario. Dialogante, es admirable su capacidad de zafarse de las preguntas comprometidas. Eficaz, lo ha demostrado en campos muy variados. Inaprensible, resulta la expresi¨®n m¨¢xima de la neblinosa sabidur¨ªa galaica. Bombero, supo deshacer los entuertos provocados por la simp¨¢tica insolvencia de Esperanza Aguirre como sabr¨ªa superar los provocados por la hirsuta zafiedad de Pilar del Castillo. Vicepresidente, tiene m¨¢s talante presidencial que el inquilino de Moncloa. En el rostro de quienes se sienten maltratados por los pisotones gubernamentales asoma una mirada suplicante que dice 'Vuelve, Mariano, nos rendimos'.
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