Oral y p¨²blico

El d¨ªa 16 de octubre de 2001 asist¨ª, en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, a la exposici¨®n oral de los cuatro mejores proyectos de fin de carrera, seleccionados de entre m¨¢s de un centenar.

El motivo de esta carta no es otro que poder expresar mi gran indignaci¨®n ante lo que all¨ª presenci¨¦. Durante 10 minutos, los reci¨¦n titulados arquitectos presentaron ante el p¨²blico y ante un tribunal (constituido por cinco profesores arquitectos) su proyecto, fruto de un mont¨®n de horas de trabajo, de esfuerzo, de sue?o, de preocupaci¨®n y, por supuesto, fruto de una dura y larga carrera universitaria.

Pues bien, durante los 10 siguientes minutos a la exposici¨®n del alumno, tanto ¨¦ste como todo el p¨²blico tienen que soportar estoicamente y sin r¨¦plica una lluvia infinita de cr¨ªticas -casi siempre destructivas- y de inconvenientes y defectos del proyecto reci¨¦n presentado. Esto es llamativo, sobre todo teniendo en cuenta que ha sido ese mismo tribunal el que ha elegido los proyectos.

Desde un punto de vista profesional, no s¨¦ si esto tendr¨¢ alg¨²n sentido. Ahora, lo que est¨¢ clar¨ªsimo es que, desde un punto de vista humano (y los arquitectos que acaban de terminar todav¨ªa tienen algo de humano), no tiene ning¨²n sentido.

Me maravill¨® la capacidad de aguante de los alumnos y me pareci¨® bochornosa la prepotencia y el esp¨ªritu negativo del tribunal.

?No hay otra forma menos humillante e indigna de decirle a alguien que su proyecto de fin de carrera tendr¨¢ un notable en lugar de un sobresaliente?