Demoras policiales
En los ¨²ltimos tiempos asistimos en Barcelona a situaciones curiosas: manifestaciones o conflictos que incorporan episodios de violencia y de destrozos en edificios y mobiliario urbano, que son profusamente filmados y cuya represi¨®n o control policial no se produce con la diligencia esperable en una situaci¨®n de emergencia. ?Meras coincidencias?, ?dilaci¨®n programada? No podemos descartar con rotundidad hip¨®tesis alguna, pero lo cierto es que las mencionadas demoras policiales no son un episodio estrictamente local. Hemos visto casos similares en Gotemburgo, Niza, Londres y G¨¦nova, por citar s¨®lo algunos ejemplos.
Si aceptamos que se trata simplemente de coincidencias o de imprevistos que impiden llegar a tiempo, hay poco que discutir. Pero, en caso contrario, una posible pregunta que plantearse es ?qu¨¦ gana la polic¨ªa con llegar tarde? ?Se gana algo dejando destrozar a placer oficinas bancarias, cabinas telef¨®nicas o contenedores de basura? Una de las hip¨®tesis que se airean en los c¨ªrculos europeos que m¨¢s se preocupan por la defensa de los derechos civiles (www.statewatch.org) es que existe una estrategia de incriminaci¨®n progresiva de todo aquello que se entiende como disensi¨®n pol¨ªtica radical con las bases actuales del desarrollo econ¨®mico, de todo aquello que asume formas de protesta no convencionales o es expresi¨®n de formas de vida alternativa.
La circularidad de interacciones entre el sentido com¨²n de los ciudadanos que expresan su inquietud ante las escenas de violencia, la multiplicaci¨®n de im¨¢genes en la difusi¨®n de la noticia y la lectura que de todo ello hacen las empresas o las administraciones responsables de la seguridad acaba generando un buen escenario para lo que se ha dado en llamar estrategia de la 'tolerancia cero': guerra al delito, guerra al inadaptado, reconquista del espacio p¨²blico, pacificaci¨®n urbana y apartamiento de los desviados. De esta manera, toda disidencia acabar¨¢ entendi¨¦ndose en clave de seguridad y, por tanto, se criminalizar¨¢ y se colocar¨¢ en el negociado de la polic¨ªa o de la justicia. Las incertidumbres de la sociedad aumentan, la sensaci¨®n de riesgo prolifera, y entonces el propio concepto de seguridad se ampl¨ªa y sirve para todo. Nuestras sociedades inquietas buscan respuestas r¨¢pidas, y los responsables pol¨ªticos encuentran en las alternativas policiales o judiciales una v¨ªa m¨¢s r¨¢pida y aparentemente menos complicada que preguntarse por las causas del malestar y tratar de regenerar los lazos comunitarios que construyan otra concepci¨®n de la seguridad no re?ida con el conflicto.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UAB.
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